34º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXVIII desde inicios/03-04-2013
EDITORIAL LXXVIII
Pueblo Gitano
El 8 de Abril se
conmemora el Día Internacional del Pueblo Gitano. Ese mismo día del año 1971
esta comunidad se dotó de una bandera y de un himno. Pueblo sin territorio y
sin Estado, el nomadismo ha sido una de sus características, lo que ha
determinado sus rasgos culturales, su forma de vivir durante siglos. No
obstante, podemos decir que desde hace ya años ese nomadismo es en gran medida
un tópico del cual nos debemos desprender: en muchas ciudades de Europa –donde
viven la mayoría de los gitanos del mundo- y de América los gitanos se asientan
en barrios o pedanías y llevan una vida sedentaria.
Pero los gitanos
son mucho más que un pueblo de pasado nómada, hay una cultura amplia y también
diversa, como ocurre con todos los pueblos, más diversa aún al tratarse de un
pueblo disperso, con un idioma, el rom o romaní, en algunos lugares ya muy
menguado, como por ejemplo en España, donde la variante local de este idioma,
el caló, estuvo a punto de perderse y en la actualidad, mal que bien, se
recupera, y también con unos usos sociales y costumbres propios de este pueblo
y unas formas de expresión que han de mantenerse como una expresión cultural
más de la humanidad.
Las relaciones
entre las comunidades gitanas y las comunidades de los territorios a los que
aquellas se dirigieron y en las se establecieron no fueron fáciles. Se data en
el siglo XV la llegada de los gitanos a Europa –antes se establecieron en otros
lugares, como Persia o el Magreb-, cuando los Estados modernos iniciaron su
proceso de construcción, lo cual requería un proceso de homogenización de la
población, lo que mal casaba con la presencia de pueblos, idiomas, religiones,
costumbres y cosmovisiones diferentes. Los gitanos, como minoría que eran, como
cualquier minoría, fueron blanco de la persecución y la criminalización,
comenzaron a ser vistos no como eran, sino como el poder y por ende la mayoría
querían verlos. En España en 1539, bajo el reinado de Felipe II, se aplicó la
pena de galeras para los gitanos y dos siglos más tarde, en 1749, el Marqués de
la Ensenada llevó a cabo la prisión general de los gitanos. España no fue, por
desgracia, el único país donde esto ocurría, se les marginó y persiguió con
gran dureza en todo el continente, incluso fueron masacrados por el régimen
nazi alemán y sus satélites a mediados del siglo XX.
Sin embargo,
nadie puede negar la aportación gitana o romaní a la cultura de los países
donde residen. La aportación sin duda más evidente se da en el ámbito de la
música, con estilos como el flamenco, las rumbas portuguesas, las rumbas
catalanas o la fanfara balcánica, que Emir Kusturica dio a conocer como banda
sonora de sus películas. Todos esos estilos son fruto del intercambio, de la
fusión, con una aportación enorme de la música gitana. Ni que decir tiene que
se extiende esta influencia al baile y al cante, con personalidades que se han
ganado el aplauso y el prestigio incluso internacional.
Pero este
reconocimiento público de artistas gitanos de renombre no quita a que las
diversas etnias que componen el pueblo gitano sigan sufriendo marginación y con
frecuencia una violencia simbólica que pervive en la mentalidad general, porque
existen prejuicios que los estigmatizan como comunidad y como individuos,
levantando muros en ocasiones difíciles de franquear. Son necesarias normas que
reconozcan y amparen la pluralidad existente en todos los países Llama la
atención que Colombia haya establecido la resolución n.º 22 de 2 de septiembre
de 1999, de la Dirección General de Etnias en el que se reconocen sus derechos
mientras que en España ni siquiera reconoce el caló al mismo nivel que las
otras lenguas del Estado. Pero además también, el pueblo gitano debe mostrar
toda su riqueza cultural, social y humana, y para ello debe reforzar sus
propias organizaciones asociativas, cuya labor es fundamental.
Existen un gran
número de entidades en muchos países, entre ellas, en España, Unión Romaní (www.unionromani.org),
la Federación Secretario Gitano (www.gitanos.org), la Asociación de Mujeres
Gitanas (www.dromkotar.org), la Asociación Cultural Gitana del País Vasco
(www.kaledorkayiko.org),
entre otras, y en América Latina hay una federación que agrupa a asociaciones
romaníes nacionales, el Consejo de Organizaciones y Kumpeniyi Rom de las
Américas – SKOKRA. Estas organizaciones permiten que el pueblo gitano o romaní
tenga su visibilidad en los países de lengua española, a la que se ha
incorporado, por cierto, palabras romaníes, y en todos los países donde habiten
y se asocien, no sólo un día concreto de mero recuerdo, sino todos los días del
año para una sana y benéfica convivencia.
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POEMA BASADO EN HECHOS REALES
Por Cecilio Olivero Muñoz
ZOZOBRA LA VIDA
Cuando la vida austera
sentencia
te conviertes en mera
sombra,
te piden todos mucha
paciencia
ante la broma macabra y
la penitencia,
sin desayuno a tu hora
particular,
las medicinas se vuelven
placer,
gasolina un lujo que no
te das,
tener coche sin seguro
para qué,
ya no sales ni al umbral
del portal,
vacía mesa donde la usaban tres,
miga que nadie quiere
migar,
lujo es fumar cigarrillos cada mes,
itv sin pasar, plena
clandestinidad,
el cine te dice lo que
ya no te crees,
ni libros, un derroche
que no te das,
date un capricho solo
esta vez,
date derroches como
comer pan,
miedo le tienes al mes a
mes,
miedo también al estatus
de cristal,
más miedo imposible no
lo es,
miedo que sacias con tu
dignidad,
pilas recargables a
poder ser,
tus bolsillos fríos de
precariedad,
pobre, pues casi tienes
para comer,
ya no pisas el comedor
social,
un litro de vino a
granel osas beber
para no arruinarte la
poca paz,
se ahorra para mañana
tener y tener,
te privas de noche con
electricidad,
debes el agua de este
mísero mes,
también debes el
superfluo gas,
gas cada dos meses, agua cada tres,
se vive por que hay que
trabajar,
trabaja, hay paro,
pórtate bien,
resuelve un carajo,
parasitas fatal,
una juerga al mes abre
el plantel
pues la diversión no te
hará mal,
si gastas en juerga
piensa también
que para días de ayuno
lo necesitarás,
mejor tomar sacarina que
es miel,
mejor toma leche para
cenar,
se toma la vida tan bien
teniendo recibos aún por
pagar,
se vive flotando como
raspa de pez
si posible es vivir en
tu propio hogar,
con víveres, tabaco,
soledad y café,
con simientes aún por
sembrar,
pues siembra uno para
recoger,
siembra miseria y mugre
recogerás,
carroña de banco hurga
en usted
le dejan con sobras y
restos, no más,
hace tiempo no me llaman
de usted,
desde que empezó esta
crisis brutal,
por que lo que sólido
era ya no lo es,
el ahorro podrido que no
tendrás,
lo que te quitan un
tanto después
es dígito y cómputo de triste orfandad,
que en el invierno es de
hielo tu piel,
entre sabayones es dura
tu realidad,
amigos que lo dejan de
ser
por que nunca pagas y
luego te vas,
te vas por que lo tienes
que hacer
si sucia ausencia te
dejas brotar,
un adiós no dicho con
mucho buqué
que apenas se aprecia en
el paladar,
a la francesa las cosas
no se ven
y aprendes a hacerlas
por necesidad,
bares vacíos que te
dejas perder,
vida de pícaro que
aumenta en edad,
cosas imposibles que vas
a tener
si no te curas la gana y
la sed sin sal,
números imposibles huyen
del papel,
ellos prefieren volar y
volar.
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MANUAL DE REVERENCIA
No pudimos
evitar una leve sonrisa al verlo avanzar hacia el despacho de la Directora
General. Mientras caminaba, estiró su cuerpo espigado al máximo, tiró sus
hombros hacia atrás, removió el cuello y amagó una sonrisa que procuró amable y
confiada, pero que a todas luces se vio servil.
Mario, lo
sabíamos todos, era ante su jefa servicial y sumiso, un lacayo lisonjero y
adulador, un pelota que extendía ante ella, su adorada directora, un amasijo de
elogios y loores que ni el más preciado rapsoda hubiera podido imitar. Como la
directora, además, le seguía el juego y hasta parecía gustarle que su empleado
le lijara la verba con tanto desparpajo y reverencia, evidente sutiliza
mediante le invitaba incluso a aumentar la dosis de retórica prosopopeya,
entonces cada una de sus recepciones devenía, mucho más que reuniones de
trabajo, alegres pláticas de tono más que festivo, porque él asumía el reto y a
cada sesión de sometimiento añadía más kilos de histrionismo marrullero que ya
ni siquiera disimulaba ante los demás.
Se detuvo unos
segundos ante la puerta que le separaba del objeto de sus lisonjas. Se
concentró muy serio. Se dibujó la más amable de sus sonrisas y llamó a la
puerta con cuatro nudillos de su mano derecha, ni demasiado suave para que no
se le escuchara ni demasiado fuerte para no sorprender o asustar con el ruido
seco de los golpecitos en cuestión. Pase, se escuchó al otro lado. Mario colocó
la mano izquierda en el pomo como si pretendiera acariciarlo, pareció
pensárselo antes de proceder, y empujó al fin hacia abajo, abrió la puerta
apenas unos centímetros, lo suficiente para que cupiera su cabeza apenas introducida
entre la puerta y el sencillo jambaje oficinesco. Se puede, preguntó con voz
pedigüeña. Entre, se escuchó apenas desde la cueva devenida despacho. Y
entonces Mario, convencido ya de ser aceptado y confiado por la previa
admisión, abrió por completo la puerta y se introdujo en la sala, cerrándola no
sin antes mirarnos y parecer con su mirada que nos exhibiera la confianza que
la máxima autoridad terrena y cuasi celestial proyectaba hacia él, simple
mortal ensalzado por voluntad de la gran dueña y señora, y diosa inclusive, de
aquel mítico y místico Olimpo administrativo.
Nuestras
sonrisas abandonaron a todas luces la levedad y devinieron francas y mordaces.
No nos costaba imaginar la escena que se desarrollaba en ese instante en el
despacho y veíamos, como si las paredes fueran transparentes, el constante
movimiento del lomo de nuestro compañero al doblegarse ante la majestad máxima
y expresar en todo momento su aceptación de los encargos que le dirigía la
dueña de voluntades de ocho a cuatro.
Volvimos a la
acostumbrada seriedad cuando escuchamos y vimos que la puerta se volvía a
abrir. Mario salió con la misma sonrisa celestial, se encorvó de nuevo como
último homenaje y cerró la puerta, tras lo cual volvió a su posición habitual,
su cuerpo regresó a su rectitud espigada, igual que su boca a su horizontalidad
un tanto enervada, crispada tal vez, y avanzó por el pasillo hacia su mesa,
justo la que se hallaba a mi lado. Se sentó, comenzó a reordenar los muchos
papeles que poblaban su puesto en torno al limpio ordenador y apenas escuché un
murmullo, «hija de…». No pude entender el epíteto final, pero no me resultó
difícil intuirlo, devolviéndole a nuestro colega toda esa humana carnalidad de
la ramplona rutina cotidiana a la que, sin duda, nunca había escapado.
Juan A. Herrero Díez
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OTROS POEMAS
Por Gonzalo Salesky
DE QUÉ SIRVE
¿Quién vio a los
vencedores y vencidos?
¿Quién dijo que la
victoria es nuestra?
Va el mundo, de a poco,
derrotado
y en mi reflejo explotan
las tormentas.
No veo los corazones,
sólo almas apuradas
por tener lo mejor, por
dar de menos.
Para dejar de ser y sólo
verse
cada segundo, mejor en
los espejos.
¿Habrá un antídoto para
esta soledad?
¿Cómo explicar de qué
sirve el dolor?
¿Podré salvar tanta
desilusión,
tanto soldado herido,
tanta pena?
ESPEJISMO
Volveré a mi tierra
prometida,
volveré en secreto a ver
la luna.
No pisaré dos veces mi
camino,
volveré por otro rumbo y
otra alcoba.
Tendré que ser la huella
de mi tiempo,
un dios que apaga la luz
y espía a oscuras.
En el desierto, tan sólo
un espejismo
y en madrugada, semilla
en la penumbra.
DE LUTO
Sabes que un día, al
fin, no volveré.
Sabrás que la nostalgia
es buena consejera.
Sabíamos qué poco iba a
durar.
Supimos que la aurora,
en soledad, no sirve;
sé que la luna
no sabe de mi luto.
YA NO ESPERA
Quisiera ver que el
tiempo se congele
y que mis años no pasen.
Es verdad
que nada nunca llega a
su momento.
Deseo encontrar en otra
piel
el bálsamo de todas mis
heridas.
¿Será más fácil soñar en
soledad?
Tu miedo y mi silencio
nos retrasan,
aún es temprano para
tocar el cielo
con las dos manos. Mi
sombra ya no espera.
Porque el invierno dura
más que una estación,
la vida pasa. No
encontrarás tus sueños
si haces de cuenta que
no existe el dolor.
VOCES
No quiero evitar la
madrugada.
Acallaré las voces
que dentro de mí gritan
tu nombre.
Sueño con algo más
que este gris sin
matices,
con esta imagen ridícula
de mí. Verás,
yo sé que siempre puedo
caer mucho más bajo,
aquietando las voces
que susurran tu nombre.
Despierta,
la noche sigue lejos.
Tus pasos
vendrán por mi plegaria.
Te insisto,
tendrás que ver la luna
sin voltear, esta vez,
ningún espejo.
¿Sabías que siempre vivo
latiendo sin alma,
secando mi sangre con
mis lágrimas?
Trato de ser menos y no
puedo.
Trato de ser pena sin
nostalgia.
ALGO MÁS
¿Para qué piden un
signo?
El ritmo de la historia
se detiene.
Las hordas se dispersan,
se acabará el vacío.
¿Da más temor un hombre
que no sueña?
Seré algo más que el
coraje del viento:
un talento y un don,
un par de lágrimas.
Un poco más de tiempo...
un corazón.
ANTES DEL INVIERNO
Vida y muerte,
letra y cava.
Mirada cerril,
ceniza ausente.
Espíritus que tocan mi
cabeza
prefieren la noche
para no dejar huella.
En mí,
cada vez más,
pequeñas sombras
perciben el invierno
antes que llegue.
Encuentro las máscaras
de noche, por el suelo,
y todo, como siempre,
me lleva a tu miseria.
Lucho por vivir sin recordar,
borrar de mi retina
lo que no valió nada,
todo lo que no supe
decir basta.
Ignoro si es inútil
pero me alojo en tu sed
y en mi nostalgia.
LOCO
Cuando me nombres
volveré a ser en tu vida
algo más que un loco en
mi cordura.
Algo menos de lo que siempre
esperas,
otra lágrima gris,
otro fracaso,
un suburbio alejado de
la aurora.
Cuando suspires mi
nombre volveré
a ser la tierra en la
que siembres tus heridas.
Seré el culpable del
coraje del viento,
un manto negro de
piedad, una vasija.
HACIA NINGUNO
Botellas vacías después
de la fiesta,
del ruido,
del mar,
del grito obsceno.
De tantas noches
perdidas sin mis sueños.
De cada paso dado en la
oscuridad
hacia ningún lugar,
hacia ninguno.
Premura ausente,
silencios que no llegan.
En la distancia, nostalgia.
En el perdón,
un poco más de luna y
madrugada.
En el olvido,
mar calmo y el dolor
de ser un poco menos,
cada día.
AUNQUE NO HAYAS PARTIDO
Seré, una vez más,
secreto a voces,
la noche en que los
ángeles se vayan.
No creas que tu Dios te
ha abandonado,
que deja todo a suerte,
que pierde su tiempo en
otros soles.
No pienses que el
presente
es peor que lo pasado.
Esperaré, aunque no
hayas partido.
ANTES DE PARTIR
El horizonte previo a la
tormenta
quiere olvidar adónde he
abandonado
mis sueños. ¿Adónde
habré sembrado
las huellas que vi,
antes de partir?
Antes de partir, tuve el
consuelo
que hoy ya no tengo.
Fueron mil fantasías,
y esa seguridad que
había en mi vida
ya no me encuentra. La
noche me ha vencido.
Como dicen los sabios o
los locos,
el bien se vuelve mal
desde el pasado.
El viejo resplandor
sigue asomando
aunque el día esté gris.
Aunque la luna...
aunque en la oscuridad,
yo siga vivo,
te llamo, descalzo y en
silencio
para que veas cómo quedó
mi alma.
AL BORDE
Como un boxeador ciego
esquivo y lanzo al aire
los últimos suspiros de
mi sangre.
Miento si pretendo
excavar mucho
en mí. Tu alma siempre
estará
al borde de la mía,
siempre al borde.
Tendrás que estar
atenta,
la vida es mucho menos.
El cielo estará lejos si
lo llamo.
El camino hacia la
libertad
es algo más que un
banquete vacío.
Las perlas del collar
siguen cayendo
alrededor del llanto,
del sudor.
Tus sueños, mis sueños,
nuestra vida
hoy se parecen menos a
la aurora.
Habrá una apuesta más,
una señal
para saber si todo está
en el viento.
DISTANCIA
Detente,
no sigas.
El vértigo te llama pero
no,
no esperes demasiado.
Despacio.
Hoy no sabrás
que nada nunca llega a
su momento,
que todo cuesta cada día
más.
No escuches.
Sólo adentro
tendrás esa respuesta.
Y el llamado,
mi llamado,
te seguirá de lejos.
Las horas que quedan
esperan sin suerte.
Tengo en mis puños dos
llagas,
mis ojos nublados
y esta risa, temblando
por lo bajo.
Los días que restan
castigan,
contagian.
¿Qué vas a llevarte
contigo?
LAS HORAS QUE QUEDAN
El fuego no se apaga,
mucho menos de día.
Tampoco el sol deja ver
las estrellas.
Tus ojos y la brisa,
mis látigos de hielo.
Afuera, nada salva,
nada queda
fuera de la agonía.
¿Y el dolor?
Tendrás que ver
cómo sueño despierto,
cómo paso mi vida
deseando,
perdiendo y encontrando
las horas que quedan.
No te inquietes por
mañana,
ya no sufras
si me ves doblando en
otra esquina.
No puedo hacer nada más
que prepararte
para el camino más
largo, para el tuyo.
Será duro como nunca
y aunque cierres los
ojos
estaré, como siempre, en
mi tibieza.
UN BUEN SECRETO
Un viejo hechizo
parece arrebatarnos la
cordura.
Aunque la tentación sea
tan fuerte,
aunque el veneno...
Un buen secreto jamás se
ocultará,
nunca se ha dicho.
Habrá una imagen más de
aquello, inútil:
un viejo souvenir de la
tristeza,
un accidente en la ruta,
una quimera.
Camino por sombras
buscando en la arena
restos de tu brisa.
Siento en la marea
el vértigo enfermo de lo
que no olvido.
Aquí, estarás siempre
aunque empiece a
odiarte.
Fuiste lo que nunca
supe, lo que pude amar.
¿Lo que di de menos?
Mirando los caminos que
marca la luna,
contesto, una a una, tus
respuestas.
En un recorrido tan
vano,
no hay certezas, y la
rutina asalta.
La piel siempre descubre
el engaño
y la canción es la
misma, aunque no quieras.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rachid Boussad
Iras y derrotas
A Mohammed Kirsit
¿Cuántas pasiones fogosas
Yacen desgraciadas
Bajo las medievales cenizas;
Cenizas cretinas de la indiferencia y la displicencia?
¿Cuántos tesoros de glorias
Yacen inservibles
Bajo las medievales cenizas del descuido?
Por las mañanas y por las tardes,
Corren prisas y jadeos,
Caras ensucias de vidas,
Caras mustias, pálidas,
Consumidas y sin sonrisas,
Y nunca jamás se sabe
Con qué sedes salen,
De casuchas destartaladas,
Con qué hambres menos pensadas se nutren,
Y con qué aires extraordinarios respiran.
¿Qué neblinas vagan por sus entornos?
¿Qué luceros las iluminan y qué lunas?
Pintan sus días a lo suyo,
Las horas y los años.
Los atuendos, ni de majestad impregnados,
Ni de simplicidad saciados, ni calmas,
Ni de placeres amantes,
Ni sus parientes se atreven
A interesarse de si sus amores
Acontecen en primaveras,
Éstas de goces, jazmines y azucenas,
O en singulares febreros,
De sombras acuáticas y nevadas.
Las sendas por donde andan de por vida
Se les ofrecen galantes y sin extremos,
Y más aún pedregosas y empinadas.
Quizás les sorprendan, o tal vez les estrangulen
Sus horas de últimas palabras
Y mortajas.
Quizás les salga de repente el camino
Llamando a chubascos, riadas y truenos.
¡Ay! Dense por bien firmadas,
Las postreras sentencias y con récord
Entre las innatas certidumbres y las dudas.
¡Ay de la muchedumbre desprovista de ilusiones!
Distraída y abstraída
En el cavarse las mudas moradas,
Con los picos entristecidos y onustos,
Y con el hurgarse los dedos en las narices,
Se desgasta.
¡Ojalá no desparrame
Su último brindis y trago
De su jarra impasible y silenciosa!
¡Ojalá no se hubiera enterrado
A sí misma desde tiempos longuísimos y envejecidos!
Quédense toditos sabedores
De que nunca jamás se sabía
Que a un tal señor de burro
Se le antojaba alguna vez
Darle a la buena de su noria heredada
Alguna vueltecita al revés.
¿Cuántas pasiones fogosas
Yacen desgraciadas
Bajo las medievales cenizas;
Cenizas cretinas de la indiferencia y la displicencia?
¿Cuántos tesoros de glorias
Yacen inservibles
Bajo las medievales cenizas del descuido?
Por las mañanas y por las tardes,
Corren prisas y jadeos,
Caras ensucias de vidas,
Caras mustias, pálidas,
Consumidas y sin sonrisas,
Y nunca jamás se sabe
Con qué sedes salen,
De casuchas destartaladas,
Con qué hambres menos pensadas se nutren,
Y con qué aires extraordinarios respiran.
¿Qué neblinas vagan por sus entornos?
¿Qué luceros las iluminan y qué lunas?
Pintan sus días a lo suyo,
Las horas y los años.
Los atuendos, ni de majestad impregnados,
Ni de simplicidad saciados, ni calmas,
Ni de placeres amantes,
Ni sus parientes se atreven
A interesarse de si sus amores
Acontecen en primaveras,
Éstas de goces, jazmines y azucenas,
O en singulares febreros,
De sombras acuáticas y nevadas.
Las sendas por donde andan de por vida
Se les ofrecen galantes y sin extremos,
Y más aún pedregosas y empinadas.
Quizás les sorprendan, o tal vez les estrangulen
Sus horas de últimas palabras
Y mortajas.
Quizás les salga de repente el camino
Llamando a chubascos, riadas y truenos.
¡Ay! Dense por bien firmadas,
Las postreras sentencias y con récord
Entre las innatas certidumbres y las dudas.
¡Ay de la muchedumbre desprovista de ilusiones!
Distraída y abstraída
En el cavarse las mudas moradas,
Con los picos entristecidos y onustos,
Y con el hurgarse los dedos en las narices,
Se desgasta.
¡Ojalá no desparrame
Su último brindis y trago
De su jarra impasible y silenciosa!
¡Ojalá no se hubiera enterrado
A sí misma desde tiempos longuísimos y envejecidos!
Quédense toditos sabedores
De que nunca jamás se sabía
Que a un tal señor de burro
Se le antojaba alguna vez
Darle a la buena de su noria heredada
Alguna vueltecita al revés.
La noche y yo
Fatalidad, fatalidad...
No tengo tu amor
Nada si no tengo tu amor
Sólo un corazón envuelto en
llamas
Miguel Mateos
La noche y yo,
Dos estrellas
solitarias
En el inmenso e infinito
firmamento.
La noche y yo,
Un silencio cómplice
y sensato,
Silencio de mi
esencia,
De su presencia,
Y de tu ausencia,
amor mío.
La noche y yo,
Simetría y armonía
entre lo real y ficcional,
Hermanamiento
emocional,
Homogeneidad y
complementariedad incondicional.
¡Oh noche serena de
abril!
En tus ojos diviso mi
alma rota
Mas, tu venir
aguardar me fascina,
Tu llegar imperioso
al sereno tanto me consuela,
Para navegar cual
barco
En el océano de tus
párpados,
Mirar y admirar tus
palpitaciones rítmicas,
Abrazar tu sombra y
penumbra,
Escuchar tu mutismo
absoluto…
Cierta vez, la noche
el silencio rompió
Era muy pero que muy
atrevida
Tal vez, la
curiosidad sus entrañas carcomía
Para saber lo que yo
padecía
Y a preguntarme se
ponía:
“¿qué te ha pasado, que aún no te veo sonreír?
¿Qué disgusto has
traído?
Un susto me has
dado:
¿Qué tendrás?
¡Qué alicaído se
te ve!
La tristeza se
escapa de tus labios de fresa
Tu boca de rosa
sabe a sinsabores,
Tu voz de azucena
huele a pesares,
Tus dos soles; dos
astros decrépitos y llorosos,
Tu corazón, un río
nostalgia fluir:
Cierto un idilio
sufrir”.
Desahógate.
Fíate.
De mí, no tengas
sospecha
Ama, ama y el alma
ensancha.
Yo siento,
Yo siento en el alma
un calvario truculento.
“Contigo platicar
solicito
Contigo desahogarme
necesito.
Ya no pido ni anillos
ni castillos,
Ni astros ni estros.
Serenidad espiritual
tan solo deseo”.
“Nada te turbe
Alégrate la cara
Tan linda está la
vida
No te
entristezcas. No te apenes.
Yo soy el bálsamo
de tu desdicha,
El elixir de tus
congojas.
Ten anhelo. Tenlo
más que nadie
El mundo es un
pañuelo
No te salves.
Lucha y además lucha
Ya volverás con tu
muchacha”.
A la soledad
“la
tinta en el papel.
El
pensamiento
Deja
su noche”.
Javier Sologuren
Óyeme, soledad, oye
Pues tú eres mía
Y yo soy tuyo.
Soy tu suelo natal.
Tú eres mis vestigios
perennales.
Mas, en el aire de tu
mutismo,
Ardor de tristuras e
inquietudes
En mis facciones se
patentizan.
Sonrisas ahorcadas
En la muralla de mi
semblante
Trágicamente se
pintan.
¡Qué crueza tan
cruel!
¡Oh soledad, soledad!
¡Piedad, y más
piedad!
¡Sé un bálsamo de mis
angustias!
A paladinas, a paladinas
Yo mal no obro
contigo,
Y que yo sepa,
Es la más alta
crueza,
Ésta, ésta que puedes
usar conmigo.
¡Qué desazón del
alma!
¡Oh soledad, sombra
adlátere!
En mis soles y lunas,
Levantas tu bandera
bordada
De mis nostalgias
vulneradas;
De tormentos,
terremotos, titubeos y sorpresas.
¡Oh soledad, sombra
acompañante!
Algunos recuerdos
vetustos emergen
En tu sombra diáfana
y desnuda.
Si tienes oídos, que
oigas:
Los recuerdos nacen y
nunca jamás fenecen
Solo de lugar en la
memoria mudan.
La ausencia no se da
a la olvidanza,
Ni siquiera causa
olvido.
La verdadera amada,
Sólida firme
duradera,
Cuando ya bien
ausente o perdido está.
Óyeme, Majakech, oye
¿Sigues marcando aún
las sendas con tus pasos,
O si por debajo de la
tierra
Un silencio elocuente
envuelve tu calavera?
La reclusión
solitaria
"Le grand mal de la vie, c'est l'ennui".
Stendhal
En aquesta serpiente de vapor,
-Depredadora de carne humana,
Ávida de sangre inmaculada-,
Que tediosa su marcha reitera;
Cuitado yo y bien depredado,
Por ayeres de pesares y sinsabores.
Desollado de mi propio yo
Buscando
incesantemente
pero no sé qué.
Vacíos me envuelven,
Me despedazan anhelos
Y carencias me transportan
Hacia no se sabe dónde.
¡Qué descarrío flagrante!
¡Qué desorientación acompañada!
¡Qué mañanas tan amedrentadoras!
¡Qué sonrisas la mar de amonestadoras!
Desesperanza, desesperanza, desesperanza.
La esperanza se va, se va, se fue.
Acaso Dios El Observador y El Todopoderoso,
Condenó a esta serpiente de vapor
pero no sé qué.
Vacíos me envuelven,
Me despedazan anhelos
Y carencias me transportan
Hacia no se sabe dónde.
¡Qué descarrío flagrante!
¡Qué desorientación acompañada!
¡Qué mañanas tan amedrentadoras!
¡Qué sonrisas la mar de amonestadoras!
Desesperanza, desesperanza, desesperanza.
La esperanza se va, se va, se fue.
Acaso Dios El Observador y El Todopoderoso,
Condenó a esta serpiente de vapor
A la misma imagen
cotidiana y rutinaria;
Y yo a la sempiterna reclusión solitaria.
Y yo a la sempiterna reclusión solitaria.
Oscuridades y caídas
A Majda Meskrot
Es un pecado capital
ser:
Un ángel con alas de
polvo,
Una abeja neutra
hallada
En un macón,
Un desierto con dunas
espinosas,
Y con oasis de sangre
y veneno,
Una charca de agua
estancada,
Y putrefacta… ¿!y sin más!?
Un ruiseñor
enmudecido
En un árbol imperio
de arrugas,
Un largo túnel
preñado
De promesas yacentes,
Ausencias
perniciosas, sonoras y silencios;
Un inmenso ponto
colmado
De estelas
engorrosas,
Y Baratarias de
congojas.
¡Ay! ¿De qué otros
pecados,
Sí, sí, otros más
capitales guardar el bulto?
Vivencias sin la miel
de tus presencias,
Convivencias con la
hiel de tus ausencias.
Gritos silentes
“Écrire,
c’est hurler en silence !”
Pénélope Damman
En los
pómulos de la luna,
El firmamento populoso de estrellas infinitas,
Dibuja sarcásticamente…injustamente…
Tu óbito escamoteado.
En la cuna de estas sombras sonoras
Saltan y resaltan mis desmadres,
Nacen y fenecen mis manantiales,
Y mora mi vida sufrida, desdicha imperecedera.
¡Ay, qué ayeres y qué hoyes tan reñidos
En este mar de bramido proceloso!
¡Ay, qué bravías luchas huérfanas entabladas!
Todo falta do faltan las fragancias de tu palmeral.
En el santuario de mis noches de insomnio,
Deseos suicidas el alma entona.
Recuerdos de arco iris y relámpagos
Yacen sin soliloquio.
En el umbral de mis hoyes insurgentes,
De rayos y truenos sobrantes,
El céfiro circula asaz curioso
Queriendo rastrear mis silencios sonantes y tonantes
Y con voz urgente me echa a la cara:
¿! A quién embalsamas decentemente
Estos gritos callados, estos barrancos amigables!?
A Majakech, eterno nombre. Idilio sempiterno.
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EL MARAVILLOSO SONETISTA
RODOLFO LEIRO
CIERRO MI VENTANA
Y cierro mi ventana, esta
ventana mía,
tan amplia y tan humana, que
tiene
la desgracia de dar sobre la
vida
Luis Bernardino Negreti
Como el genial poeta que
menciono
decido que se cierre mi ventana,
desde el postín feraz de mi
mañana
al verbo que en mi verso
promociono;
ya no encuentro la paz, no me
emociono
observando tu rostro en la
fontana,
era el tiempo feliz, el que me
llama
después de tu polígamo abandono;
quisiera hoy entonar y desentono
como llegando a fiesta en un
kimono,
bien pintada mi cara de hombre
viejo:
es mi forma de ser donde
despisto
el momento de azar en que te he
visto.
Se ríe del disfraz mi loco
espejo.
Construido a las 14,40 del
2 de septiembre de 2012 para mi
Libro “Renglones desprolijos”
***
YO NO
Yo no transo con la usual utilería
y su infausto proscenio de
falacia,
no me apoyo jamás en la
desgracia
para ensayar el rombo de mi día;
también surca el dolor mi poesía
empeñado en untarle paz y
gracia;
la quiero, ya provenga desde Tracia
o de la milpa astral de mi
osadía;
y la ofrezco sensual, en
sintonía,
con el lampo vital de mi energía
o el corazón gigante que me
mueve;
ya dibujo un soneto en geometría
y llevarlo al Parnaso, como
estría
que te enrola, deleita, te
conmueve.
Construido a las 9,47 del
5 de septiembre de 2012
para mi libro “Renglones
desprolijos”
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por el Gran Boris Gold
“LA MUJER”
No
tengo palabras
cuando me
dirijo,
hacia lo
más grande
de la
humanidad,
la que
con dulzura
es bálsamo
divino,
y a
su vez conmueve
con ...su
lealtad.
Es
el fiel soldado
que antepone
todo,
en bien
de sus hijos
marido y
hogar,
siempre en
movimiento
en pos
de la causa,
es como
una playa
en un
manso...mar.
Quién
puede hacer esto
y a
su vez ser diosa,
solo la
sublime
y preclara
mujer,
que nunca
nos falte
su acertado
criterio,
por eso
y mil cosas
las he...de
querer.
Santa,
más que santa
por hacer
que todo,
sea como
un cuento
de magia
y placer,
yo andaba
a los tumbos
y perdido
el rumbo,
ella entró
en mi historia
y me vi...renacer.
Me
cuesta creerlo
que andando
muy solo,
creí en
un momento
en esa
realidad,
me causa
hasta miedo
cuando pienso
en eso,
ella me
ha enseñado
que hay
otra...verdad.
No
interesa como
ni donde
ni cuando,
un altar
merece
ese amado
ser,
en ellas
hay pedazos
de Dios
y de cielo,
mil veces
benditas
las honro...MUJER.
Boris
Gold
(simplemente…un
poeta)
***
HASTA LOS FANTASMAS TE TOCAN EL
TUJES
Buenos
Aires es un hervidero de gente y a cierta hora es como patear un hormiguero y
yo como muy normal no soy, me gusta salir a caminar a esa hora, a lo mejor es
de puro retorcido nomás, porque mirándome en el espejo de sus caras,
me doy cuenta que para el psiquiátrico todavía no estoy.
En
medio de mi deambular y a lo lejos, vislumbro una sombra venir hacia mi, es una
figura borrosa, si digo que se apareció de la nada, corro el riesgo de pasar
por mentiroso, sigue acercándose y a medida que lo hace, se va pareciendo cada
vez más a un ser humano.
La
gente siempre apurada va de aquí para allá, sin darse cuenta siquiera de esa
presencia y en ese instante me atacó el temor por lo siguiente, ¿acaso el único
que lo veía era solo yo?, no lo podía creer.
De
golpe y porrazo se presenta en todo su esplendor y caminando a mi lado, pero
ignorándome olímpicamente.
Al
estar tan cerca mío lo pude observar “de cuerpo entero” y
lo que ví no me agradó precisamente, si lo tuviera que definir diría
que era una figura fantasmal con todo lo que ello implica, pareciera que no
tuviera los pies en la vereda, flotaba sobre ella y su atuendo era
muy antiguo.
Observaba
todo con mucha curiosidad, tanto los edificios como la ropa de todos los
caminantes, moviendo la cabeza en un gesto de no entender nada.
Pero
de golpe se comportó algo errático, fue como si se hubiera dado cuenta que
estaba a su lado y noté con mucha bronca la cara de tujes que puso al
hacer el recorrido por mi vestimenta.
Primero
miró mis zapatillas, luego mis bermudas, deteniéndose en mis piernas peludas y
por último en mi camiseta que tenía escrita Y LOVE y finalmente posó sus ojos
en mi cara, juntó sus manos miró hacia arriba y noté que de sus ojos
brotaban un par de lágrimas.
Yo
andaré falto de neuronas, pero hay ciertos momentos en que mi cabeza trabaja
casi humanamente y me doy cuenta de algunas cosas, en este caso que yo era para
él, un gran pelotudo digno de la cinta azul de la popularidad,
Siempre
envidié a los que decían que vieron o se les habían aparecido algún fantasma,
pues es una experiencia por demás extraordinaria, pero esto que me pasó a mi,
habla elocuentemente de mi reputísima vida.
La
única vez que veo un fantasma y el vago se dedica a sacarme el cuero y para
colmo de males al mirar hacia arriba escuché en un susurro que decía:
PADRE
SANTO, ESTE BOLUDO ES UN FIEL EXPONENTE DE CÓMO SON TODOS LOS HUMANOS.
Como
verán lo mío no es nada fácil, para mi señora soy del inventario, a los reyes
magos nunca les interesó pasar por mi casa cagándome mi infancia y ahora esto,
tener que irme con el rabo entre las patas por “esta cosa” que ni siquiera se
que carajo es.
Pero
a esta historia le falta la última parte, fue cuando frente
a nosotros(eso y yo) apareció otro engendro parecido al antedicho y
enojadísimo le dijo: dejáte de joder Pancho, y hagámonos humo cuanto
antes, te dije mil veces que aquí
en la
tierra no ibas a encontrar nada bueno y que los humanos después de tantos años,
no aprendieron nada.
Y
siguió con su perorata, de esta gente no vas a aprender un pomo, son todos
iguales, inclusive el viejo loco que tenés al lado, que por lo rarito
que es …no me extrañaría que sea poeta.
ESTAMOS
TAN DESCREÍDOS DE TODO, QUE HOY POR HOY ¡NI EN LOS FANTASMAS SE PUEDE CREER!.
Boris
Gold
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Textos concebidos por Rolando Revagliatti a partir de
“Rol de Cornudos” de Camilo José Cela, “El cuerpo lesbiano” de Monique Wittig y
“La pipa de Kif” de Ramón del Valle- Inclán.
“ROL DE CORNUDOS”
A buscarse en la
resumante especificidad
y exquisita
consistencia
en tal constelación y
refriegue
humanísimos
al principio aflora
el acaponado
y florece luego el bragazas
y no nos damos cuenta
y pisamos un poquito
al floripondioso cagón
Sí avisamos al de confiada evidencia:
en
el fabuloso jardín no faltará el escamoteado
el fogueteiro, el gótico flamígero
en sus macetas, sin
salirse, predestinados
retoñantes,
en sus canteros, con las respectivas
y confusas o
epigramáticas traducciones al
[pima-papago
al
familia ges, al charrúa, al familia tupí-guaraní
en carteles
retorcidos por el sol
expuestas las
variedades a miradas
[serviocroatas y rumanas
y
tropezones escoceses, indodravídicos y suahelíes
en venta, en alquiler
y hasta en conquista los
[variopintos
hurtables,
coleccionables
para
eventualmente exhibirse en paquetas vitrinas
Aun el más suburbano
cada cual un espejo
florido
hiperclorhídrico
inasequible al desaliento allí lo posee
si sociable, el jonjabero
(podrá con él reírse
a sus anchas)
si conciliador, el krausista
si olfateable, el lavándula
Hay variantes de las
variaciones
castizos desde luego
muchos
y con motes tales: meapilas
(y van por lo menos
dos con deyecciones)
nazi, ñiquiñaque, otorrinolaríngeo, por
[usucapión
o prescripción adquisitiva
Ya lo veis, nadie
podría quedarse sin alguno
nadie podría quedarse
sin ser por accidente,
[alguno
alguno es vuestro o
alguno sois
por transparencia o
por desidia
o por tantas y tantas
hay que encontrarse
insisto, estetas
podéis
recrear modelos, tomar de aquí y de allá
añadir, comprimir,
suturar
Trazo para los
cronistas este mapa gentil
conoceréis más tarde
el exhaustivo
que encararéis lineal
o atravesadamente
libres sois para
pecar y comprender
(atados por vuestra
inalienable condición)
sois
vosotros mimados en este jardín interesante
que devino museo por
el quiritario, el
[reconcomido
el susceptible de contagio de amor
el tránsfuga del buen sentido
para obsequiar a
celosos y celados os
[recomiendo al ultra
(en dosis
morigeradas)
el
vivalavirgen (por ese no sé qué de
equívoco)
el wagneriano (señero)
el xifoide (ver página doscientos siete)
el yambo (ver página doscientos once)
y
el zurriburri (ver página doscientos
dieciséis).
*
“EL CUERPO LESBIANO”
Las ingles
en las encrucijadas
(y en la actualidad
de estas mismas
arenas)
Los talones
por preciosismo
de esos miembros del
ala
a cargo de la
ambulación
La sangre
por inherente a lo
conectivo
entre las regiones
convalidadas
por sus
secuaces
representativos
La lengua
por desplazamiento de
su población
persuadida de la
necesidad
de los desmanes
El clítoris
por arraigo
la linfa
por sistema
las supuraciones
por energía
los brazos
por destino.
*
“LA PIPA DE KIF”
En este libro de lona
crea un circo
En este circo crea
y administra
su libro
18 poemas en la
arena.
*
Julio 2012
***********************************************
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SELECCIÓN DE
TEXTOS
Por Irene Mercedes
Aguirre
Miré mis manos
Y me miré las
manos y he notado
la huella de
caricias repetidas.
Por los años
la piel envejecida
acusa, aquí y
allá, tiempo pasado.
Y me miré las
manos y he pensado
que cuando van
a tono con la idea
dan perfección
y encanto a la tarea
en la
sublimidad de lo logrado.
Y me miré las
manos y he sentido
sus curvaturas
y su movimiento
como afinado y prístino instrumento
que explicita
la acción con su sonido.
Y me miré las
manos y he palpado
cada arruga y
sus líneas perfiladas.
En brumas de
milenios, condensadas
encierran los
ensueños apretados.
Y me miré las
manos y he soñado
con un mundo
mejor. Con diez perfectos,
magníficos apoyos, firmes, rectos,
¡a diestra y a
siniestra acompasados!
***
DISOCIACIÓN
POÉTICA
Brote y rebrote
que me acaricia cada mejilla
cuando aparece con sus
espejos
y me disocia todos los tiempos.
Donde se acoplan
uno por uno, fantasmas
mudos,
coros de anhelos.
Como una música,
como sonidos de altas
esferas
se contonean paso tras paso,
y se introducen
músculo a músculo,
por mis arterias.
Látigo y risas,
cantos, sollozos, por esas
puertas
que se entreabren
como una marcha de otros
destinos,
hacia otras rutas que no son
éstas,
y que conducen a no sé
dónde.
Parece a veces que es hacia
abajo,
que por abismos camino sola
tras laberintos de ásperas
grutas
que están muy lejos y a la
vez dentro.
Como gemido del ser desnudo
que se interroga
sobre infinito
¡Como un lamento!
Y otras parece que fuera el
mundo,
éste, presente, por el que
fluyo,
con recovecos de
imperceptibles,
altos ensueños,
que me recorren, que nos
recorren
a los humanos, la vida en
ristre,
¡Cántaros plenos!
Pero otras veces
por áureo espacio subo,
gozosa,
y a Gea percibo,
siempre preñada con los mil
brotes
de imperceptibles, ocultos
sueños.
Son los esbozos de nuevas
metas
del transcurrir y del
develar.
¡Brote y rebrote,
péndulo al cielo,
y en el gran Tiempo, todos
los tiempos!
® Irene
Mercedes Aguirre, Buenos Aires, Argentina
***
MEMORIA DEL OCÉANO
El hallazgo del viejo baúl lo había
conmocionado. Permanecía, casi ignoto,
olvidado, en el cuartito del fondo, donde
se guardaban las cosas en desuso. El hecho
había acontecido hacía ya unos
días. Entreveradas, como en un bazar
persa del sentimiento, sus manos tropezaron con los escarpines de Lucía, su
hija mayor, ya casada y con hijos; el primer cuaderno de Francisco, hoy en
Estados Unidos, y el vestido de novia de
Ramona, su difunta esposa. Debajo, muy
al fondo, un manojo de cartas amarillentas, recibidas a través de los años,
desde el otro lado del Océano.
Fue como
reencontrar el pasado, así, todo de golpe, bajo la tapa del vetusto arcón.
Releyó palabras
de su madre, de trazo grande y desparejo, por donde circulaban, como
torbellinos, el amor y la nostalgia por el hijo lejano. Repasó los
consejos de su padre, escritos con aquella letra alta y apretada que le era tan
propia. Volvió a verlos de nuevo tal
como los conservaba en la memoria, grandes,
fuertes, llenos de energía y calidez.
Ambos habían muerto hacía mucho tiempo, pero en ese momento, se
irguieron frente al hijo emigrado como si
estuvieran presentes, con una plenitud de presencia que sólo pueden alcanzar los seres que se han amado
profundamente.
Los signos
gráficos, algo desdibujados, le decían en una de las misivas: “Y recuerda que
tu madre y yo rezamos siempre por ti.
Confiamos en poder verte algún día, cuando la economía lo permita”. Una
rebeldía inusitada se le fue infiltrando en su espíritu con esas invocaciones y evocaciones tan hondas ¿Dónde quedó su antiguo hogar, la
estructura familiar de la que había emergido? ¿La existencia era esto, sólo
esto? ¿Todo consistía, simplemente, en nacer, crecer, construir lazos, perder lo construido, y
volver a comenzar? Se resistía a pensar así. Buscaba, sin darse cuenta, algún punto de
apoyo, sólido, invulnerable, al cual aferrarse, ya en su vejez. Año tras año, sus movimientos se
iban volviendo más débiles, y su estructura ósea se resentía visiblemente. Un
poco encorvado, las manos sarmentosas, y el rostro, anguloso y cuarteado
por los años, esa era la imagen que el
espejo del lavabo le ofrecía cada mañana.
Matilde, su hija menor, seguía soltera. Vivía
en la casa con él. Juan trató de disimular en lo posible su estado de ánimo por
el hallazgo, para no preocuparla. Esa
tarde, aunque desganado, se fue a jugar un partido de bochas al club. No quería
perder el dominio de sí mismo.- ¡Basta de sensiblerías!- se dijo.
Por lo menos a la vista de los demás. Reconocía su carácter reservado,
testarudo y un tanto patriarcal. ¡Y bueno, qué se le va a hacer! A él también
lo habían criado así. - como Dios manda-
no como la juventud de ahora que anda
toda revuelta- sentenció para sus adentros.
Había hecho lo posible para inculcar
férreos principios a sus hijos, pero no le fue
fácil. La mansedumbre y paciencia
de Ramona, que siempre los “apañaba”, disculpando y no pocas veces, disimulando sus travesuras desde pequeños, le había dificultado dicho propósito.
Quizá esa
actitud era producto del propio ambiente argentino, que llevaba a conductas más
sueltas, menos rigurosas. Porque aquí todo era enorme, extendido, difícil de
aprehender y someter a moldes más o
menos rigurosos.
Visualizaba el
país como un territorio provisto de una
vastedad impensada en el suyo, pero a la vez
reconocía un sinnúmero de semejanzas entre ambos.
Eran
parecidos y diferentes, más allá de las
apariencias, debido a los sincretismos
tácitos, los potenciamientos y la
obcecación comunes, llevados a la quintaesencia de sus aspectos positivos o
negativos. Un aquelarre cultural, desosegado y fascinante, que nunca terminaba
de entender del todo. Los argentinos
poseían, a su juicio, una fórmula secreta para conjugar la Babel que los
conformaba.
En su propio
barrio, en ese sentido, podía constatar un mosaico inmigratorio realmente sorprendente. Sus vecinos de la derecha, eran descendientes
de japoneses, los de la izquierda, de italianos. Enfrente, se alojaba una
familia de raíz caboverdiana y en la esquina un matrimonio de judíos
emigrados de la última guerra mundial. Completaban el complejo
cuadro interracial un paraguayo y dos peruanos
cerca de la esquina opuesta -¡Vaya mezcla!- suspiró.
Claro que en su
pueblo natal, cercano a las montañas,
tampoco faltaron ocasiones en la historia para la presencia de grupos diversos de toda
clase, cultura y coloratura. Sólo que en Argentina todo era aluvional y reciente,
mientras que en su tierra originaria
las mezclas habían ido decantando en una población que estabilizaba sus
rasgos culturales y sus costumbres con mayor firmeza, según él creía.
Contaba, entre
sus coterráneos, con “un amigo de ley”, como se dice en Argentina. Se llamaba
Martín Pérez. Existía entre ambos una
estrecha amistad y solidaridad, dado el trasfondo común que los hermanaba. Era
con él con quien Juan recuperaba los aromas, los olores, esas sensaciones del animus
de un ambiente que sólo pueden comprender aquellos que han vivido las
mismas experiencias y han compartido emociones similares de vida. Los unía,
asimismo, la sutil melancolía del exilio autoimpuesto.
Reconoció que
todos esos pensamientos tenían que ver
con el episodio del baúl. Porque el desasosiego que le provocó lo llevó a
replantearse quién era él en realidad.
¿Podía
considerarse un español, por haber nacido allá, en la península, donde pasó su
infancia y primera juventud? ¿O era casi un argentino, por los largos años
transcurridos aquí? El océano volvió a
su memoria, iluminado por la nostalgia y
las aprensiones de aquel gigantesco cruce de una a otra de sus orillas, junto a tantos
otros seres doloridos como él. Provisto de una valija de cartón y algunas
escasas pertenencias, sus emociones
durante la travesía
oscilaron entre el deseo
de echarse al agua (como los marineros
de Ulises ante el canto de las sirenas) y nadar de vuelta a su patria desolada,
y la esperanza de una vida mejor en la mítica
tierra rioplatense. Se mantuvo melancólico durante el viaje. Pero era
joven, y lleno de esperanzas. Al acercarse a Buenos Aires, se sintió más
animoso. Tenía la vida por delante. Por entonces, no se cuestionaba tanto las
cosas. Aún no sabía de la amargura que
provoca la muerte de los seres queridos, la vejez, la soledad cada vez más
solitaria….
Pronto recibió el mote de “gallego”. -¡Estos
argentinos, que creen que todos los que venimos de España somos gallegos! ¡No
conocen nada de nuestra geografía! -criticaba con sus
compatriotas
. Lo cierto es que estaban a la
recíproca. Tampoco conocían ellos
demasiado de este país y sus provincias.
Consiguió
trabajo de dependiente de almacén por la zona de San Telmo. El sitio le
agradaba. Con sus calles angostas, sus plazas recoletas y las viejas arquitecturas circundantes, le traía
una vaga recordación de su terruño. Tomó la costumbre de visitar seguido el
Parque Lezama, cubierto de frondosos árboles centenarios, en la barranca que
delimitaba, durante la época colonial, el río y la ciudad de Buenos Aires. En el extremo norte, sobre la calle Brasil,
se alzaba el museo Histórico Nacional, y, como la entrada era gratuita, lo
recorrió en múltiples oportunidades. Le
agradaba sobremanera la semipenumbra del lugar, los pisos relucientes y las
numerosas vitrinas que conservaban valiosos objetos del ayer.
Se detenía largo
rato frente a los cuadros, y meditaba sobre las escenas representadas.
Procuraba interpretar el sentido de la obra de cada autor. Gustaba incorporarse imaginativamente a la situación
presentada. Así, junto a Cristóbal Colón, el gran Almirante de la Mar Océana,
compartió la emoción del desembarco en Guanahani, y revivió el asombro mutuo de
navegantes e indígenas al verse por primera vez. En la pintura de las
Invasiones Inglesas, se ubicó al lado de
Santiago de Liniers para recibir la
espada del vencido Guillermo Carr
Beresford. Se sintió orgulloso del valor
y del heroísmo de los criollos en la defensa de la ciudad de Buenos Aires.
Frente al óleo
referido al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 se vio envuelto en un conflicto difícil de
solucionar. Finalmente se posicionó,
como era dable esperar, junto a los que
exigían la continuidad del virrey Cisneros -
¡Estos revolucionarios! -se indignó.
A cada mueble u objeto lo ubicaba, durante sus habituales visitas al
Museo, en aposentos imaginados, animando
las escenas con los personajes de los óleos o bustos circundantes. Eso sí. Él, siempre él, como protagonista o
como acompañante, pero integrado sin vacilaciones en la mismidad de la
representación respectiva.
No comprendía entonces que esos juegos
inocentes a los que se entregaba, eran un intento de rescatar su entorno sin
pérdidas de identidad. Quería, casi sin darse cuenta, reencontrarse con sus
raíces, vincular a la nueva patria con
la de origen. Su fantasía trabajaba en ese hueco de tiempo suspendido que le brindaban las salas del lugar, y donde podía religar el trasfondo común que unía a España con Argentina.
Al paso del tiempo, otras experiencias
vitales lo reclamaron más. Noviazgo, casamiento, hijos, un negocio de almacén propio, en fin, la esforzada vida de un hombre
honrado y sencillo, que luchaba arduamente para conseguir la felicidad.
La muerte
sorpresiva de su esposa lo desmoronó.
Fue por un infarto. El año pasado.
Se quedó con el peso de la soledad sobre sus hombros. Extrañaba a
“su” Ramona, criolla, querendona y comprensiva como pocas. Siempre había
sabido perdonarle sus arranques temperamentales. Lo entendía muy bien. Incluso después de una discusión, sabía dejar
a un lado rencores y se daba tiempo para
cebarle unos mates de reconciliación ¡Esos mates de los dos, bajo el cómplice
silencio nocturno, mientras los niños dormían, los unían a través de un grato
vínculo de afecto y distensión! -Qué
tiempos!¿Por qué debe acabar así la
felicidad?- se lamentó.
Matilde notaba que su padre era presa de la melancolía. Lo
veía cada vez más abismado en sus pensamientos y más callado que de costumbre.
Para animarlo, lo instó a realizar una excursión al noroeste argentino a través
de la institución que nucleaba a los
jubilados. Los precios eran accesibles y el costo se descontaba en módicas cuotas mensuales.
La novedad del viaje lo distrajo un poco de sus lucubraciones. La mañana del 5 de enero subió al autobús que
lo llevaría a la Quebrada de Humahuaca,
no sin antes atosigar a su pobre hija
con mil recomendaciones y advertencias a
tener en cuenta durante su ausencia.
Cuando llegó al lugar, después de un largo
trayecto, debió reconocer que el paisaje
era soberbio. Le agradó sobremanera el pintoresquismo de las
ciudades enclavadas en los valles,
llenas de tradición indígena y de
edificios coloniales. Pudo observar a
los nativos, descendientes de las antiguas civilizaciones del lugar, diezmados cada vez más por los continuos
mestizajes o desplazamientos.
Al verlos en su
hábitat, todos sus preconceptos se esfumaron como por encanto. Comprendió la
grandeza de esa cultura que había
conocido sus días de gloria y admiró la silenciosa altivez y
sobriedad de que hacían gala. Aún
en medio de su pobreza extrema, eran discretos y educados con el forastero.
Lo conmovieron
los chiquillos, uno de ellos vagamente parecido a su nieto menor, claro que más
moreno. Trató de calcularle la edad, pero la desnutrición que se percibía
en él lo hacía ver más pequeño de lo que en realidad debía ser. Le quedó
grabado en su memoria el rostro sufrido de la madre, su expresión triste y
resignada frente a una vida sin mayores perspectivas. Con sus polleras superpuestas, su sombrero
pequeño y el cuerpo moreno, se confundía
casi con el paisaje circundante. La mujer repercutió en sus sentimientos con
una fuerza impensada y visceral, tal como si cayera una venda de sus ojos y
supiera, por fin, que no había nada
humano que otro humano no pudiera sentir y comprender. Porque el desasosiego
que él tenía era similar, en el fondo, al de la colla con su drama a cuestas. ¡De tan lejos venía
él! ¡De tan lejos era ella! Y sin embargo, allí estaban, frente a frente, ambos
sin hallar su lugar, su sitio, su locus.
El uno , por haberse trasplantado de su país, la otra, por no ser reconocida en
el suyo. Eran dos caras de una misma moneda y a los dos los perseguía la misma
inquietud: saber quiénes eran y para qué.
Un acontecimiento fortuito trajo nuevas
respuestas a los interrogantes de Juan sobre su identidad. Unos meses después,
a comienzos de octubre, Martín lo invitó al club para escuchar la conferencia
de un famoso historiador que se referiría al V Centenario del Descubrimiento de
América. Al cierre, habría música y
cantos alusivos a la conmemoración. -¡No podemos faltar, Juan-
enfatizó -¡Tenemos que sumar españoles para esta noche! ¡A ver si los
italianos, que son mayoría en la zona, quieren birlarnos nuestro aporte, anteponiendo la figura de
Cristóbal Colón a la de los Reyes Católicos!- enfatizó .Debió convenir que era
verdad lo que su amigo le decía y, aunque a regañadientes, aceptó ir.
A las 7 en punto, apareció en el salón. Era
temprano, pero él siempre tenía la costumbre de llegar temprano al trabajo, y
no la modificó ni aún de jubilado. Se lo veía distinto. Traje dominguero,
zapatos lustrados, camisa blanca. Eso sí,
no transigió con lo de la boina.
La llevaba puesta, imperturbable a las críticas de Matilde que la consideró inoportuna para un atuendo
formal. Se sentó en la segunda fila. La primera era para las autoridades y visitantes expectables.
Allí aguardó pacientemente la presencia del resto de los concurrentes. A las 8
apareció el orador. Lo flanqueaban, solemnes, el Presidente de la institución y un Concejal municipal.
Una jarrita con agua presagiaba, sobre la mesa, la exposición del estudioso.
De manera amena y didáctica, el
especialista explicó, entre otros temas, por que a estas tierras se las
denominó “Las Indias”. América era
considerada por entonces como parte integrante de Asia, dividida así en cuatro
partes: La India Infragangética; la
India Pregangética; la India propiamente dicha o Gangética y la India
Posgangética u Oriental, que es en realidad esta en la que vivimos. - Por eso
éramos “Las Indias” - aseveró. Se sabía que navegado cierto tiempo hacia el
Oeste se llegaría a esta India Oriental, tal como antes los viajes al Lejano
Oriente lo hacían, desplazándose hacia el Este. Dado que esta última ruta se había vuelvo imposible por la
presencia de los turcos que cerraban ese camino, no hubo más remedio que
realizarlo por el extremo opuesto, cruzando el Mare Tenebrarum , hoy Océano Atlántico- expresó.
Al escucharlo,
una emoción inexplicable invadió a Juan. -¡Yo también crucé el Océano!- pensó.
Entonces, este no era un país perdido, allá, en el sur, desvinculado del mundo del que provenía. Los contactos habían existido desde tiempo
inmemorial, de cabo a rabo.
El historiador abordaba ya otro tema crucial: ¿Con qué objetivo navegó Colón
hacia el Oeste? Pues para llevarle unas cartas al Gran Khan de Mongolia de
parte de Fernando e Isabel. Actuó como un diplomático con una misión singular:
construir la alianza con los Tártaros contra el
Islam. – No olvidemos que en aquella época los musulmanes eran una
tremenda preocupación para la
Cristiandad. Dominaban el Mediterráneo, habían tomado posesión del Santo
Sepulcro de Jerusalén y en 1453 se apoderaron
de Constantinopla, la hermosa ciudad capital del Imperio Romano de
Oriente - señaló el orador.
- ¡Ni que hablar
de la lucha dentro del propio territorio español1- enfatizó. Largos siglos de
ocupación y reconquista, de puebla y
repuebla, obligaron a los españoles al
ejercicio permanente de la defensa y el ataque contra el invasor –. Aún más,
esa contienda de cientos de años
fortaleció particularmente la fe y el espíritu de lucha de los hispanos.
Por eso, sus monarcas fueron capaces de expulsar a los moros del territorio en
forma definitiva pocos meses antes de la epopeya colombina-, recordó.
-Animados por
ese espíritu ecuménico, también concibieron la posibilidad de concertar la
alianza con el Lejano Oriente, como
antes les mencioné- remarcó el distinguido profesor.
-Como pueden comprender, mucho antes de la
existencia de los mass media y de los
satélites, el hombre ya concebía
emprendimientos planetarios, que hoy no se recuerdan a menudo. Como hacen la
mayoría de los historiadores, remató su
conferencia con la consabida conclusión que usan como latiguillo: -Si
entendemos el pasado, actuaremos mejor en el presente y nos proyectaremos con
más posibilidades hacia el futuro- aseveró.
Juan se levantó transfigurado. Sus antepasados eran aquellos hispanos que
tanto habían hecho por la fe y la libertad. Ellos pusieron en práctica la
concepción abarcadora de todo el planeta. Vaya, vaya, resulta que lo de “aldea
global” ya nos la sabíamos nosotros!- fanfarroneó con Martín a la salida del
club. Sintió el ramalazo emocional de su identidad. No de una identidad personal, egoísta,
individual, tenazmente aferrada a un entorno fijo. La suya era la gran
Identidad Humana. El también, como los
grandes españoles del descubrimiento, había cruzado el océano, siguiendo la ley
humana de búsqueda de nuevos y esforzados horizontes. Ley que recién ahora
entendía. Ley del cambio, del movimiento
y de las transformaciones. A Las Indias
había llegado él. A una de ellas. Y por eso, para siempre, formaba parte indubitable de esa estirpe generosa y aventurera, volcada
hacia todas las regiones de la Tierra. Él. Juan Abaurre. Sí señor.
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TEXTOS DE LA MANO
DE LEO MORGAN
23-ESPECTROS ANDANTES SOBRE UNA PASARELA SIN FIN
¿Qué importa la dirección
en la que miran sus senos?
y qué si sus ojos son verdes
o sus cuencas están vacías?
Lleva una falda floreada
prepara una mermelada de moras
y canta una canción
que habla de una nena
que halló un poroto mágico
en la oreja de un monigote de nieve.
Un auto destartalado
se detiene ante una casa
que parece ser su novia
llega un hombre
¿ importa si es gordo o flaco,
o si los pelos
marchitaron en su cabeza?
Lleva un gorro de lana
y se le apagó la pipa
trajo harina y manteca
café, miel y tabaco,
y unas cuantas manzanas
en un bolsillo
tiene una pequeña cajita
envuelta
en un coqueto papel azul,
besa con cariño
a la mujer de la falda floreada
que continúa cantando
parece que la niña prospera
contrabandeando paraguas
hacia el mundo de los sueños
en tanto los perros
ejecutan la danza de la
alegría
y todo es tan hermoso
que revienta el corset
de los parámetros
y a los necios incendia su pijama.
24-COLORINCHES
La belleza de Ámsterdam
es una belleza de cuento de hadas
es la ciudad helada de chocolate
y de almendras
sin esa indigesta bruja
que cuando asqueada se arrancó
la máscara de la virtud
se tornó más tremenda y repugnante;
En vez de brujas hay hermosas chicas
vestidas de colores estridentes
cubiertas de caramelo y vainilla
guiando con destreza sus bicicletas
através de los canales y los puentes.
Jan es un gigante bondadoso
armado con un saxofón,
que ha decidido adoptarme
hemos pasado la tarde
en su casa, inclinada
borracha y surreal
como las casas de Amsterdam
comiendo pan de centeno esponjoso
y quesos amarillos, blancos y azules
bebiendo cerveza fuerte
y jugando al ajedrez
-Hoy es Queen’s Day
la fiesta de la reina, me dice
Jan
-Ah, ¿tienen una reina?
-Sí, y hoy es su fiesta, jaque.
Hay una energía en el ambiente
una embriaguez clara y bendita
que juega haciendo danzar
divertidos grupos de átomos
De unas máquinas marca “Febo”
Jan saca unas croquetas
“es mejor que comas algo
porque si el día ha sido largo
la noche lo será aún más”
Exquisitas primogénitas de Apolo
garganta abajo
exacerban mi sentido del gusto
y por si fuese poco
también recibo una especie
especial de hongo
que mastico con pura conciencia.
Fiesta sobre las barcas iluminadas
fiesta sobre las fiestas
músicas que se entrecruzan
bailando una música total
en un bote una chica toca el violín
y un tipo canta ópera con voz tonante
un gaitero
secundado por unas damas medievales
con antorchas
y un juez con peluca blanca
nos impiden el paso a otro canal
debemos golpear una pelota con una
maza de cricket
hacerla pasar por un tubo,
que caiga en un inodoro rojo
y luego en un minuto
pinchar 3 globos con un paraguas.
Jan está del otro lado
justo en el tiro 88.888.881
y cuando ya creo que
me voy a pasar la noche allí
la pelota emboca al inodoro
hago con los globos
lo que un gallo a 3 granos de maíz
pum pum pum
y por fin, entre hurras, paso
llegamos a unos canales que se han
congelado
seres extravagantes, con sombreros
y bufandas rayadas
patinan sobre el agua sólida:
¡QUIERO PATINAR, LO NECESITO!
-No, Morgan, me dice el gigante
patinar sobre hielo no es nada fácil
y podrías romperte una pierna.
-¡Menefrega!
Necesito unos patines ¡Ya!
a gritos les ruego a los patinadores
que me presten los suyos
pasan riéndose, diciendo cosas que no
entiendo
me siento el peor de los
mendigos
desesperado
excluido de la maravilla
Jan me consuela
diciéndome que encontraremos patines
de alquiler
y por ellos pagaré
toda mi fortuna, sin retacear un
centavo
pero son pasadas las 2 de la mañana…
cuando vislumbro una palangana naranja
que junto a un sauce, apoyada aguarda
deslumbrante y misteriosa
el Hada Helada la ha depositado para
mí
lo sé y se lo agradezco
Bajo al canal y le digo a Jan que me
empuje
Zuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmm
su fuerza celestial me lanza al más
allá
Wwwwwwwww esto es fenomenal
todo pasa hacia atrás , todas luces y
colores
suspensión y velocidad
gravedad cero
voy volando
llueven cerezas
inclinándome hacia uno u otro lado
puedo girar agarrando la
palangana de los bordes
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijaaajjjjjjjjjjjjjjjjyyyy
grito, salvaje, aborigen
un mapuche en la fiesta de la reina
¡God save the queen! ¡God save
the queen!
Aullo, estoy bien loco
God save the queen, me grita otro
borracho
con aires de que la salvación de la
reina
le tiene tan preocupado
como a mí los puntos de
ebullición completa
de los pesados metales
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajjjuuuuuuuuuuu
el culo a medio congelar, indiferente
dentro de la palangana naranja.
así , me deslizo dentro del Paraíso
:-Che, san Pedro, vení vamos a
dar una vuelta,
avisále a Pablo.
25-CANTANDOLE A LOS ANGELES en la Santa Madre Rusia.
Várvara Mijailova………….
asintió con los párpados
su corazón me golpeó en la nariz
y el mundo giró tres veces
salto a mi trineo
azuzo a la yegua negra
hacia el infinito
Várvara Mijailova dijo sí con sus ojos
y todo lo transforma
fluyo sobre la alfombra de Aladino
para colmo júbilo
mi mano tropieza
contra la botella de buen vodka
que me traje
por si acaso la tristeza
Hecho la cabeza hacia atrás
en los labios de Várvara Mijailova
estampo un beso larguísimo
viendo guiñar sobre mí
a todas las estrellas del cielo
una calidez bendita se derrama
y esparce en mi interior
¡Hurra!, estallo en la gloria
¡Pruf!
un puñado de grullas se eleva de
pronto
un mendigo violinista toca
apostado contra un farol
le tiro 3 pesados rublos
de oro
y canto
conozco esa vieja canción campesina
“el trigo está segado
y guardado en el corral
los cuervos que pasaron
ya no van a cenar
San Vladimir bendito…
no me hagas enojar
cuida de los cerditos
pon leña en el hogar…”
Rodeo la catedral de San Petersburgo
las cúpulas brillan tanto
soy un insecto atrapado en la luz
otra vuelta más
y otra
cantando alegremente
Várvara Mijailova dijo ¡Sí!
y aquí nos casaremos
nieva
ángeles alborotados
caen en copos sobre mi barba
sobre mi gorro de piel
sobre mis guantes
y están doblando las campanas
salgo disparado en línea recta
derritiendo la blancura helada
un rayo negro que escapa
pero una felicidad rampante
pronto me da alcance
clava sus garras en mis hombros
y me lleva.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Adriana Delfini
En el
silencio…
Silencio…guardas
silencio
bien guardado, como un
tesoro
atesorado, sin sembrar
nada aún, ni cosechado.
Palabras que no nacen,
palabras que ensordecen
como un grito sordo,
te enmudecen.
Callas a la vida, a tu
entorno
¿qué dolor o alegría no
compartes?
sin omitir palabra…no
hay retorno,
susúrrame algo…vengo a
invitarte.
Omitir la voz…a veces es
discreto
adivinar qué piensas es en vano,
sabiduría hay en el
silencio…(el Tao)
el poder de la voz…es
enclaustrado
***
Lazos invisibles
Lazos invisibles que nos
atan,
faliblemente al amor
sofoca,
almas sin domar, que se
desbocan
desdichas que se
sueltan, se desgraban.
Reliquias de la caja de
Pandora,
que reprime virtudes en
el fondo,
necesidad de hurgar,
algún despojo
de encontrar una voz,
algo sonora.
Impredecible afán de
perder velos,
que la lujuriosa
intimidad sonroja,
amar lentamente…sin
recuerdos.
¿Virtudes o
defectos?...paradoja
amor de seres
imperfectos,
soltando pétalos de
amor, que se deshojan.
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POEMA
Por Teresa Palazzo Conti
POEMA DE
BÚSQUEDA
Dónde fueron mis piernas
a enredarse en caminos.
Adónde la armonía de mis ojos lineales y perfectos.
Me quedé sin palabras en las manos
y en mi vientre,
apenas un mendrugo de humedad.
Adónde se volaron
los labios que en la noche,
en cruz sobre tu boca
dibujaban el mundo.
Ya no tengo recuerdos
de haber sido cercana;
de encontrarme
y armar sobre tu historia
el otro abecedario.
Si alguien sabe de mí,
que me rescate desde la fosa impura.
La recompensa,
sólo un latido desarticulado
y la memoria andrajosa
de mis candados principiantes.
Si alguien sabe de mí,
que ponga mi destino entre paréntesis
y me busque algún nombre mentiroso.
©Teresa
Palazzo Conti
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