sábado, 30 de agosto de 2008

EL DOCUMENTO



El documento


Nada más lo tuvo entre sus manos, intuyó que más pronto o más tarde acabaría detenido. Era consciente de la falsedad de aquellos papeles, por mucho que su interlocutor le hubiese dicho que no pasaba nada. Pero no era tonto y bien sabía que aquello no era normal. Se quedó un instante mirando el documento, el más importante de los tres que le entregaron y por los que estaba pagando un buen dinero, dinero del que tampoco estaba sobrado. Era un cartón rectangular de color marrón claro, casi amarillo, en una de cuyas esquinas estaba su foto. Constaba otro nombre, Carlos Pereira Gonçalves, pero la foto era la suya y por un momento se imaginó siendo Carlos Pereira Gonçalves, ciudadano portugués, peón de la construcción y emigrado a España. No tenía muy claro cómo vivía un portugués, si se parecía más a un brasileño, por aquello de que hablaba el mismo idioma, un poco más nasal, tal vez, y menos musical, pero el mismo idioma al fin y al cabo, o a un español, porque no dejaban de ser vecinos en la esquina aquella del sur de Europa. Se sintió, en todo caso, extraño porque su foto apareciera junto a un nombre distinto al suyo puesto que él, pese a todo, seguía siendo la misma persona.
La voz de su interlocutor le devolvió a la realidad. Le pagó lo acordado. Metió el carné y las dos hojas en el bolsillo de la chaqueta y se despidieron no sin frialdad y cierta premura. Volvió a intuir que aquella compra le reportaría en un futuro más o menos distante problemas con la policía, no en vano se hablaba mucho de otros compatriotas detenidos después de uno o dos años de trabajo duro con un documento como el suyo en el bolsillo. Decidió en ese momento que éste iba a ser el plazo que se daba, dos años, durante los cuales trabajaría como Carlos Pereira Gonçalves y enviaría a su familia en Rondonha todo el dinero posible, y no le iba a resultar difícil ahorrar mucho dinero porque tampoco era de los que despilfarraban en cerveza y farras. Después, si no era detenido, si tenía esa suerte, si todo transcurría con relativa tranquilidad, relativa porque la amenaza estaba allí, sobre él, volvería a su ciudad y con el dinero ahorrado abriría cualquier negocio y podría trabajar y ganarse la vida y nunca volvería a salir de su tierra ni a separarse de los suyos y sería entonces feliz y no tendría preocupaciones, como las que tenía en ese momento en que, tras despedirse del tipo aquel que le había vendido los papeles, avanzaba por una calle fría y oscura hacia su casa, casa compartida e impersonal, pero en la que vivía desde hacía meses, y caminaba mientras llevaba en su bolsillo un documento con su foto y otro nombre, y que no acababa de sentir como propio, aunque dependía de él, aunque su vida, a partir de ese momento, iba a estar en manos, en gran medida, de ese trozo de cartón con su foto y un nombre que no era el suyo.
Miraba a todas partes, temiendo que apareciera de repente un policía de migración y le preguntase su nombre. Ya sabía, en ese caso, lo que debía responder a partir de ahora: Carlos Pereira Gonçalves, ciudadano portugués, peón de la construcción y emigrado a España. Lo tendría que decir, se dijo, con calma y desenvoltura, como si realmente él fuese Carlos Pereira Gonçalves y toda la vida hubiese sido ciudadano portugués, aunque qué raro era ser portugués, se le ocurrió, y no saber nada de Portugal, salvo que hablaban como si estuvieran permanentemente constipados. Y qué raro era haber trabajado toda la vida como peón de la construcción, cuando nunca había trabajado como peón y ahora estaba aprendiendo el oficio, y lo era también, extraño, añadir a su condición laboral la de ser emigrado en España, país del que tampoco sabía mucho más cuando llegó, pero al que se estaba aclimatando no sin alguna dificultad y sobre todo mucha nostalgia porque nunca antes había salido de su país. Todo lo debía decir con seguridad, de un modo seguro, elocuente, si lo decía con seguridad, de un modo convincente al policía que sin duda le observaría con toda la atención, despojaría en él, sin lugar a dudas, cualquier atisbo de recelo que ese mismo agente de la autoridad, experto en tales menesteres de documentos ciertos o falsificaciones, pudiera tener.
Torció finalmente hacia la derecha y allá enfrente, a escasos trescientos metros, estaba su casa. No obstante, a pesar de la cercanía del portal, aumentó más el miedo de que apareciera de pronto uno de esos policías de rostro irritado, imaginó, cuya función era perseguir a personas como él. Pensarlo de este modo le sorprendió, porque no se consideraba un delincuente, un bandido, y pensar que había policías que perseguían a “personas como él” le inducía a verse como un fuera de la ley, pero si al final había accedido a comprar una identidad, se dijo, para convencerse de que había hecho lo correcto, para quitarse de encima la culpa que le empezaba a angustiar, era porque no le quedaba más remedio ya que si quería trabajar y ganarse la vida honradamente, pues era esto y no otra cosa lo que él más deseaba y a lo que había ido a hacer tan lejos de su casa, no podía hacer nada más. Seguro que era esto lo que debía de decir si le detenían, aunque no estaba convencido de que sirviera de nada, porque al fin y al cabo estaba contraviniendo la ley. Y darle vueltas a todo esto le hacía temer más la presencia de un policía alrededor de su casa y estaba sudando la gota gorda pues el temor se había vuelto terror y angustia, y creyó que iba a tener, él y sólo él, la mala fortuna de que le trincasen no a los dos años de comprado el documento, sino prácticamente a los dos minutos de habérselo metido en el bolsillo y a escasos cien metros del portal de su casa.
Pero al final llegó al portal. Respiró tranquilo, aunque no del todo. De pronto vio claro que su vida había cambiado. Que llevar esos papeles le había convertido en un perseguido. Y supo con claridad absoluta que en cualquier momento le detendrían.


Juan A. Herrero Díez

LO QUE ME ENSEÑASTE



LO QUE ME ENSEÑASTE


(Soneto)


Nos ponemos demasiado solemnes
Cuando de hablar de la droga se trata
Y es tan claro, tan evidente,
Que esa realidad no es sensata...


El placer inmediato sale caro
Esa vida de vicio no es barata.
Todo el mundo pasa por el aro
Y muchos se meten hasta las patas.


¡Yo lo tengo demasiado claro!
Esa dedicación exclusiva mata
Esa entrega de dejadez y desamparo.


Esa esclavitud de falshes de plata
Esa legión de autómatas del faro
Esa manera de vivir que maltrata.


Yo la droga de la familia separo
Huyo de lo que te ata y lo que te desata.
De todo sentimentalismo raro.


De toda tóxica mordedura de rata.


Por Cecilio Olivero Muñoz

3er EDITORIAL: Bienvenido Mr. Marshall (¿o era Mr. Allen?)



3er EDITORIAL


Bienvenido Mr. Marshall

(¿o era Mr. Allen?)


Se ha estrenado en Estados Unidos y el 19 de Septiembre lo hará en España la película de Woody Allen «Vicky Cristina Barcelona». Más allá de la admiración que produce este cineasta y director por su mirada crítica y a veces un tanto surrealista de la realidad, esta película pasará a la historia por el espectáculo mediático que produjo su rodaje en la ciudad de Barcelona. Espectáculo mediático y también político, que a algunos nos recordó aquella genial película de Luís García Berlanga, «Bienvenido Mr. Marshall».
Políticos del ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat, inclusive de la administración central, corrieron a recibir al cineasta, se fotografiaron con él y hubo concesiones, dádivas, aplausos, presentes, agasajos y demás ofrendas dignas de un patético carácter paleto y todo ello característico de una época más pobre en la que cualquier atención que se nos prestase era agradecida hasta la saciedad. Eran otros tiempos y creíamos que también eran otras formas de actuar que pasaron a la historia, o eso desearíamos. Ni siquiera el hecho diferencial nos ahorró la vergüenza ajena que sintieron muchos ciudadanos ante el espectáculo.
Que un director de cine reconocido elija un escenario cercano para rodar es sin duda algo positivo. Pero mucho nos tenemos que dicha decisión no fuera producto de la vida cultural de la ciudad, en este caso Barcelona, sino de su conversión en eso mismo, un mero escenario, un parque temático, un mero paisaje que poco o nada tiene que ver con lo que debería ser una ciudad. Que la ciudad es bonita, nadie lo duda. Que resulta agradable el clima y las dimensiones de la urbe, lo sabemos. Pero a veces nos preguntamos qué papel juegan los ciudadanos en los faraónicos planes municipales de Barcelona (aunque podíamos hablar de cualquier otra corporación municipal) y en los pingües beneficios que da el turismo, devenido como la cultura en una industria. Han olvidado que una ciudad la conforman sobre todo los ciudadanos, los habitantes que en ella viven y en ella sufren, aman, disfrutan, leen, contemplan, se divierten, trabajan, duermen y crean cultura. En este sentido, Woody Allen ha reflejado la vida de Nueva York más allá de la suntuosidad o de la belleza de su ciudad, porque lo que ha contado el cineasta es la vida de la gente en ella. Nos gustaría que Barcelona no sólo fuera un escenario, sino que fuese también la vida de la gente. Que sus habitantes, o sus visitantes, fueran realmente los protagonistas no ya sólo de cualquier película que se ruede, sino sobre todo de la vida comunitaria, de la vida política, social y cultural.
En nuestro primer editorial hablábamos de la necesidad de distinguir el compromiso cultural con el espectáculo cultural. Lo que hubo en torno al rodaje de la película en cuestión fue más bien espectáculo, patético espectáculo, prueba de que los gestores públicos, a menudo, no están a la altura de sus funciones y su representación. Insistimos en que la apuesta cultural pública debe ser las iniciativas culturales amplias, accesibles, diversas que se dan en los barrios, en la sociedad en su conjunto, sin necesidad de grandes infraestructuras ni sueños grandilocuentes, que Barcelona deje de ser solamente una marca para ser una ciudad de verdad. Ahora sólo cabe esperar que la película «Vicky Cristina Barcelona» nos guste, como nos han podido gustar otras películas de Woody Allen.

CAMBIAR POR AMOR



CAMBIAR POR AMOR


Por tu amor
no creí ni en patria ni bandera
me quemaron en la hoguera
y en vasos de whisky
ahogué mi vida entera.
Por tu amor
me hice de desiertos
mercenario
mis huesos carcelarios
absorvieron
todo mi pobre salario.
Mi torpe corazón
de poemario
salió de flor y madre
de todo lo ordinario
cajón vacío del desastre.
Traje sucio en armario
hueco ladrido con eco
huye de lo rutinario
ojos fríos de muñeco.
Bostezo de funcionario
¡qué cerca de Alcalá Meco!
capricho de millonario
lavado de olla en seco.
¡Qué pereza de vida y de barrio!
fandango y serenata
corta la escena del lago
Maruja de rulos y en bata
tristeza autómata del pago
¡ponme China un cubata!
y me lo bebo de un trago
cuarentena en cada pata
¡qué mañana te lo pago!
dime si vienes templada
yo vengo siempre estorbando
¿no ves mi collar de papada?
¿mi estela en otro bando?
¿no ves mi temblorosa calada?
¿mi vida verdinegreando?
Chamullo por chamullar
mi vida cambia amando
cambia para variar
tabaco de contrabando
vida de puro estraperlo
copón de anís del barato
corro un traslúcido velo
cambio a gato por pato
cambio a gallo por pavo
cambio potro por canguelo
cambio mi duro arrebato
cambio mi corte de pelo
y cambio y no doy abasto.


Por Cecilio Olivero Muñoz

lunes, 25 de agosto de 2008

UNA BREVE VIDA JUNTOS





Una breve vida juntos



Apareció de pronto en mi vida, como suelen ocurrir estas cosas. La conocía de unos meses atrás, habíamos coincidido en las oficinas de la universidad. Hablamos en la fila mientras esperábamos nuestro turno, yo le pregunté algo y ella me respondió. Allí se acabó todo. No la había vuelto a ver hasta ese día, cuando paré en el café y ella se sentó a mi mesa, me dijo hola y comenzamos a charlar. A partir de ese día nos hicimos inseparables. Íbamos al cine, paseábamos por el parque o por cualquiera de los barrios, me venía a buscar a la biblioteca de la universidad. Yo no la pretendía, en absoluto, tampoco creo que ella me buscara de un modo interesado, buscando algo en concreto. Simplemente coincidimos en una ciudad que no nos resultaba especialmente amable, en un momento, además, de inmensa soledad.
A veces me molestaba que fuera tan sumisa. Yo quería ir al cine, íbamos al cine. Me apetecía caminar, caminábamos. Prefería que nos quedáramos en casa, nos quedábamos. Por cierto, no sé cuanto tiempo tardó en mudarse a mi casa, un poco más grande que la suya. Una tarde apareció con una maleta y un par de bolsas de mano, y se quedó. Ni siquiera lo habíamos hablado. Tampoco dijimos nada ese día. La dejé pasar, le hice un hueco en el armario y a partir de ese día pasamos también a compartir un apartamento como si fuese el fruto de una previa decisión. Es verdad que yo no me negué. Tampoco sé muy bien si debía negarme. Supongo por otro lado que ya me venía bien. La comodidad de su compañía me resultaba mejor que su sumisión, un tanto irritante. Y que mi soledad, seguramente, que me estaba ya abrumando.
No nos contamos las vidas. Preferimos no saber nada de nuestros respectivos pasados. En cuanto al futuro, le dejé claro que cuando acabara mi tesina me iría de aquella ciudad. Creo que quedó también claro que entonces habría una despedida. Me daba miedo que forzara en su momento alguna escena dramática con la que echarme en cara ese final anunciado, pero me parece que así lo entendió ella. Había una fecha de caducidad para nuestra relación. Dicho así, puede parecer algo perfecto, equilibrado, la falta de compromiso conllevaba un sosiego, nada que ver con las pasiones que siempre acaban hiriendo. Pero reconozco también que había algo tremendamente frío en todo aquello. Y eso tampoco nos salva del dolor, aunque lo pensemos y tomemos distancia de las cosas, de los sentimientos, para no sufrir. No obstante, no sólo hubo frialdad en aquella relación, sino que fue para mí una época fría en todo. Quiero creer que todo aquello no dejaba de ser la consecuencia de una vida que había sido en toda su extensión bastante fría. La tesina había sido al fin y al cabo una excusa para cambiar de ciudad, para huir de mi familia y del ambiente en que siempre había vivido, tan desapegado y distante, aunque no había una razón tangible para ello, simplemente me sentía a disgusto, me desasosegaba tanta distancia hacia todo. Creo que buscaba algo distinto. Claro que no conseguí cambiar nada de aquel desafecto vital. El traslado no había cambiado en absoluto mi desasosiego. Me faltaban los sentimientos, era incapaz de expresarme incluso para mí mismo. Mi propio diario, en aquella época, apenas traslucía lo que yo sentía. No dejaba de ser una extensión de mis escritos universitarios, de mis estudios y de mis análisis. A veces me veía como un psicópata en ciernes. Desde luego, iba a ser un perfecto investigador, pero como ser humano sin duda estaba dejando mucho que desear. Claro que a ella le sucedía otro tanto. Era como un reflejo de mí mismo. No es excusa, lo sé. No obstante, no quiero que crean que me estoy justificando, simplemente les cuento lo que pasó, nada más.
Así vivimos durante unos meses. Presenté mi tesina. Alcancé la máxima calificación. Me otorgaron incluso un premio por el contenido de mis pesquisas y por la originalidad de la tesis que defendí. No fue cuantioso el importe del premio, pero me permitió vivir varios meses sin trabajar. Fue una prórroga en nuestra relación. Sin embargo, nada cambió entre nosotros. Continuaron los silencios, su sumisión, los largos paseos, el cine de algunas tardes, los anocheceres abrazados junto a la ventana, la contemplación silenciosa de una calle desierta, el amor carente de pasión y las conversaciones breves e insulsas.
El dinero se acabó. Se terminó la prórroga. Ella había encontrado un trabajo en una librería de la ciudad. No planteó que viviéramos de su sueldo mientras yo buscaba algo. Aceptó lo que ya sabía desde el principio, que aquello se acabaría y ese momento había llegado. Es cierto que hubo tristeza en esos últimos días. Nos habíamos acostumbrado el uno al otro y es cierto que el roce crea cariño. Pero yo no me quería quedar. Tenía otros planes, volvería a mi ciudad, intentaría otros proyectos.
Pusimos a su nombre el contrato de alquiler. No me dijo nada sobre lo que pretendía hacer con su vida. La última noche nuestros abrazos fueron más vehementes, tal vez nuestros cuerpos deseaban mantener el recuerdo del tacto ajeno.
No me acompañó al aeropuerto. Desayunamos juntos y ella se fue, como todas las mañanas durante ese último mes, a trabajar. Yo salí poco después. Nunca he vuelto a saber nada de ella. Es verdad que mi vida se ha vuelto algo menos fría, que he aprendido a sacar mis sentimientos. Me pregunto a veces lo que le debo a ello de este proceso. En ocasiones también pienso en ella. Creo que la echo de menos.



Juan A. Herrero Díez

sábado, 23 de agosto de 2008

2º EDITORIAL: NORTE-SUR



2º EDITORIAL
NORTE-SUR


Nos hablan de Norte y de Sur, nos hablan de Civilizaciones enfrentadas y de Alianza de Civilizaciones, nos hablan de Culturas opuestas y de diálogo de Culturas, nos hablan de Primer Mundo y de Tercer Mundo. Nosotros preferimos no guiarnos por conceptos que separan a los seres humanos en grandes concepciones interesadas -Norte y Sur, Primer y Tercer Mundo- o en conceptos que en principio nos gustan -Civilización, Cultura-, pero que, al emplear como términos excluyentes, pretenden desdibujar a la humanidad en su conjunto.
Porque consideramos que sólo hay una única civilización que se manifiesta en formas variadas, ya que todas responden a un patrón humano, y creemos que la cultura es ante todo conexión entre seres humanos. Sólo así se entiende que nos conmuevan poemas y relatos de otros pueblos y tradiciones. Don Juan Manuel recoge, en la tradición española, relatos de reminiscencias indias, persas y árabes, los reconstruye y crea una obra cumbre de la literatura castellana. En América Latina se forman pueblos con elementos múltiples. No podemos negar, es cierto, que algunos de esos elementos fueron fruto de la violencia. A nadie se le debería ocultar la tragedia de la esclavitud, por ejemplo, millones de negros transportados como bestias por la codicia de los mercaderes. Pero la cubana Lidia Cabrera se acerca a la negritud con interés, respeto y deseo de comprender lo que hay de negro en el mundo cubano, y por extensión en otros países de América, cualquiera que sea el origen de la mezcla, aunque sin olvidar tanto sufrimiento. Nada podemos hacer por soliviantar todo ese dolor de la Historia, tan sólo reconocerlo y asumirlo, aprender de la ocurrido, aunque a tenor de lo que vemos hoy parece que poco o nada se ha aprendido. Del mismo modo es como algunos autores blancos se acercaron al indigenismo, otras víctimas de la colonización, y de ahí hayan surgido autores como Manuel Scorza, Ciro Alegría o José María Arguedas, entre los más conocidos.
Amin Malouf, autor libanés que escribe en francés, es cristiano y escribió un libro sobre las cruzadas desde la perspectiva de los árabes, escribió un ensayo Identidades Asesinas, título este que nos parece ya de por sí una referencia al peligro de querer segmentar a los seres humanos en culturas y civilizaciones diferentes. Colocas una etiqueta a un lugar y conviertes a sus ocupantes en parias sociales. Estableces una sencilla frontera, Norte y Sur, y a partir de allí unos podrán gozar del (des)orden de este mundo y otros lo sufrirán. Sin embargo, no debemos tampoco ser simplistas. Del mismo modo que Norte-Sur han dejado de ser conceptos geográficos para volverse símbolo de la ignominia humana, hemos de abrir los ojos para mirar realidad que no son como las pintan. Todos nos dolemos con la versión que nos dan de África: miseria, violencia, desesperación. Pero existe otra África, la del arte, la música y la literatura que explican sus propias realidades y se proyectan al mundo para influir y crear. Picasso no hubiera sido el mismo sin la influencia del arte africano. La música actual tiene influencia africana y su forma de crear música da pie a nuevas mezclas cuyo reflejo se proyecta a través de grupos como Qbamba o 08001. Lo mismo podemos decir de América o de Asia. Sao Paulo o Buenos Aires, Nueva Delhi o Ulan Bator son espacios en los que artistas, escritores, cineastas, músicos o actores también crean, desarrollan y ofrecen al mundo su modo de entender el mundo, su cultura.
La cultura es ante todo mezcla. Pero una mezcla que se lleva a cabo con normalidad. La constante propaganda de multiculturalidad que a veces formulan algunas administraciones nos resulta sospechosa de otras cosas (dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces, expresión popular con un trasfondo real enorme en muchos casos). El mejor compromiso para conocer al otro, para entenderlo y enriquecernos es que podamos conocer lo que se crea en todo el mundo, sin cortapisas. Incluimos en ello la simple charla con el vecino, cualquiera que sea el lugar de donde provenga. No hay más misterio, no es nada nuevo, siempre ha sido así y siempre será. Cuando leemos autores de otros países, escuchamos músicas del mundo, cuando vemos películas de otros continentes y contemplamos sus cuadros, estamos dando un paso por la mejora de todos, de ellos y de nosotros. Hasta es posible que dejemos de hablar de ellos y de nosotros, y pasemos a decir simplemente todos.

SÓLO TE TENGO A TI



SÓLO TE TENGO A TI


Anduve acarreando nostalgias
de una esquina a la otra.
También fuí porteador
de espesas melazas de melancolías.
Murmuré en espacios vacíos
tu singular nombre de azúcar.
Me empapé en lágrimas
y me pervertí por el suspiro gris.
Me hice fuerte pensando
que no eras sólo mía.
Gravité meditabundo y vicioso
por tu cuerpo de verde lima.
Acaricié la rosa de los vientos
y todos los rumbos me llevaban
hacía tu persona.
Me llené de ira desesperada
y todavía respiro algún resquicio
de fuego fatuo anaranjado.
Volé de alegría mientras tú
te encadenabas a mi presencia.
Usurpé cielos celestes y me caí
en barrios de desidia y descontrol.
Te busqué y no estabas,
te habías perdido para siempre.
Te busqué en presidios, en lavabos,
en hospitales, en panaderías,
en campos de batalla, en antros
del uno contra todos, y en otros
antros del todos contra uno,
en fábricas, en cadenas de montaje,
en cocinas de comida rápida,
en tejados y en hogares destrozados.
Te busqué por que quería
buscarte por esa, mi soledad vacía.
Por esa escarcha sobre mi mirada
tumbada y blanca y fría
como el cristal.
Estoy tan cansado de buscarte
que ya no sé qué Erica encontraré.
No sé si encontraré a la traviesa,
a la madre injusta y protectora,
a la alegre, a la violenta, a la buena,
a la dócil, a la voluble, a la desmemoriada,
a la hermana, a la hija, a la prima,
o a la sobrina. La astuta, la bicha,
la angelical, la respetuosa,
la incapaz de nada, la capaz de todo,
la sensual, la sexual, la sensible,
la reprochadora, la vehemente,
la irónica, la novia, la amante, la esposa,
la peculiar, la desconocida, la vital,
la amenazadora, la llorona,
o no sé qué encontrar, ya, ya, ya...
Tú quizás encuentres a ese Cecilio
de pegatina que ponen los niños
el día de los santos inocentes.
O quizás encuentres a ese Cecilio
entregado a tu causa de encierro hogareño.
O quizás no me encuentres
por que no me buscas.
Y si no me buscas... ¿qué hago yo aquí?
¿qué verdad de ti se me ha escapado?
¿qué solitaria razón duerme a tu lado?
¿qué persona es esa que se desnuda ante ti?
¿qué injerto de carne es ese otro yo
que vive para ti, te abraza y te da besos?
¿qué clase de hombre es ese que sueña
que estás ahí con él de noche y de día
y cuando despierta es un choque
con la cadavérica realidad?
No sé dónde estoy...
no sé adónde voy...
no sé por qué desfallezco y me recompongo.
¿De qué materia estoy hecho?
¿Me hallaría el carbono 14?
¿Explicarían algo de mí esos asociacionistas
ingleses que tienen respuestas
de hallazgo certero e inconcluso?
Por que estoy perdido de ti, de tu ausencia,
y no quiero o no puedo encontrarme.
Será que mi vacío de estrellas
me ha dejado compuesto y sin ti.
Me ha dejado buscando a una Erica
que está a mi lado encontrando a Cecilios
que no se parecen a lo que ella esperaba.


Por Cecilio Olivero Muñoz

viernes, 22 de agosto de 2008

SOLEDAD



SOLEDAD


(Soneto)


Tu cuerpo tiene sombra de carcelero
Y una custodia cerrada con llave
Me tienes a mí como perro faldero
Con novato tacto de caricia suave.
Remuevo la huella de tu sendero
Esa huella que de ti nadie sabe
Esa huella donde habita el pero
Esa huella de peligrosidad grave.
Vacío me duermo en los quebraderos
Sueño mundos lejanos en aeronave
Me escondo en oscuros trasteros
Espero hasta que la guerra acabe
Me peleo con usados mecheros
Me coloco de nostalgia con jarabe.
Florecen interrogantes en tus paraderos
No hay piel que sepa como la tuya sabe.


Por Cecilio Olivero Muñoz

jueves, 21 de agosto de 2008

MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES



MUCHO RUIDO
Y POCAS NUECES


(Soneto)


A muchos les atormenta la duda
A otros les atormenta el trasiego
A unos les duele la sordera aguda
A otros les duele el tramposo juego.
A muchos les atormenta el silencio
A otros les atormenta el griterío
Unos son sensibles al frío del cencio
Otros son sensibles al escalofrío.
Otros golpean con mazo y rezan luego
Hay quien por miedo no saluda
Hay también quien teme al fuego.
Hay quien peca de persona testaruda
Hay quien tiene al dinero apego
Y otros que de nadie obtienen ayuda.
Hay quien de rodillas humillan su ruego
Y hay a quien le sirven la vida cruda.





Por Cecilio Olivero Muñoz

LA CIUDAD



LA CIUDAD


La ciudad me arrastra
hacía su jungla del capricho,
hacía su sala de espera,
por senderos de alegria, en un destello
cuando te llaman al instante.
Me llama la ciudad,
me pone su miel
en los labios.
Me espera sensual
y provocadora.
Con su ruido de motores,
con su presencia
de fiesta,
con su risa
entre las voces de los niños
que buscan un tesoro
de juventud.
Me grita con voz de mujer,
me asedia con su vida feliz,
me construye
mis sueños de sol y rosa.
La ciudad me susurra
la vida hasta que me halla
entre cloacas, entre cartón
y libres de horas de brujas.
Los taxistas huyen
de luces y bocinas
y yo huyo de cielos
rojizos como la sangre.
La ciudad me desnuda
borracha y me busca
cosquillas en los pies
y en los sobacos.
Me muestra su dedo índice
y me indica la salida
hacía el puente
de orilla a orilla.
De túnel a espacio.
Me mastica y me engulle.
Me vomita y me arrolla.
Gris ciudad, madre
de las ratas de la basura
que la conocen
palmo a palmo.
Ciudad de piano-bar
y licor de suspiros.
Ciudad de anhelo
y deseo carmín.
Ciudad oscura
por gafas de sol
y humo de cigarrillo.
Ciudad esbelta
y marchita.
Ciudad cruel
y sencilla.
Ruidosa de júbilo
y gracia redonda y alegre.
Ciudad de lamento
y amor primero.
Ciudad de espejo y fuente.
Ciudad que vuela ingravida
como una paloma
entre vacíos de luna.
Ciudad de mis sudores
y decepciones.
Ciudad de silencio
y quimera.
Ciudad lunática
y brillante,
espesura de luces
y árboles que suspiran
por verte de nuevo.


Por Cecilio Olivero Muñoz

DETALLE EN SOMBRAS



Detalle en sombras



Les pude ver cuando llevaban ya un rato en la plaza. Eran tres. Únicas personas en ese momento, destacaban por la lentitud de su avance. Venían hacia el juzgado y parecían depender del paso cansado, casi imposible, de la mujer mayor, enorme, tremendamente obesa, casi incapaz de moverse. Cada cuatro pasos, la mujer debía pararse, se reposaba sobre el hombro de la otra mujer, más joven, más delgada, pero tan ajada como su acompañante. Luego supe que ésta era su madre. La hija se doblaba levemente, lo que daba la sensación, desde mi perspectiva, a unos cincuenta o más metros, de que fuera a quebrarse por la mitad. El hombre se mantenía unos pocos metros atrás, con los bolsos de las dos mujeres colgando de uno de sus hombros y siempre cabizbajo y en un silencio que resultaba patente, a diferencia de las dos mujeres, a quienes veía hablar, más bien cuchichear, entre ellas cada vez que paraban.
Tardaron lo suyo en llegar hasta el edificio de los juzgados. La plaza se podía atravesar, con calma, sin celeridad, en apenas dos minutos. Ellos quintuplicaron ese tiempo. Su lentitud me permitía contemplarlos con atención.
Cuando los tuve cerca de mí, sus rostros ya estaban definidos. Reflejaban bien a las claras, pensé, la tristeza, la ansiedad, la desesperanza. La hija y el hombre ayudaron a la mujer mayor a subir los cuatro escalones que les separaba de la puerta de entrada. Casi tardaron lo mismo que lo que se demoraron en recorrer la plaza. Un policía les sostuvo la puerta. Gracias, dijeron al unísono el hombre y la hija, apenas un hilo de voz. La mujer mayor respiraba con dificultad, emitía un gemido, casi un silbido asmático, cada vez que aspiraba aire. El juzgado de guardia, preguntó la hija. Le apuntamos la cercana puerta. Se acercaron a ella con la misma dificultad que mostraron hasta ese momento. También les costó entrar en la sala del juzgado de guardia y alcanzar los asientos. Cuando la mujer mayor se sentó, pude apreciar su rostro sofocado por el esfuerzo y la angustia, sus rodillas deformes y unas piernas hinchadas hasta el despropósito.
Fue la hija quien preguntó al funcionario. La mujer mayor estaba todavía apurada por la fatiga, apenas podía hacer otra cosa que respirar para intentar recuperar el aliento perdido mientras que el hombre, a todas luces marido y padre, reflejaba estar a su vez tan compungido que sin duda se hallaba afectado por una profunda depresión que le dejaba completamente fuera de juego.
- Venimos a preguntar por Juan José Loira Sánchez. Somos su familia.
- Un momento. -pidió el funcionario tras consultar los papeles que tenía más a mano. Fue hasta otra mesa, revisó otros papeles, luego se dio la vuelta y preguntó a una funcionaria en la mesa de al lado, que miró en ese momento hacia las tres figuras silenciosas que de repente parecían, en su tristeza, ajenos a todo lo que les rodeaba.
El funcionario se acercó de nuevo al mostrador. La mujer mayor, sentada en un banco, de espaldas al empleado, hizo un breve atisbo de levantarse. No se mueva, no, dijo el funcionario, y de inmediato se colocó a un lado para la mujer pudiera verlo de refilón. Entonces, con sencillez y cierta profesional distancia que no carecía por ello de una compasiva deferencia hacia los familiares, les comentó lo que había sucedido poco antes de que llegasen.
- El juez ha decretado prisión provisional. Ha sido hace bien poco. La policía lo acaba de llevar. Lo siento. Aunque lo más seguro es que no hubieran podido verlo aquí.
- ¿Podemos ir hoy? ¿Nos dejarán verlo?
- No lo sé. Mañana, seguro. Pero hoy, no lo sé, hay que hacer los trámites y es posible que no les dejen.
Guardaron silencio. A pesar de la noticia, quizá no por esperada no menos hiriente, los tres mostraron la misma tristeza, la misma ansiedad y la misma desesperanza que cuando llegaron. El funcionario no quiso romper el silencio. Esperó tras el mostrador a que quisieran saber algo más. Parecía habituado a dar ese tipo de noticias. La mujer mayor y la hija entrecruzaron miradas. El hombre parecía encerrado en sí mismo, como si fuera una mera sombra de las dos mujeres. Me sorprendió que fuera él quien rompiera el silencio, como si de repente recobrase alguna de sus funciones.
- ¿Cómo se llega a la cárcel?
- No lo sé. -respondió el funcionario, que dudó unos segundos, como si no esperara que le dirigieran aquella pregunta- No tengo ni idea. –repitió dos veces, titubeante.
Intervine en ese momento. Me acerqué al hombre y le indiqué cómo llegar. El hombre me miró y parecía que retener lo que yo le decía le iba a suponer un esfuerzo enorme. Pero no me pidió ninguna aclaración. Mientras tanto, la hija contemplaba desde el ventanal próximo a tres niños que cruzaban la plaza dando patadas a un balón y a una mujer que sacaba a un bebé de su sillita para evitar seguramente que continuara llorando. Su madre, por su parte, pensaba mientras miraba el suelo, como ida o como si meditara profundamente sobre la vida.
- Sabe -me dijo el hombre-, se trata de mi hijo, no es mala persona, simplemente es esa cosa. No lo puede evitar…
- Entiendo… lo siento… -Nunca he sido bueno en estas situaciones, me superan.
- Déjalo, Julián -dijo de pronto su esposa, con una suavidad de la que parecía incapaz-, no te apenes ni llores -y es que el hombre parecía haber iniciado un callado sollozo-, tal vez sea mejor así.
En ese momento la secretaría del juzgado me llamó, recogí mi informe pericial que había dejado en el asiento y me despedí del hombre. Al salir del despacho del juez, ya no estaban allí.



Juan A. Herrero Díez

PARALELO UNO



Paralelo uno


Pensé en la teoría de los mundos paralelos y en que podía ser cierta. Al fin ya al cabo no cabía la casualidad en aquel encuentro, tampoco creí que fuera posible atribuirlo al destino. Por tanto no quedaba más explicación que aquella, ya saben, la teoría de los planos paralelos que asegura que cada uno de nosotros vive historias diferentes en distintos ámbitos espacio-temporales, innumerables en su número, infinitas en sus posibilidades, pero siendo siempre la misma persona, aunque en circunstancia diferentes (lo que, según el filósofo, haría que no fuésemos realmente la misma persona).
Pero vayamos al hecho en sí, una mera anécdota. Subía las escaleras del metro. Iba despistado, pensando en mis cosas, nada importante, sin duda, sin muchas ganas en esa altura de mi vida de seguir en una ciudad que había comenzado a detestar, si es que alguna vez la había amado. De pronto me fijé en la mujer que subía un par de escalones por delante. El corazón me dio un vuelco. Aquellos hombros rectilíneos, aquel pelo castaño, rizado y atado en una abundante coleta, aquella forma de vestir, tan colorida, no podía ser otra persona, no me cupo duda alguna de que se trataba de ella. Hacía años que no la había visto, dos, tres, quizá cuatro, y lo único que supe en todo ese tiempo, por un amigo común, era que se había ido a vivir a otra ciudad, no muy lejos, por otro lado, de aquella en que yo estaba. Por tanto no era descabellado que más pronto o más tarde nos volviéramos a ver por mera coincidencia.
Aceleré mi paso para verla el rostro. Me di cuenta enseguida: no era ella. Pero el parecido era enorme, casi el de dos hermanas gemelas. Bien sabía, sin embargo, que era hija única. Ella se dio cuenta que la miraba. Sus ojos denotaron un cierto susto, aunque luego supe que indicaban sorpresa. Ya habíamos salido a la calle. No pude menos que disculparme. Perdone, le dije bastante cohibido, dudé si tutearla, me ha recordado mucho a una persona que conozco. Ella sonrió levemente. A mí también me recuerda a alguien, comentó. Qué casualidad, exclamé, y entonces me vi obligado a aclarar todavía más mi intervención. Esa persona, le dije, había sido una novia mía, bueno, más bien una relación. A veces me costaba acudir al término exacto. Ella se rió algo forzada, supongo que la situación le resultaba también extraña. Me recuerda usted también a alguien muy cercano, me dijo. Nos quedamos mirando, atolondrados, sin saber qué decir, aunque ella parecía más desenvuelta, menos tensa.
Fue entonces cuando pensé en la teoría de los mundos paralelos. Qué quieren, me impresionó, me dio vértigo, no lo sé. Sonreí más por ser amable. Me despedí. No creí necesario añadir nada más. Luego, al instante, lamenté dejarla marchar sin más, me hubiera gustado saber cómo me va por otros mundos. Tal vez porque por entonces no me sentía muy feliz en aquel que ocupaba.



Juan A. Herrero Díez

miércoles, 20 de agosto de 2008

CANCIÓN PARA UNA NIÑA



CANCIÓN PARA UNA NIÑA.
Mi niña tiene una pena
en el corazón de agua,
y se le hace caracola
en calles de ruido y mirada.
Mi niña es alegría tan sola...
cuando la verdad es nada,
es lagartija sin cola,
es cola recien cortada.
Ella sufre alejada y tan sola...;
mi niña nunca es envidiada.
Se calienta si se incomoda
(a rota lengua sosegada...).
Luna cuidala de las mareas
de las teas y las alhambradas,
y cuidala de antiguos estrategas
y ocultas murallas rasas.
Niña, niña, sin triste mecenas,
niña santa, perversa y sacra,
niña de espejo de luna y agua;
¡dime niña, si se remedia!
el ronco del mar cuando calla
y el pálido color que asedia,
la astuta flecha que calma,
la vuelta en dos y una y media
latido de volcán el mar brama.
-Dime niña luz del fuego-
semilla que abre pura su agua,
cenicero que se vacia y apego,
cumbre entre sudor y palabra.
Si el amor es uno y solo ruego
¿Qué me aguarda de su alma
si soy vida ante el muro ciego?
¿por qué esa ruleta rusa dispara?
La confusa parodia del miedo
y al despertar es ceniza, herida y brasa.
Por Cecilio Olivero Muñoz

VIVO EN PAZ CONTIGO



VIVO EN PAZ CONTIGO
(Soneto)
La solitaria aguja del reloj
Es estar sin tu voz nueve horas
Capricho vacío debe ser menor
Que comerse las migajas a deshoras.
Huyo de la oscura habitación
Cumbre alejada que decoloras
Norma sin ti, justa ley del talión
Toda venganza es tuya si la cobras.
Escribo poemas y veo televisión
Le busco la sal a las dulzonas horas
Gano medallas como rey del lamparón
Me revuelco en el corcho de las auroras
Hago de rodriguez, me pongo comodón
Te dibujo en gasolina y te evaporas.


Por Cecilio Olivero Muñoz

CUADERNO SINCERO



CUADERNO SINCERO
(Soneto)
Cuando peco de sincero necesitas
Que te mienta por que te quiero
Y ponga en tu herida tiritas
De aquellas de las del Don Dinero.
Llevas en mi memoria inscritas
Las sílabas de a lo que me refiero
Familias entre señoras y señoritas
Parezco un sospechoso peluquero.
Llevas entre las mejores y favoritas
Las claves de este puzzle de caballero
¡Las claves de este reino de exquisitas!
Me meces entre el negro del bolero
Me traes compañía, gentes de visitas
Me calientas de carácter friolero.


Por Cecilio Olivero Muñoz

lunes, 18 de agosto de 2008

1er EDITORIAL: COMPROMISO CULTURAL O ESPECTÁCULO CULTURAL

1er EDITORIAL

Compromiso cultural o espectáculo cultural


Las épocas de crisis son quizá momentos muy oportunos para cuestionar lo que hasta el momento se ha llevado a cabo y para plantear nuevas formas de actuación. Si aplicamos esta labor de mirar atrás en el ámbito cultural, y además proyectamos la mirada en los últimos treinta años, el balance no puede dejar de ser bastante desalentador. Vaya por delante que no queremos hacer un ejercicio de nostalgia y mucho menos elogiar lo que había antes, teniendo en cuenta que en ese antes lo que hubo fue una dictadura que nada tiene que ver con nuestros planteamientos.
Pero resulta evidente a cualquier persona que tenga una mínima mirada crítica de la realidad que en el ámbito cultural el panorama se ha deteriorado bastante, principalmente en los noventa y en estos primero años de siglo XXI. Para las administraciones públicas -estatal, autonómicas y locales- la Cultura se ha convertido en un barniz para la propaganda, han promocionado grandes infraestructuras culturales -grandes museos, teatros inmensos, espectáculos grandilocuentes como el Forum de las Culturas de Barcelona- sin tener en cuenta que después a esas costosas infraestructuras había que darles contenido. La apuesta por el espectáculo cultural a lo grande olvida el trabajo cotidiano de otros sectores que, no por ser modestos, son menos importantes, más bien todo lo contrario, creemos que en este como en otros ámbitos la verdadera medida es la medida humana y la cultura debe ser un espacio de intercambio entre personas, por lo que la apuesta de las administraciones tendría que estar dirigidas a apoyar las iniciativas más básicas, las que se mueven mejor en el entramado social.
En el sector privado hubo un momento de especial desánimo. La concentración editorial parecía que iba a convertir la literatura en mera mercancía. Se cerraron librerías, algunas de ellas míticas. Las televisiones privadas apostaban en su mayoría por el embrutecimiento social puro y duro, desapareciendo toda programación cultural, incluso de las televisiones públicas, lo que es más grave. A nadie se le escapa el potencial que posee un medio como la televisión. Llama la atención que no exista en ninguna televisión generalista un programa sobre libros, por ejemplo, en un horario diurno. Por fortuna, las nuevas tecnologías y el abaratamiento de este sector ha permitido que surjan pequeñas iniciativas esperanzadoras: nuevas editoriales que apuestan por la literatura de calidad, páginas web de contenido cultural, televisiones y radios locales, nuevas propuestas de vídeo y audiovisuales. Todo no va a ser deprimente en el panorama que dibujamos.
Por último, aunque podría ser un tema aparte, nos preocupa el retroceso en el ámbito educativo, algo que todos los sectores, tanto políticos como sociales, han denunciado. Unos estudiantes de educación básica y media que salen de las escuelas e institutos mal formados encontrarán problemas no sólo para incorporarse al mundo cultural, sino para entender el medio en el que desenvuelven sus vidas. Asignaturas como literatura o filosofía quedan restringidas a áreas concretas.
Hasta aquí el balance. Evidentemente no tenemos la barita mágica para solucionar los problemas, pero nos gustaría lanzar esta piedra sin intención de guardar la mano, sino de plantear un debate necesario.

LA ANIMALADA



LA ANIMALADA
Todo un zoológico
de diversa fauna
enseña su colmillo
y extiende su garra
a toda una humanidad
desheredada
que come su triste sopa de telaraña
viendo la caja tonta que ni es caja
ni es tonta.
Es ilusión lejana
que se esconde en el engaño del mundo.
Es escaparate de maniquíes de ficción y oropel
que visten su traje de poliéster
en el vacío del sueño.
Es quimera de alcohol
que se evapora fermentando belleza en los anaqueles.
Los buitres negros presumen
de la soberbia de la cazuela,
las hienas lloran
su noche oscura a la luz de las velas,
los leones custodian las patrias
del miedo,
y las aguilas son simbología
inexacta de una libertad
en el subsuelo y el sótano.
Las mortajas son jerarquías
del perro que aulla
de hambre,
en los cielos los zopilotes
se arrancan del pico
la limosna incesante
de los basureros del mundo.
Una estampida de caballos
salvajes buscan una sed
relinchando a muerte bajo los vencejos.
Los gorriones lamentan
el día gris en que nacieron,
los fantasmas son la carroña
que abren la quijada hambrienta del mundo,
los gatos son misterios
del oro en el valioso tiempo
que lloran como recién nacidos
bajo el calor de los motores de coche.
Los mofetas se esconden en los camiones
y huyen de la luz de las linternas,
los pingüinos son navegantes
clandestinos de la vida
que navegan en la volteleta del agua salada
que pesa más que el agua dulce.
Los monos y los gorilas
herederán la tierra
por que son el futuro del mundo
y el ayer es mañana.
Los lagartos quieren ser cocodrilos
y lloran lagrimeando pura sal
que es la única esperanza
que el río anhela.
El rinoceronte y el hipopótamo
son grises historias
que pasan de tribu a tribu
y de generación a generación
por que es la luz de sus ojos el secreto del viento.
Los mochuelos ya no son primos
del búho,
los lobos desprecian la dentellada
del perro,
los buenos corderos patean a la oveja negra,
y las gallinas prefieren pollo sumiso
antes que gallo que las domine.
Las ranas amarillas son bestias del mundo
del insecto y el parásito hecho satélite,
y los sapos azules son ángeles
del inmundo aspecto,
los loros y las cotorras
han hecho colonia en las ciudades de Europa,
y los jabalíes son almas cándidas
que no huyen del alba.
Las grises monotonías de cemento
reparten relojes-calculadora
los días primeros de cada mayo,
y los elefantes blancos levantan su trompa
en los cementerios del mundo.
Las esferas de humo son monedas
falsas con que pagar el confort,
y las panteras albinas y los osos del invierno
se comen la perla
que esconde
la mezquindad de la hormiga.
Ya no hay necesidad de armas
pues las armas necesarias
tienen su origen en la cuchara y el tenedor.
Delfines borrachos de océano ungido en chapapote
comen chanquetes repletos
de divinidad nociva.
Las llamas no llaman
a la gratitud princesa,
la llaman prostituta
que para vacía en la desnudez de la esquina.
Colibríes son heraldos de muerte en la carcajada
y amigos del desorden mental que descompone
al niño.
Las grandes verdades
están repletas de pequeñas mentiras
y los coyotes se ríen de las solemnes fronteras,
el condór es ave que exige un azul en el cielo,
y las ratas grises de la ciudad
sin nombre
son los testigos de la injusticia ciega
que a todo hombre toca caprichosa.
Las ardillas rojas
le buscan el rastro
a los monederos
y los pirañas en tropel
le hurgan en los bolsillos a los enfermos del alma.
Las miradas son lobos
que buscan carnaza,
los besos son garrapatas
que buscan un oportunismo granate abrazado al te quiero,
los ratones son la bombilla de la ciencia
y el único tesoro y fuente de las maravillas.
Hay mundos que no conocen mundos.
Hay verdades que no conocen verdad.
Las ladillas son honra
que llevarse a los labios,
y los gallos duermen la batalla del ácaro
y no cantan en la primera luz del amanecer.
Los cerdos cotizan en bolsa
y el conejo es un asesino
en la angustiada ley del silencio.
La cárcel del mundo
es el mañana.
La oportunidad es un fracaso.
La mentira es diario
del hoy y del pasado-mañana,
y el ocaso es un sueño que pinta lejano.
Los ratones de biblioteca
han perdido la esperanza
de cambiar el mundo,
y las mulas son mujeres
que nacen marchitas de paz y de amor,
los asnos son banderas de burla y bombas trampa
y los pájaros
son un manojo de ilusiones que escapan
del sueño.
Tanta animalada se comete
entre tanto raciocinio...
tanta barbaridad entre tanto animal...
tanta inmundicia que avarician
los mosquitos
que ya no se unen
en la quimera de sangre
que los vivos y los muertos tenían.
Las jirafas no llegan al alto final
del mes en su sombra,
las moscas verdes no creen en la mierda,
las luciérnagas se extinguieron
en los oscuros pesares que la naturaleza creó,
y los escorpiones andan a espalda cubierta.
Los zorros se creen que la noche está loca
y las avispas son monedas
que meter entre los dedos.
La comadreja es hermana del cuco
y ellos son artesanos negros del esqueleto
que se llevan las hurracas a sus nidos brillantes
donde esconden austeras la avaricia del siglo XXI.
El puma y el otorongo
se han hecho antropófagos
y ahora el puma y el otorongo
si comen puma y otorongo.
¿Toda esta fauna existe en el mundo?
¿qué cielo gris del alba se vuela?
¿qué estorbo tan grande es un diminuto
problema?
¿qué aliento de Dios
se nos vuelve a pegarnos?
¿qué traición existe a la vuelta de la esquina?
¿qué confianza ciega
nos ataca por la espalda?
Así es la naturaleza, amigo,
la pureza se corrompe
y lo impuro se hace luz.
Así es la mutación del hombre
pues se vuelve animal
de tanto imitarlo.
Nos imitan los perros,
nos imita el papagayo,
nos imita la muerte,
nos imita la vida,
y todos nosotros imitamos
la inocencia,
todos nosotros imitamos
a lo salvaje.
Así es la ley de la selva,
así es cómo sobrevive el más fuerte.
Así es cómo sirven la vida cruda,
así es cómo el hombre
es jardinero de muerte.
Así es cómo se vive entre muerte.
Así es cómo todo es ley de vida.
Así es cómo se esculpe un mundo en locura.
Por Cecilio Olivero Muñoz

viernes, 15 de agosto de 2008

Nevando en la Guinea



NEVANDO EN LA GUINEA
Torre-Romeu
15-08-2.008
Nevando en la Guinea es una revista que debe su cometido a causas tan injustas que los hombres de acero suplicarían su paz merecida a la canción que de ellos habla. Debe ser el lugar donde se expresen nuestras libertades y también nuestras represiones. En África la ley del talión y la injusticia son pan de cada día, pero tenemos que conseguir esa fuga necesaria de la realidad y sopesar todos los nefastos dolores que esta vida nos causa, y comprometernos con ese dolor, en un mundo, que está cada vez más corrompido. La agonía de África la hemos provocado todos. Debemos volver al origen del hombre desde su tribu y partir desde la esencia más recóndita del ser humano. El origen del mundo no está muy lejano y el hombre debe reconocer su paraíso perdido donde tenía que cazar y luchar y defender su territorio para sobrevivir. Hay partes del mundo donde viven al día y se intenta sobrevivir de una vida llena de calamidades y necesidades. Hoy en día no conocemos lo que un africano tiene que luchar para llevarse el pan de cada día a la boca, y no sólo en África, si no en casi toda Latino América y Centro América, y también en algunas zonas de Asia. La realidad de la vida es un mundo que no conocen los ciegos del corazón y del egoísmo superficial. El hambre es un mal que prevalece inexpugnable en la lucha de muchos hombres que dejaron sus trabajos y sus hogares y sus familias para irse a luchar contra ella. El hambre es la epidemia de esta era, (sin olvidar al SIDA) es una epidemia que debemos eliminar de este mundo con constancia y con el alma en vilo acechándola lustro tras lustro hasta erradicarla de la faz de la Tierra. Pero somos incapaces de dar la mano a nuestro vecino y apoyarlo en la carencia y la desgracia y sólo tenemos el don estúpido de la ceguera insensible que nos aleja de un mundo extraviado en su verdad. Pero yo digo: ¡que vamos a ganar la batalla! Por que invoco a los luchadores más excelsos y fuertes para que, codo con codo, suprimamos el dolor que parte en dos mitades a la Tierra y la hagamos una sola como ejemplo de buena dicha que une por las manos a los hombres. Suena una música en mi interior, un canto arcaico y ancestral, una divina voz que emana desde la verdad hasta la mentira que todos contemplan. Uníos todos, hombres del agua pura, hombres de la sabiduría del galeno sin lucha, hombres combatientes con ideales impertérritos llenos de coraje rojo, hombres que emergen desde el fuego hasta la mina del diamante, hombres dispuestos a darlo todo por la verdad, hombres capaces de llegar a saborear la victoria contra el hambre, hombres que nacieron para luchar por sus hermanos, hombres buenos, fuertes, sensibles, humanos, uníos todos en mi hemisferio tropical y salid desde vuestras penumbras de asfalto y cemento y combatid la injusticia de esos otros hombres que no reparten su pan. Venid y abrazad la única fe que hace al hombre libre y lo convierte en el ser divino y salvaje que un día acunó esta Guinea de fértil magnificencia y noche antigua donde los hombres ancianos esculpieron la puerta de la única realidad del mundo. Venid y uníos a nuestras ensoñaciones y verted sobre los mezquinos el puño calloso del hombre y su trabajada tierra. La tierra debe devolverse al hombre que la trabaja, que la labra y la fecunda, que la hace al injerto y a la simiente, que llora cuando el granizo estropea su cosecha, que sufre en las heladas y deja caer su sudor en ella. De dos en dos partirán los bueyes hacía el misterio del agua y los hombres se harán acero y luz ante la ceniza del dolor. El hombre conquistará el altivo reino del rinoceronte y con un cuerno de toro en la mano divisará la aurora que asoma tras la montaña y señalará en ella su horizonte innegable. El hombre será piedra y tronco de la palmera y luchará por la justa armonía de los pueblos del mundo. El hombre será invierno, verano, primavera y otoño y será fuente del pasto de su ganado y la esencia de la vida. El hombre cortará la espiga de la paz y emergerá desde la acequia hasta la cumbre del sol. El sol será testigo de la inmensa proeza que cambió a la Tierra. La luna será vértice de luz para que la cosecha brote en la flor de la tierra que el hombre encumbró. La lluvia será fuente de riqueza y permanecerá inmortal ante los ojos del hombre. La nieve será copo de azúcar y harina de chuño. La nieve será el símbolo eterno de la luz de los ojos del ser humano. La nieve será delicia turca y mazapán de Estepa. La nieve será la ceniza de las estrellas y el sueño del pelicano azul que voló en los bosques de palmeras. La nieve será pétalo de sal y dicha del cielo. La nieve será lamento blanco que de noche llora la ausencia del hombre. La nieve será la paz que baje del cielo y florezca en las ramas del cerezo anunciando una vida nueva. No pararemos hasta escuchar el infinito sonido de la frase: Nevando en la Guinea. Esa infinita frase que hace al hombre dueño de su destino. Gracias por leernos.

jueves, 14 de agosto de 2008

BIENVENIDA A LOS LECTORES


BIENVENIDA A LOS LECTORES
Torre-Romeu
14-08-2.008

Damos la bienvenida a todos los lectores. Queremos dar un cómplice guiño a esos seres que andan solitarios por el mundo buscando una razón que parte de la utopía, esa isla remota llamada utopía que tan buenos frutos nos puede brindar. Queremos difundir, a través de la poesía, otra visión del mundo, otra visión de lo real, otra perspectiva desde la cual todos puedan apreciar una nueva visión de la vida, de su vida, y de la realidad, de su realidad.
Queremos esparcir nuestros deseos y anhelos en pos de una libertad de expresión, en pos de una infinita fe, en pos de un magnánimo deber de coherencia que no dista mucho de las verdades o grandes verdades que el mundo nos pueda ofrecer.
Buscamos otro sendero donde las estrellas son luz-guía de un sur, de un hemisferio tropical, en el que de debería nevar una paz de pureza que acentúe la verdad extinguida por la hipocresía del poder y los intereses creados. Anhelamos una aurora azul de sueños. Debemos frecuentar las tabernas de unión y divisar los lugares bellos de ubérrima libertad en pos de la virtud de la vida, que es el amor por ella misma. Debemos unir océanos, unir orillas, unir culturas, unir los soles con las lunas, y unir también ideas con opiniones de luz y cándidas almas desfloradas. Seremos rumbos y senderos y vías de escape por las que salir de la opresión, de la desidia, del tedio, de la mentira, y de todo aquello que nos desplaza de lo que de veras somos. Debemos conseguir ese estado de trance que sólo la buena literatura puede darnos. Debemos partir desde la poesía hasta la realización completa que se aleja sin pensarlo de nuestras frustraciones. Debemos abrir los ojos, bailar en las hogueras, emborracharnos de alegría, inventarnos un nuevo mundo, extasiarnos de amor, huir de las devociones, crear una locura totalmente sana y llena de gozo, cabalgar entre los sudores del cuerpo, imitar a la vida, reírnos de los hipócritas, insultar a los moralistas, pecar en los rincones, ahuyentar a los aburridos, follar en las terrazas y en los balcones, espantar a los reprimidos, retomar el amor, culminar la batalla de los luchadores que desfallecen, florecer de placer en noches ancestrales, emerger desde los sueños imposibles, unir a los pesimistas con las virtudes de los optimistas, gustar a los disgustados, soñar con estrellas púrpuras, creer en lo que de verdad importa, invocar a la belleza, despreciar a los que nos juzgan, liberarnos de los dogmas y las doctrinas, perpetrar amores en las esquinas, unirnos a los puros y a los felices, otorgarles una nueva visión a los deprimidos, caerles mal a los que caen bien, habitar las selvas, habitar los oasis, habitar en los desiertos, caminar desnudos por la vida, llenar de licores y pitanzas a los desheredados de la tierra, descubrir las silenciosas noches, cantar la canción de los momentos de luz, fomentar la paz entre las gentes, luchar por la verdad en la tierra, escapar de las prisiones del alma, pero sobretodo entender de una vez por todas que está: Nevando en la Guinea (ese lugar del mundo donde la utopía es posible). Gracias por leernos.

miércoles, 13 de agosto de 2008

SER INMIGRANTE EN ESPAÑA



SER INMIGRANTE EN ESPAÑA
Torre-Romeu
09-08-2.008
Queridos lectores, ser inmigrante hoy en España es para nosotros una aberración. Y es por que no nos acordamos cuando en tiempos del “general “ salíamos como temporeros hacía Alemania, Holanda, Suiza, etc… cierto es que tampoco nos querían, pero no teníamos alternativa. No nos acordamos de los exiliados españoles en México, Perú, Colombia, Cuba, Argentina, Chile y otro largo, etc… tenemos muy mala memoria.
Ahora el inmigrante además de tener un trabajo precario y, a veces no muy digno, tiene que sortear peligros, malas caras, malas contestaciones, agresiones verbales, indiferencia, humillaciones, desprecio, y dejamos entrever esa carencia de educación y de sensibilidad que no todos tenemos.
El hecho de solicitar un documento, o el hacer una simple pregunta, se convierte para el inmigrante en una temeridad, ya que, siempre, o casi siempre, la respuesta es con un alto grado de despotismo y muy carente de tacto y sentido común. Debemos saber que son ellos los que cuidan de nuestros ancianos, son ellos los que recogen nuestra fruta, son ellos los que nos sirven las consumiciones en el bar, y son ellos los que aguantan nuestra incomprensión.
Muchos se quejan que mandan dinero a sus países, pero están en su derecho. Ellos se lo trabajan, pues tienen el derecho de hacer con su dinero lo que les plazca. Tenemos que aprender a convivir con ellos. También es cierto que algunos vienen a cometer delitos y hacer desordenes en nuestras rutineras vidas, pero también los hay que vienen a trabajar y a buscarse la vida. Ser inmigrante hoy es jugarse la vida y la salud. Ser inmigrante hoy es desprenderse de tu entorno y tu familia para tener una vida digna, la cual, no la consiguen en sus países de origen.
Gracias por leernos.

LA POESÍA NO TIENE PRECIO



LA POESÍA NO TIENE PRECIO
Torre-Romeu
09-08-2.008
La poesía debe estar al alcance de todos. Debe ser el infranqueable reducto donde todos nuestros pesares y nuestras frustraciones, donde todos nuestros problemas y vicisitudes, encuentren la paz en la poesía. La poesía es ese lugar donde está la imagen entre lo imperceptible, que apenas se ve, y ese profundo sentimiento que dejamos silenciado y en la poesía encuentra su quinta esencia. La poesía debe salir del corazón, debe ser el corazón, el único nacimiento de manantiales donde el amor logra su cima y enlaza con la esperanza de la vida. La literatura es dar la vuelta y dar luz a oscuridades provenientes del sentimiento recíproco o no correspondido. La poesía debe imitar bien los derroteros de la vida. Debe dejar caer su luz disimuladamente, de tal forma, que no llegue a ser perceptible para el visible ojo clínico humano todo el tesoro que de ella se sustrae. Para mí la poesía debe ser el perfecto estado entre lo notable y lo que no se percibe. Debe estar en yuxtaposición con el amor fraternal de los hombres. Debe surgir de un aflore hacía una temática viva del sentimiento. La poesía puede ser en imágenes o en descripciones, y debemos dejar que en ellas se contemple un panorama excelso sobre lo que se quiere llegar a contar. Debe ser un análisis filosófico, literario, psicoanalista, e inclusive, diametralmente opuesto a intereses materialistas. La poesía es la única expresión artística que está en paz con los intereses creados en pos de la expansión del arte. Es el único arte que no está podrido y tocado por la varita insaciable del dinero y del poder y sus intereses materiales. La poesía es lo único decente en nuestras vidas. Con esto quiero invitarles a que conozcan más sobre la poesía y decirles que todo sentimiento de amor y cariño debe estar más en alza que la estúpida ideología de la superficialidad que hoy día amortiza su valor en alza. Espero que tengan una vida a codo con codo con el poder que ella emana de sus carnes hechas palabras que pululan de humanidad. Salud, revolución y poesía. Gracias por leernos.