martes, 18 de diciembre de 2018

Capplannetta-Barcelona-Caracas (Cecilio Olivero Muñoz)


Quiero subrayar tres rincones de Internet que son a mi parecer interesantes y están marcando (en algunos casos) tendencia, y que en otros, si no tendencia, tienen cierto interés dentro del ámbito cultural y/o literario y todo a coste cero. En principio lo que se está haciendo en temas como la literatura, el videobloging, o el vídeo ensayo a coste cero tiene dos lugares concretos en la geografía global y son Barcelona y Caracas. En el vídeo ensayo tenemos en Barcelona a la gente del CCCB (centro de cultura contemporánea de Barcelona) y su sección difundida en YouTube: Soy Cámara; vale la pena, recomiendo sus vídeos ensayos, hablan de temas de máxima relevancia cultural y sin dejar atrás la postmodernidad tardía en la que respiramos en la actualidad emergiendo desde la asfixiante chabacanería que impera en la lengua española debido a la bazofia televisiva. Tanto las conferencias (altamente recomendables), como los vídeos ensayos están elaborados por gente interesante, gente como pensadores, escritores, profesores de universidad, profesionales audiovisuales, artistas, ensayistas, poetas. Después está la gente de Play Ground, sus mini vídeos (vídeos de entre dos o cinco minutos de duración) sobre temas de actualidad han subido en nivel de usuarios en unos pocos años. Considero que están a la altura de las circunstancias y tanto política, como culturalmente, como también en temas literarios y otros temas diversos de reivindicación social como lo son la homofobia, el racismo, y la sociedad actual dentro de una estética moderna e innovadora, son un referente en el videobloging del momento que abarcan tendencia y la actualidad más relevante, lo recomiendo. Toda esta gente trabaja desde Barcelona, pero hay una ciudad caribeña que en el panorama literario están haciendo cosas interesantes, gratuitas y revolucionarias. Hablo de Caracas, capital de la República bolivariana de Venezuela, país bloqueado económicamente por Estados Unidos y Europa, país que lo tiene difícil en su día a día pero que en el tema literario están haciendo su propia revolución cultural dentro de la revolución política, que aunque no sea lo satisfactoria que quisiéramos, en el panorama literario está dando pasos de coloso. Hace unos días se celebró la FILVEN (feria internacional del libro de Venezuela) y pudimos ver a gente como el novelista José Negrón Valera, autor de la novela Un loft para Cleopatra, a la poeta Yanuva León Guzmán, autora del poemario Como decir cántaro, al novelista y cuentista Gabriel Jiménez Emán y a la gente de la Editorial El Perro y La Rana (editorial del gobierno), también a la gente de la Editorial Madriguera y a la gente de la Agencia literaria del Sur, con Dannybal Reyes Umbría como presidente y todo su equipo. En la Editorial El Perro y La Rana pueden disfrutar de un inmenso catálogo de literatura gratuita (entre éste catálogo se encuentra la novela antes mencionada de José Negrón Valera), también tienen a la Editorial Estrella Roja, con otro extenso catálogo gratuito ideal para gente de pensamiento de izquierdas. Les doy un par de enlaces : www.agencialiterariadelsur.com Hagan clic en la sección Estafeta Postal Sur, la recomiendo con efusividad. Más literatura gratuita en Venezuela: https://agencialiterariadelsur.com/doce-editoriales-venezolanas-que-ofrecen-libros-para-descarga-gratuita/ 

domingo, 25 de noviembre de 2018

agua caliente de sol (Cecilio Olivero Muñoz)


Agua en cubos caliente de sol,
parir es el hoy, la fragancia fue en mayo;
cuando el dios del esparto frota tu yo
canturrea mientras te das un baño,
 oí mi nombre con cariñoso algodón 
 y con tu voz dabas caricia y milagro,
te nace la tarde en tu gran corazón 
y una pregunta acude al dolor descalzo.
Te contestan en el silencio con tos
y se persigna un destino en cada mano;
caben mil suspiros en esta canción, 
tapiz con pavos reales y papagayos,
cabe en este sueño vainilla un amor,
un ruiseñor, y tres niñas cuentan rebaño,
cabe pacato baile con despertador,
cabe lo precario, cabe un tiempo huraño, 
cabe una prisa ajena y doña coliflor,
una risa, una pena, una siembra en vano,
cabe agua en cubos caliente de sol,
cabe una tristeza que mira hacia abajo,
sin ti, ninguna navidad será luz y color,
 tu calor partirá como parte el verano,
si en la paella de domingo, tú eres el arroz,
también eres fuerza e instinto, lo cotidiano,
eres moral despierta, sentimental educación,
sacrificio que se levanta temprano,
agua en cubos caliente de sol
te imitan auroras, te olfatean el rastro,
agua en cubos caliente de sol,
tu sombra atrae refugios en su simulacro,
cada veinte de marzo es un sí y es un no
y una vértebra agota su función de diario,
finges desdén ensayado tras tu emigración 
 un telón que sube torpe en cada entreacto,
así es la vida, dureza y tesón,
 y espejo del mundo inmundo hecho teatro.
Agua en cubos caliente de sol,
la sepultura espera, 
cada final tiene un último acto.]

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Nostalgia de Johnny Hallyday (Juan A. Herdi)


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El mismo año de la muerte del Boris Vian, 1959, un jovencísimo Johnny Hallyday, con apenas 16 años, debutaba en la radio y en la televisión. Comenzaba así una larga carrera musical en el que el cantante francés se decantaba por el rock, fue a todas luces la rama rockera de la «chanson française», después de que quedara fascinado por Elvis Presley tras verle en la película «I love you».
No sé si Johnny Hallyday conocía en su debut al escritor, músico y articulista Boris Vian. Quiero creer que sí. Ambos estaban fascinados por la cultura de los Estados Unidos, por su música desde luego, el jazz, el rock, los espirituales negros o la música sinfónica del periodo de entreguerras, por su cine, que es la gran aportación norteamericana a la cultura mundial, y por su literatura, es la época de los beatniks, protagonistas de los 50 y 60, pero también de Faulkner, de Truman Capote, de Mailer, de Flannery O´Connor, de Salinger o de Steinbeck.
No es de extrañar: hubo una relación intensa entre las culturas norteamericana y francesa a lo largo del siglo XX, pero sobre todo a partir de los años cuarenta, relación que bien podríamos calificar de ida y vuelta. Del mismo modo que en Francia fascinaba lo norteamericano, lo francés atraía a muchos artistas de Estados Unidos. Josephine Baker se quedó en Paris desde que arribara a Francia en 1925 mientras que gran impacto causó en Charlie Parker la vida musical de la capital francesa, un músico que inspiró, por cierto, uno de los mejores relatos cortos de Julio Cortázar, «El perseguidor». Sería enorme la lista de autores y músicos de ambas orillas fascinados por el otro lado.
Resultaría interesante buscar lo común entre Boris Vian y Johnny Hallyday, aunque tal vez compartieran sólo esa fascinación por lo norteamericano, por el hecho de quedar ambos muy imbuidos de esa cultura ágil y convulsa, lo cual fue un rasgo incluso generacional, pero puede también que hubiera una cierta influencia en el cantante del escritor. En todo caso, fueron dos ejemplos de ese vínculo estrecho entre ambos países. Si escuchamos atentos a Johnny Hallyday podemos incluso sentir en ese tono suyo tan melancólico y sentimental algo muy propio de algunos relatos literarios, musicales o cinematográficos que nos llegan de Estados Unidos. Aunque tal vez esta sensación apenas sea una divagación mía.
Sea lo que fuere, hace un año que murió Johnny Hallyday. Apenas es conocido fuera de la francofonía, aunque colaboró con músicos de otros países y actuó también fuera de Francia. En España Loquillo realizó un dueto en 2008 con el cantante francés, del que resultó «cruzando el paraíso». En esta canción se entrevén algunos de las referencias sempiternas de Johnny Hallyday, referencias al descenso a los infiernos, a la sensación melancólica de pasar por la vida casi de puntillas, a la impotencia de no poder aportar más al mundo, a una vaga impresión de pérdida y soledad. Creo que hay mucho de esto en casi todas las canciones de Hallyday. También en él mismo lo hay, en una figura algo hosca en su aspecto, pero también no poco taciturna y nostálgica.
Incluso en su paso por el cine, porque también tuvo su faceta de actor en un puñado de películas, se nota esos rasgos. En «L´homme du train» («El hombre del tren»), de Patrice Leconte, interpreta a un ladrón de bancos que llega a una pequeña ciudad francesa y ante la imposibilidad de alojarse en un hostal, están todos cerrados, acaba en la casa de un profesor de literatura jubilado, interpretado por Jean Rochefort, con quien charla largo y tendido, más bien charla el antiguo maestro, y se siente que ambos renunciarían sin dudarlo en absoluto a sus vidas respectivas por encarnarse en el otro, cuya vida les parece a cada uno de ellos mucho más interesante.
A un año de su muerte resulta imposible no sentir una nostalgia más que notable por Johnny Hallyday. Es un tópico: nos queda sus canciones y sus actuaciones periféricas en el cine. Pero también su propia presencia, sus palabras, su melancolía entre sus gestos.

martes, 6 de noviembre de 2018

Réquiem del crisantemo funeral (Cecilio Olivero Muñoz)


No puedo negar que te tuve a ratos presente
en mi sofá, en mi mirada, en el paladar;
la vanidad suele ser morada frecuente,
¿No sabes que es corto el camino por andar?
A veces yacemos rezando por el ausente;
renuncio al cemento, prefiero el oquedal,
echar de menos la incógnita latente
de si es la nada o si la nada es adimensional,
el alegre palpitar que deja el sí reciente,
la mortaja fría en un triste hospital,
déjame la paz, déjame ser calma decente,
no ser mentira, tampoco ser verdad,
déjame partir de este baile para siempre
 donde se respira el réquiem del nunca jamás,
réquiem es la vida un uno de noviembre,
quizá acuda al lecho un ejército del mal
liderado por el esqueleto de la muerte,
acude este réquiem como prisa vegetal
y que ya no expliquen ¿¡quién fuese suerte!?
Para derramar el gran milagro del pan
que consagra su espiga y su sal al quererte,
te dirán que fuiste bueno, una, y otra vez más,
que fuiste cobarde y que fuiste valiente,
la gente habla porque es muy fácil hablar,
reposo final de dar un paseo inocente
como un paso al frente, y no regresar atrás,
la vida es parte del negro luto solemne,
la vida es beso que se evapora de aguarrás,
siempre quedará ese paseo total pendiente,
siempre habrá sonrisas partidas por la mitad,
siempre caerá el diente antes que la simiente,
siempre habrá lugar y una última soledad.


domingo, 21 de octubre de 2018

Nevando en la Guinea -Historia de una utopía- (Cecilio Olivero Muñoz)


En 2008 comenzó a publicarse Nevando en la Guinea. Han pasado diez años, aunque en el 2014 dejamos de publicar y la retomamos en mayo de este mismo año 2018. Al principio publicábamos cada semana, después cada mes y acabamos publicando de manera trimestral, ya que nos era imposible publicarla con un mínimo de calidad. Primero fueron dos blogs-revista, luego incorporamos la web con todos los PDFs (números que llamábamos caterva) e introdujimos entrevistas (véase ediciones pasadas en el 2009 y en adelante), vídeos sobre literatura y artículos de Juan A. Herdi y míos. Al principio no era revista, era una caterva en formato PDF en la que nos congregábamos una serie de escritores y poetas haciendo alarde de nuestro amor hacia las letras. El nombre se le ocurrió a Juan A. Nevando en la Guinea, parece una paradoja, ya que Guinea viene por cómo llamaban los europeos por el siglo XVI al continente africano, y también, todo hay que decirlo, porque es casi imposible una nevada en África, a menos que ésta sea en el Kilimanjaro, y con el cambio climático, ya ni siquiera ahí. El nombre de la revista (ya ha dejado de ser caterva y ahora sí es una revista) es una utopía que tiene un sentido global debido a los cambios de nuestro planeta y las paradojas que conviven con los amantes de la palabra escrita. 
Y digo paradoja por que la revista se maqueta y se encuaderna en Venezuela. Ahora es una revista como exige el personal que la disfrute y todo un compendio de buenas y bellas virtudes que se pueden disfrutar desde las webs/blogs www.nevandoenlaguinea.com/ y www.nevandoenlaguinea.org/ La publicamos en dos lugares simultáneamente, el primero con scroll infinito, el segundo más sencillo y simplista. Publicar en Venezuela es una utopía que se hace realidad en cada número, en cada voluntad firme de que lo utópico se haga realidad, aunque no imposible, gracias a Juaníbal Reyes Umbría y a la www.agencialiterariadelsur.com/ podemos decir hoy que sí es una revista. En ella se reseña, se relata, se poetiza, se hace crítica, se hace arte, se reivindica y se publicita. Tenemos los anuncios (consulten precios sin compromiso) que quieras más baratos y mejor elaborados del mundo literario, publicamos textos de calidad, hacemos un llamamiento reivindicativo para el gran continente que es África, y al final seguimos siendo caterva que nos ponemos a soñar musitando la palabra mágica Ubuntu (o todos, o ninguno) que es como decir para todos todo. Una utopía quizá para los que dudan de la fuerza de la unión, pero una realidad si miramos el horizonte con otros ojos. Para más información: nevandoenlaguinea@hotmail.com 

sábado, 13 de octubre de 2018

"After" o la búsqueda de los paraísos artificiales (Juan A. Herdi)

Fue Baudelaire quien recuperó el término spleen entendido como ese sentimiento de tedio, de angustia, de cansancio y de temor, una sensación que invadió al individuo en plena época de la primera revolución industrial, cuando surgen los horarios –fue una necesidad que vino con el ferrocarril– y el ser humano se cosificó al devenir una mercancía más en el marco de las nuevas relaciones económicas y sociales que se establecen con el capitalismo en ciernes.
Spleen procede del griego splēn, el bazo que, según la Grecia clásica, es donde se hallaban los humores (para los hebreos, en cambio, el bazo era el órgano de la risa). Baudelaire lo emplea para una breve pero intensa descripción emocional en su Spleen de Paris, libro que aparece tras la muerte del escritor y que es una recopilación de pequeñas piezas donde describe sobre todo la melancolía, pero también el vacío, el horror ante el paso del tiempo, ya definitivamente el tiempo de Cronos, el tiempo del reloj y de las horas, o la desesperanza.
El spleen del que habla Baudelaire es una colleja en toda regla contra la idea de progreso sin fin que domina el siglo. El crecimiento económico y social se considera inevitable y ese optimismo lo adoptan también los revolucionarios, que incorporan a la utopía futura del comunismo ese mismo concepto de progreso, esta vez sí para toda la sociedad, que en tal futuro ya será sin clases y sin la explotación humana. Baudelaire lanza contra tanta ilusión y expectativa una mirada desesperada. Es el aburrimiento lo que domina su mirar, aburrimiento que tiende a la melancolía, que no tiene que ver con lo que hoy entendemos por melancolía, sino que es más lo que conocemos por depresión.
Ni qué decir tiene que el spleen se entrelaza con el pesimismo que es una corriente sentimental que atraviesa toda la historia humana, el mundo no va a mejor, es una idea que ya se daba en la antigüedad, incluso entre los griegos, pero que de pronto parece acentuarse en la segunda mitad del siglo XX, tras la experiencia del nazismo y de los autoritarismos genocidas que son un mazazo en toda regla, a lo que se añade la impresión de que esa idea decimonónica de progreso permanente no es real, no ocurre en la realidad.
Pero el spleen no tiene que ver con las grandes doctrinas ni las experiencias colectivas, sino que se trata de una sensación individual, es el sentimiento que surge del interior del individuo en su más absoluta soledad, un horror ante el mundo, ante el tiempo, ante la fatalidad, ante la sensación de que somos incapaces de superarnos a nosotros mismos y crear otros mundos, regresar al paraíso o construir una utopía, ni siquiera podemos ya relacionarnos con los demás, con nuestros iguales. Hemos perdido el paraíso y nunca volveremos a él, ni siquiera nos podemos dar ya el gozo de la primera vez, cuando además ni siquiera concebimos que vayamos a ir a mejor.
Frente a toda esa desesperanza, se impone la necesidad de los paraísos artificiales, de los que habló también Baudelaire.
En 2009 el director de cine Alberto Rodríguez presentó su película After. En ella asistimos a una noche loca de tres amigos, Manuel, interpretado por Tristán Ulloa, Ana, interpretada
por Blanca Romero, y Julio, interpretado por Guillermo Toledo, cuarentones los tres, en principio aposentados socialmente, habitan zonas residenciales, tienen medios, todo apunta a que deberían vivir no sin plenitud y felicidad en el apogeo de sus vidas.
Pero lo que en realidad hay tras su pretendida alegría es una necesidad de huida, de escapar a su cotidianidad insatisfactoria, a no querer afrontar el vacío, el tedio, la falta de expectativas, la culpa y sobre todo un lamento por no haber aprovechado la oportunidad de ser diferentes y de haber dejado marchar a Kairós, ese dios del momento adecuado en que todo es posible y que hay que saber atrapar cuando pasa a tu lado. Viven atrapados por la rutina, por el desamor, por la frustración de un trabajo que se vuelve irritante, falto de sentido.
Buscan en la diversión galopante, en el alcohol, en la cocaína y en el sexo descontrolado ese paraíso artificial que les salve del vacío y de la angustia que hay en sus vidas, que sea al menos un sustituto de la utopía personal y colectiva que, saben, nunca van a tener. Ese recorrido por el Madrid nocturno es una repetición ritual del paseo de Baudelaire por París y en el que domina a todas luces el spleen ante la vida.