viernes, 2 de marzo de 2012

21º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea




21º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXV de la 2ª etapa/02-03-2012

EDITORIAL LXV
Más cultura, por favor

Es evidente que hay en todo el planeta una oleada de revueltas, rebeliones, protestas, rebeldías y otros movimientos de crítica al (des)orden de este mundo. A la denominada primavera árabe, que se inició en Túnez y se expandió por otros países norteafricanos y de Próximo Oriente, le siguió la revuelta en otros países donde ya existía no poco malestar. En Grecia hablamos ya abiertamente a fecha de hoy de situación prerrevolucionaria. En España, el Movimiento 15 de Mayo, al igual que en Israel, ocupó con campamentos las plazas y los espacios públicos de ciudades y pueblos; en Estados Unidos el movimiento Occupy Walt Street con su equivalente británico, Occupy London, atacó y ataca aún hoy el corazón mismo del capitalismo mundial; también se da en países de África Negra, como Senegal o en Guinea Conakry, cuyo movimiento sindical es fuerte y activo, o en los países del Este europeo, como Rumania, donde la calle está siendo invadida por un fervor de cambio ante una realidad frustrante.

En América Latina no se trata de algo novedoso, hace ya lustros que se lucha y se aboga por un nuevo modelo social que rompa las estrecheces de una realidad hiriente y que ha marginado y margina a millones de personas mediante la pobreza, la desigualdad, la represión, la segregación racial o social, la opresión. Autores como Eduardo Galeano, un clásico ya de la sensibilidad social y la rebeldía, o Raúl Zibechi introducen al discurso radical un humanismo de nuevo cuño que rompe el esquematismo de las teorías clásicas que el tiempo había cubierto de rancio.

No podemos descartar que en los próximos meses se acentúen las revueltas en China, donde la vulneración de los más elementales derechos sociales y humanos, atacados por una maquinaria política heredera del peor estalinismo y por un capitalismo salvaje rabiosamente inhumano, es un estigma difícil de aceptar. 

Estamos, pues, ante un escenario nuevo, el mundo está pariendo seguramente una nueva sociedad.

Nos preguntamos qué papel puede jugar en este nuevo mundo la cultura. En las épocas de crisis suele aumentar el miedo -miedo a la pobreza, a la exclusión, miedo a la violencia física, a la moral-, pero también se acrecienta la imaginación y el arte abre con ello nuevos ámbitos. Las Vanguardias nacieron en un momento de profunda crisis. Surge hoy un nuevo activismo cultural que une la crítica a la realidad con un activismo radical en su sentido más literal: pretende analizar la vida desde su propia raíz.

Ni que decir tiene que estamos entusiasmados ante lo que sucede, ante esas protestas que indican que aún hay esperanza, aun cuando haya mucha desesperación en ella. Tampoco podemos dejar de temer las tendencias reaccionarias, netamente defensivas, que adoptan los Estados. Lo hemos visto estos días en Valencia, España, donde unos jóvenes cuyo delito fue denunciar la falta de estufa en su centro de estudios mediante una pequeña concentración en la calle fueron apaleados y reprimidos. La crisis está recortando medios en la educación. Tenemos que denunciar este hecho como una agresión a la población, como un acto de violencia contra la cultura. Porque recortando en educación tal vez se ahorren algunos millones de euros, pero estarán sacrificando varias generaciones a la miseria intelectual. No es que la educación en España sea hoy una maravilla, pero reducirla aún más es un error que este país, igual que cualquier otro, no se puede permitir.

Más cultura, por favor. Porque podemos vivir sin muchas cosas, pero no sin cultura que nos permite relacionarnos unos con otros.

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UN POEMA ECONÓMICO Y OTRO MITÓMANO
Por Cecilio Olivero Muñoz

COMPRO ORO

Ahora se compra el oro a un precio alto,
muy alto, tan alto, que por unos gramos de oro
te dan un manojo de billetes sudados.
Al vender el oro que durante tu relación
fuiste reuniendo como cualquier cosa,
te dieron para pasar tres meses sin preocupaciones.
Regalos de aniversario, momentos especiales,
agasajos y otras prebendas, oro amargo.
Ahora necesitas venderlo.
Cuando lo vendiste en la casa de empeños
el señor tenía allá en su caja de madera
toda una amalgama de oro viejo y usado.
¡Qué pena da todo aquello que se da por perdido!
Al salir de la casa de empeños
se dieron por perdidas tantas cosas…
pero ganaste otras, y esas serán para siempre.
Ahora te compran el oro a buen precio.
Si quieres vender el oro de una relación pasada
ahora es el momento idóneo.
Te dan un manojo de dinero sudado
y a cambio tú les das tu oro, también sudado.
Al salir de la casa de empeños
te quitaste un gran peso de encima, sí,
pero también, tienes que admitirlo,
te quedó un vacío inmenso adentro de tu corazón.
Como si el peso de ese oro vendido
ocupara el lugar de ese vacío que te quedó.
30 gramos, a 27€ el gramo son 810€.
8 años, a estas alturas, pesan como chatarra.

***

LA AUTOPSIA DE MARILYN

Marilyn te busco entre tus mejillas rosadas
y no puedo encontrarte,
veo que te meten en la ambulancia
y te sigo buscando en la autopsia sagrada
que desconoce tu nombre de estrella devorada,
Marilyn, tus abogados, Marilyn,
Marilyn, tus fotografías fijadas, Marilyn,
tus perfumes, tu flor de chantilly,
Marilyn, mis visitas a tu tumba, Marilyn,
tu embrión muerto es una estrella fugaz,
digo esto, Marilyn, ahora que sé
que nada te duele desde el paseo de tu fama,
Marilyn, tu pintalabios ebrio de ti, Marilyn,
tus tacones sonando en su rutina,
en su ritmo binario,
Marilyn, tus cosquillas apagadas, Marilyn,
tus ojos quietos en tu autopsia, Marilyn,
Marilyn, tus endorfinas esclavizadas,
Marilyn, tu Nueva York gris, Marilyn,
Marilyn, mi cobardía al verte, Marilyn,
los psicoanalistas persiguen tu psique,
los periodistas una confesión,
Marilyn, si yo fuera tu hija
no quisiera dos coletas a mis espaldas,
quisiera dos alas de ángel puro, Marilyn,
tus contratos con la FOX, Marilyn,
esos mitos acabados ya, que en vida,
en tu vida, no te quisieron, Marilyn,
ahora son fantasmas que escarban entorno a ti,
Marilyn, mi postdata cariñosa,
mi consuelo instantáneo, mi consuelo duradero,
Marilyn, en blanco y negro, Marilyn,
Marilyn, a tu pesar, Marilyn, de cera,
Marilyn, estatua de celuloide,
Marilyn, mi arpía angelical y demacrada,
Marilyn, tu voz se esconde al verme.
Yo, me río y te hago feliz, por siempre,
Marilyn.

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Redención


         «La revolución no huele a rosas, lo dijo Lenin y tenía toda la razón. La revolución exige sus víctimas, como uno de esos dioses ostentosos, rígidos en sus formas, crueles en sus gestos, pero liberadores a la larga, emancipadores, redentores del género humano. Viví por la Revolución, en mayúscula, nada debía desviar mi atención y mi esfuerzo, todo estaba centrado en ella.»
         Recordé esas palabras escritas en un cuaderno sencillo, un mero apunte entre otros apuntes y párrafos que mi madre fue escribiendo ininterrumpidamente en ese y en otros cuadernos a lo largo de su vida, imagino que como un intento de ordenar sus ideas, también de componer y entender sus circunstancias, y para ello, para escapar de ese absoluto caos en que estaba inmersa, fueron malos los tiempos que le tocó vivir, precisaba escribir en todo momento para buscar algo de avenencia consigo misma, la escritura como terapia, en efecto, y así al menos la recordaba yo en los pocos momentos de convivencia mutua, siempre concentrada en sus escritos aun cuando en apariencia nunca compuso nada coherente, unas memorias, por ejemplo, o una reflexión sobre su época que vivió, eso sí, con plena intensidad.
         Descubrí el cuaderno en que constaba aquella anotación el día que recogía sus cosas, mientras ordenaba sus papeles y cuadernos, horas después de haberla enterrado en Burdeos. Volví a sentirme una de esas víctimas de las que ella había escrito en un instante, al vuelo, hilando palabras sin ningún sentido, reflejando un estado de ánimo y unos sentimientos que sin duda no llegaba a entender. Quizá pensase en mí, pensé entonces, aunque nunca estuve del todo seguro de que se detuviera de pronto para pensar en mí, para forjar mi imagen en su recuerdo y tal vez sonreír.
         Las palabras del profesor Lagos sobre el horror del estalinismo y su repercusión en Europa en los años treinta me trasladaron a ese párrafo. Había pasado dos años desde que muriera mi madre y descubriera la libreta marrón, la más íntima sin duda entre todos los cuadernos que había dejado abarrotados con su letra pequeña y gótica. «Las víctimas de la revolución», se titulaba el congreso que la Universidad en la que yo trabajaba había organizado para ocuparse del lado negro de las revoluciones. Parafraseando al pintor, la revolución crea sus monstruos. Y crea sus víctimas, no sólo víctimas entre sus enemigos, entre los partidarios de la reacción o del orden burgués, lógicas víctimas por otro lado si aceptamos que la historia es un campo de batalla entre estamentos o clases, sino también, y sobre todo en aquel congreso, las víctimas en el campo propio. En España teníamos a Andrés Nin, a buena parte de la dirección del POUM, revolucionarios masacrados por revolucionarios porque la Revolución no aceptaba disidencias y mataba los frutos que había engendrado. Por muy buenas que fueran las motivaciones, por muy generosos que fuesen sus impulsores, era como una regla inevitable, la revolución que se pudría, que mataba a diestro y siniestro, incluidos a sus partidarios, dejando un rastro de horror y de desesperación por no poder cambiar un mundo que tampoco ofrecía muchas alegrías.
¾¿Tú aquí? -me espetó Echávarri cuando me vio salir del aula magna donde el profesor Lagos había dado su correctísima conferencia-, no me digas que has descubierto que fuera de las sagas artúricas hay vida.
¾Ya ves -atiné a decir a modo de justificación.
         Sonreímos ambos. En la universidad me tenían por uno de esos profesores monotemáticos que fuera de su tema, en mi caso la literatura medieval, apenas se interesaban por nada. Por lo demás, mi vida era casi la de un monje, no puedo menos que reconocerlo, me pasaba el día entre libros, leyendo, apuntando detalles, organizando ideas, y gracias a que Susana aceptaba que yo fuera así -me embelesas luego con todas esas historias que me cuentas-, me había creado fama de erudito y en mi haber cabían numerosos libros especializados, algunos de los cuales me habían dejado bastante satisfecho, todo hay que decirlo.
¾¿Has venido porque hay algo que puedas trasladar a tus siglos? -siguió bromeando Echávarri, esta vez ante testigos, Lorenzo y Monteiro se habían añadido a nuestra conversación.
¾¿Qué te crees, que las revolucionarios son cosas de la contemporaneidad? Habrás oído hablar de Müntzer, de los campesinos alemanes, los taboritas bohemios o los comuneros castellanos, por ejemplo.
¾Touché -exclamó Echávarri y soltó una de sus habituales sonoras carcajadas-, pero dime, ¿qué te ha traído por estos lares?
         Nadie sabía nada de mi madre ni de mi familia en la universidad. Nunca había contado la politización excesiva en que había vivido durante mi infancia. Se sorprenderían mis insignes colegas si supieran que antes de los seis años yo había pasado sobre las rodillas de lo más selecto del comunismo europeo y mundial. Para ellos, mi interés por la política era inversamente proporcional a mis vastos conocimientos literarios medievales y yo había dejado que se mantuvieran en esa idea, la propagaba incluso, supongo que como medio de olvidar mi infancia. Callaba por ejemplo cuando en el café o tras la comida surgían temas políticos, a veces se daban verdaderas discusiones y polémicas, y en ellas escuchaba los nombres de algunos revolucionarios aclamados en las aulas y que para mí no eran figuras lejanas o míticas, sino personas que había conocido. Por supuesto, nunca acudí a ninguna de esas asambleas estudiantiles a las que algunos profesores gustaban de frecuentar, tampoco las criticaba, como otros profesores, catalogados como reaccionarios, simplemente me mantenía al margen y me escondía ante un fatalismo discursivo que me llevaba a huir del presente y sumergirme en los textos antiguos.
         Pero la muerte de mi madre de repente había removido algo, lo pensé mientras Echávarri, Lorenzo y Monteiro elogiaban ante el propio profesor Lagos su conferencia y de paso su conocimiento de los escritores europeos del periodo de entreguerras, algo que los historiadores, tópico manda, acostumbran un tanto a desdeñar, sin duda por su ignorancia de la literatura. Consideré la posibilidad de que uno de esos mecanismos del subconsciente, tan analizado por los médicos freudianos, hubiera removido mi interior y sonreí ante la idea de que a mi edad, ya bien entrado en eso que llaman la madurez, me convirtiera en un exaltado revolucionario.
         Sentí de pronto, en medio de aquel descanso congresual, que debía enfrentarme a muchos fantasmas. Sí, me repliqué a mí mismo, me ocurría lo que a tantos hijos de revolucionarios que pasaron una infancia abandonada y acababan odiando la política y a sus padres por ello, yo había pasado muy claramente por aquella fase. Quizá por ello había decidido acudir al congreso, atraído de algún modo por un título con el que me identificaba, las víctimas de la revolución, no las víctimas producto de la enemistad o la disidencia, sino las víctimas olvidadas, las creadas entre los hijos y parientes abandonados bajo las sombras de los protagonistas y su época. 
         A mi alrededor se hablaba, se discutía, se intercambiaban opiniones y desacuerdos, mientras que en mi interior, ese monasterio metafórico del que se burlaban mis colegas, se abría paso otro querella que no por íntima menos importante, la de la reconciliación con mi pasado y sobre todo con mi madre, muerta ya y con quien apenas había mantenido más contacto que el que me permitía la justificación de la distancia física y también espiritual. Mientras había escuchado al profesor Lagos brotaron recuerdos que de pronto adquirían sentido y que ahora entendía o me daban caminos por los que indagar mi pequeña historia personal. Sí, yo había conocido las disidencias de las que hablaba el profesor Lagos, había vivido directamente otras posteriores desde mi zona de sombras, asistí sin saberlo a rupturas históricas fruto de disidencias profundas y que adquirieron, por ejemplo para mi madre, forma de verdaderos dramas.
         Contemplé al profesor Largos que conversaba con mis tres compañeros y de pronto me vi en la necesidad de dar un paso.
¾Doctor Lagos -interrumpí de golpe la conversación ajena-, he de consultarle imperiosamente un asunto -le agarré del brazo y le alejé de mis tres colegas que me observaron no sin cierta ironía-, disculpad.
         Tuve el vértigo de entrar en un terreno delicado, un vericueto cuyo final apenas lograba atisbar.

Juan A. Herrero Díez

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LA FRONTERA
           Cuando la locura se cure,
         los árboles dejarán de llorar.
 Raúl Frías(paciente del hospital psiquiátrico Borda- Buenos Aires)
Cuando la locura se cure,
los árboles dejarán de llorar,
y allí seré de nuevo
la raíz de lo puro en el diluvio de otros ojos.

Entre brotes lineales
que poblarán mi ruta
se quemará el infierno
que me tuvo lejano.

Y una obra perenne
me llevará a mis días
sin ruinas horrorosas, ni oscuridad, ni espera.

Seré el sudario urgente
que enjugará las lágrimas del árbol que está solo.

Después,
ya sin distancias
ni toboganes crueles,
abriré las ventanas del dolor marginal
y bordeando los límites de santos y almanaques
me sentaré a la sombra del bosque que me ahogaba.

Después,
cuando la locura se cure
y los árboles dejen de llorar.


© Teresa Palazzo Conti

***
        SALVACIÓN


Basta ya de cumplir
con ritos y almanaques;
basta ya de sonreír desde la niebla intacta del espejo.

Se han roto las cadenas de sal y precipicio
donde estuve perpetua
y sube por mis muslos
una confianza débil.

Me quito la camisa de piel cascada
y rota
y enarbolo las sílabas
de algún momento nuevo.

Hoy he vuelto a la casa
donde sufrí y maldije,
pero entera y liviana
me suspendo en los muros que habían grabado a fuego
los reproches,
los golpes,
las cenizas del beso.

Ya no hay furia ni engaños;
no bajan por mis sienes(senos)
las llaves de la muerte
ni ocultan las ventanas
las úlceras maduras(perversas);
sólo hay pan en la mesa,
y en cuadernos inéditos
esa palabra mágica que busqué tanto tiempo.

©Teresa Palazzo Conti
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EL ALARIDO DEL HIP HOP
Por Ana María Manceda

Quería incrustarme en el pizarrón, traspasarlo como una madura “ Alicia en el país de las maravillas”¡ Cobarde! En un segundo eterno hurgué desesperada en mi enciclopedia mental todas las filosofías pedagógicas para encontrar la más brillante y poder enfrentarlo. Sentía su mirada en mi  nuca  ¿Qué esperaría de mí? Mi mano,  ignorando  mi desesperación, amiga piadosa, dibujaba el perfil de la placa euroasiática. Y me di vuelta, lo miré como a los demás alumnos, mi voz parecía venir de un lugar hueco y lejano. Pensé en la importancia de la educación, cierto, pero que soledad y vacío se enredaban en esa verdad. Era una carrera contra el tiempo, sus pulmones ya estarían achicharrados de tanto aspirar pegamento  ¡Bendito seas! A uno de  ellos se le ocurrió interesarse por el tema, sus preguntas hicieron derivar a  la configuración actual del planeta, otros se interesaron en la vida existente durante  la Deriva de los Continentes. Todo en el universo es movimiento, me pregunto  por qué lo único estancado es  nuestra actitud de indiferencia social respecto a nuestra propia especie. Por fin el timbre, algunos alumnos se acercaron, seguían interesados. Nano se puso a mi lado, por primera vez se veía humilde, desamparado, mimoso. Tenía un aire de  ¡ Estoy aquí, con mi profe! Lo tomé del hombro, sentí su aún cuerpo de niño, casi me puede el llanto, no me lo iba a permitir, él me necesitaba protectora. — Nano ¿ En estos días bailan de nuevo el hip-hop?
—Sí, el viernes ¿Qué, quiere venir? Me preguntó  con su dicción cantarina y esperanzada. 
—Sí, claro, me gustó, además es una expresión cultural de grupos que nos dicen muchas cosas—, dije estúpidamente. Le di un beso en la frente y me fui. Caminé las veinte cuadras que quedaban entre mi casa y el colegio,  me hizo bien el aire fresco. Cuando había entrado al salón de clase y lo vi sentado, mirándome fijo, sentí vértigo. En ese trayecto recordé lo ocurrido con Nano.
           Acepté ir  a la presentación de los Talleres Municipales. La sala estaba repleta de chicos, se lucieron con las guitarras, bailaron folklore y  tango. Casi al finalizar la muestra le tocó el turno al Hip-Hop. En el grupo estaba Nano, pantalones anchos, buzo  y gorra de lana negra, una cruz pendía de su cuello. Su carita de dieciséis años tenía una expresión incierta, solo sus ojos oscuros transmitían una fiereza desolada. La música, extraña para mí, provocaba que los jóvenes contorsionaran sus cuerpos en el piso del escenario, las piruetas eran increíbles,  solo ellos podían realizarlas. Mientras unos  bailaban  otros hacían coro con letras de protesta. El mensaje me llegó, lo sentí en el estómago, era un alarido, una denuncia por la marginalidad de sus vidas, un alegato a la indiferencia social. Decidí que luego de la cena me acercaría hasta el departamento de Nano, sabía donde vivía, había visitado a su familia, muy humilde y sin padre en ocasión de un censo escolar. Al salir del teatro compré una caja con bombones, se los llevaría de regalo, una pequeña manera de halagar su actuación y de alguna manera  demostrarle que había  estado presente. Rechacé de manera constante sentirme culpable, en lo que hacía me brindaba entera, no los estafaba. Luego del espectáculo, al llegar a casa, abracé como nunca a mis hijos. Cuando terminaron de cenar les repartí unos bombones que compré sueltos, los de la caja eran para mi alumno. Ya todo organizado  y brindando explicaciones vagas me despedí de los niños, no tardaría mucho en regresar. Solicité un taxi y fui hacia las torres donde vivía Nano,  pedí al chofer que me esperara, eran las  diez de la noche. Me acerqué a un grupo de adolescentes que estaba sentado en la vereda, se veían botellas de cerveza vacías tiradas en el piso, sus voces sonaban guturales, altisonantes, provocativas.
—¿ Qué querés vieja? No jodás!
—Dejala che, es mi profe.
 Mi mano, temblorosa, se extendió hacia Nano, entregándole la caja de chocolates. Sus ojos, de pupilas dilatadas, me miraron oscuros y  asombrados desde el abismo. Lo tomó dócil, sin agradecer, mientras fumaba de manera profunda su cigarrillo, luego se lo pasó a un compañero. Uno de los chicos, como si tal cosa, aspiraba pegamento de una bolsa de nylon. Los olores del pegamento y la marihuana me provocaron náuseas, atiné a decir
—Chau Nano,  te veo en clase.
 En el trayecto de regreso hasta llorar me parecía estúpido, me sentía acorralada, furiosa, impotente.  No sabía como iba a mirarlo a los ojos luego de esa noche, los dos éramos conscientes que una triste complicidad  nos uniría de ahora en más. Ese día de clases había sido al primero que vi luego de mi visita a su barrio.
          Las veinte cuadras me dejaron exhausta, mis movimientos de rutina eran rápidos, intensos, cortos. Quizás de ahora en más cambie mis pasos, pero mis manos están vacías. Al llegar a mi hogar,  voy divisando una luz, con la certeza que en los acontecimientos cotidianos, la causalidad se inserta en la red de la vida  y estoy segura que mi mirada no se cerrará más entre los límites de mi realidad. En esa red de ahora en más estará Nano,  estoy segura,  él estará.
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TRES SONETOS ESENCIALES
Por Rodolfo Leiro

LA PIEDRA

Yo no arrojé la piedra que te hiere
ni el insulto procaz que te lastima,
no me presté a las fobias de la inquina
ni tampoco fui el santo que te quiere;

caminé sin cesar, como quien fuere
arribar a una hacienda  con su espina,
no fui el bardo cobarde que se inclina
ni el soberbio que aprieta si pudiere;

no fui fruto  de un débil miserere
ni infeliz emisario del que hubiere
profanado mi culto de profeta;

me alenté por mi mismo, sin congerie::
mi verso tiene fruto de intemperie
y algún beso perdido en tu glorieta..

construido a las 7,30 del
25 de enero de 2012-01-25 para mi libro

“Conversando con la Luna”

***

MI LIBERTAD

, Cuando el despotismo inflama
sus banderas de improperio,
e impone el vil magisterio
que le sirve de proclama.

Cuando la libertad se devana
roída por el dicterio
y te somete al imperio
de su incinerante flama.

Cuando tu voz le reclama,
y todo tu cuerpo clama
por la opresión, una cripta

que te ofende, que te hiere.
¡Hay un pecho que no muere!
¡Y hay un coraje que grita!

Construido a las   14,35 del
28 de enero de 2012-01-28 para mi libro

“Conversando con la Luna”

***

SI TORNARA

Si aquella tenue bonanza
que tentó mi lapso incierto
tornara en feble concierto
con un salmo de esperanza,

quizás la antigua templanza
hurgaba un  ignoto puerto,
borrara este feudo incierto
que derrapara mi hilanza;

volviera, en rauda mudanza
a la proverbial labranza
de mis endechas primeras

y aquella antigua confianza
forjara una férrea fianza
de besos con primaveras.

Construido a las 7,45
Del 28 de enero de 2012-01-28
Para mi libro

“Conversando con la Luna”

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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Francisco Jesús Muñoz Soler

TIEMPOS  DE  INTRANSIGENCIA


I


En estos tiempos de prodigios
en los que sectores de la humanidad
multiplica su sapiencia,
contrarrestan esos avances
la más perversa de las intransigencias
encubierta en dispares ropajes
pero casi siempre amparada
por una infalible certeza
Dios es de su pertenencia
y en las directrices que de El emana
haya amparo su bienestar
e irrefutable autoridad moral.

  
II

  
Hoy día de gracia
de un omnipotente Dios
cuyo nombre será
el que más convenga
igual que en el pasado
arden hogueras
con olores displicentes
de pecados contra natura
y herejías de objeciones.



III


Rememorando a Umberto Eco
y a diferencia de su rosa
salvada del cadalso purificador
a última hora,
las agencias de noticias
escupían sobre las personas de bien
el nombre de una rosa
destruida en cruel virtud
para exonerar de pecado
las haciendas de un dominio.



IV


El amor y el derecho a la libertad
de las carnes y los espíritus
tendrán sus justas consecuencias
porque la inmoralidad y las ofensas
al Dios de conveniencia
será castigado por el prodigio
de la crueldad más perversa.


V


Imploro a mi Dios
que esas crueles mezquindades
cesen de triturar rosas
cuyo mayor pecado
es ser persona.
Ruego indulgencia prodigiosa.

***


AVENTURARME  EN  LA  EXPLORACIÓN

Aventurarme en la exploración
de este confuso mundo
desde sus más altas y afiladas aristas
hasta el más profundo de sus vacíos
para arañar su superficie
y no perderme en el superfluo
y super plano  escenario
que nos aproximan.

***

EN  EL  GRAN  ESCENARIO  DE  ESTE  MUNDO

En el gran escenario de este mundo
cada individuo tiene grabadas
sus propias ideas y de ellas
depende su visión del mundo,
partiendo de este hecho concreto
debe surgir la obra
donde cada uno de los actores
trascienda de su propia visión
interrelacionándola con otras,
escenificando su verdad
y la de los demás,
en ese espacio de contradicciones
debe germinar la verdad
de nuestra convivencia.


***

A  HORAS  DE  TU  VIL  ASESINATO

A horas de tu vil asesinato
defiendo lo que tu representabas
esperanza de libertad
para un pueblo masacrado
por las armas, la religión y la ignorancia,
en tu querida tierra la vida no vale nada
solo la humillación y la villanía
florece amparada por la necedad
el atraso secular y la opresión,
después de la tuya, valerosa mujer
en tierra de derechos de hombres
que sangre correrá hasta pudrir
la esencia de los caminos que hollaste.

***

QUIZÁS  LA  ACTITUD  MÁS  DENIGRANTE



Quizás la actitud más denigrante
de la condición humana
sea defender la limitación
del derecho de su propia libertad
de equivocarse por si misma,
versión moderna y sofisticada
del esclavo que cree que sus cadenas
forman parte de su condición.

***

QUE MAL NACIDO  DIOS  PUEDE  INCITAR

Que mal nacido dios puede incitar
a inmolarse a seres humanos
destruyendo ciega y despiadadamente
ingentes vidas inocentes.

No existe ni existirá,
solo alimañas sedientas de poder
lo inventan para dominar
o ampliar sus dominios
aunque se derrame
la más inocente de las sangres.

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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Daniel de Cullá

   A MI DIOSA SALIMA

Hay en Burgos un Bar Los Dos
(Tu y Yo? ¡Ojala¡)
Donde vienen a montones
Los viejos valentones
Con ardiente corazón
Donde muero Yo de Amor
Dejándote este poema-oración
Y el testamento
De que si muero me entierren
En tu viña
Para chupar los sarmientos
De tu Vida
Y los labios de tu nardo Amor.
No te enamores mi diosa Salima,
No te cases
Porque te acostarás sufriendo
Amaneciendo sufrida.
OH, mi diosa santa Salima
Virgen y mártir de la barra
Hija de un labriego de Villadiego
Y de una bella mujer árabe
De Marrakech
Quiéreme
Y por favor no me digas
“Anda vete, anda vete
Que mis padres no te quieren
Ni un poco
Ni yo tampoco”.
Pues en tu Bar Los Dos
Me muero por Ti, diosa de Amor
Y daré una puñalá
A quien te me quiera quitar.
No hay ojos que no te  miren
Ni corazón que resista
¿Recuerdas?
Dos polis nacionales
Han venido al bar
En busca de unos ladrones
Mi diosa Salima
Tus ojos son
Que me han robado el corazón.
Ofréceme tu agua bendita
La lluvia dorada
De tus labios rojos.
Déjame besar
El cielo de tu paladar.

***

TETA *

Mi barca que no es el Costa Concordia
Pero se le parece un montón
¿A que sí?
Navegaba  con asnífluo acento
Alrededor de las tiendas
Del Carrefour en el primer piso
Cuando de pronto  mirando
A través del cristal de una tienda
Con rocas de caramelo
Vi y sentí una ladrona moldava
Con acento de Ja y Ju de Jumenta
Que me rozaba en todo tiempo
Dándome candela y matraca
Bien útil a la raza humana
Y a mi asinino plectro.

Colocando su mano en mi bragueta
Honras del Asno
Y acertando en tan sublime materia
Me dejó manosearle las tetas
O gloria mía¡
Procediendo al hurto de mi peruko
Un Rolex estilo Julio Iglesias
Para después hacerse la ofendida
En heróicos pollinales metros
Dejándome en masturbación sonora
Tan motejada
-Bien sé yo que las mujeres lo motejan-
Que retumba en el fondo de los mares
Deudores de desgracias
Y de este gruñido
Que en gracia pega.

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