jueves, 21 de agosto de 2008

LA CIUDAD



LA CIUDAD


La ciudad me arrastra
hacía su jungla del capricho,
hacía su sala de espera,
por senderos de alegria, en un destello
cuando te llaman al instante.
Me llama la ciudad,
me pone su miel
en los labios.
Me espera sensual
y provocadora.
Con su ruido de motores,
con su presencia
de fiesta,
con su risa
entre las voces de los niños
que buscan un tesoro
de juventud.
Me grita con voz de mujer,
me asedia con su vida feliz,
me construye
mis sueños de sol y rosa.
La ciudad me susurra
la vida hasta que me halla
entre cloacas, entre cartón
y libres de horas de brujas.
Los taxistas huyen
de luces y bocinas
y yo huyo de cielos
rojizos como la sangre.
La ciudad me desnuda
borracha y me busca
cosquillas en los pies
y en los sobacos.
Me muestra su dedo índice
y me indica la salida
hacía el puente
de orilla a orilla.
De túnel a espacio.
Me mastica y me engulle.
Me vomita y me arrolla.
Gris ciudad, madre
de las ratas de la basura
que la conocen
palmo a palmo.
Ciudad de piano-bar
y licor de suspiros.
Ciudad de anhelo
y deseo carmín.
Ciudad oscura
por gafas de sol
y humo de cigarrillo.
Ciudad esbelta
y marchita.
Ciudad cruel
y sencilla.
Ruidosa de júbilo
y gracia redonda y alegre.
Ciudad de lamento
y amor primero.
Ciudad de espejo y fuente.
Ciudad que vuela ingravida
como una paloma
entre vacíos de luna.
Ciudad de mis sudores
y decepciones.
Ciudad de silencio
y quimera.
Ciudad lunática
y brillante,
espesura de luces
y árboles que suspiran
por verte de nuevo.


Por Cecilio Olivero Muñoz

No hay comentarios: