viernes, 27 de marzo de 2020

the poetic justice (Cecilio Olivero Muñoz)

Cuando hablo de justicia poética no hago alusión a la película estrenada en 1993 titulada Poetic Justice del director John Singleton, cuando digo Justicia poética me refiero a los hechos que estamos viviendo en estos nuevos amaneceres. Debo de empezar este breve simulacro contra la reclusión obligatoria añadiendo que, para nada es de Justicia Poética el que fallezca tanta gente y mucho más si éstos son ancianitos huérfanos -estos sí- de toda justicia, incluso la divina. Pero ya que hablamos de lo divino, no creo que nada tenga que ver Dios en este asunto, aunque sí el azar, el azar es un gran ordenador, un gran justiciero, en este caso poético. Que todos estemos en obligada reclusión puede parecer ilógico pero así es este mundo que hemos creado entre todos a pasos de gigante. ¿Nos merecemos este tipo de justicia poética? Nosotros, que hemos hecho tanto por las especies animales, que tenemos unos océanos puros y cristalinos, que tenemos a más de la mitad del mundo pasando hambre, nosotros, que somos el origen de tantas injusticias, de holocaustos, de campos de concentración, en fin, nosotros que hemos hecho de este mundo un infierno y ahora estalla la bomba en nuestras manos justo ahora que íbamos a cambiar temas como el cambio climático, la pobreza mundial, que acudimos como locos todos ante la deforestación del Amazonas. ¿De qué nos ha servido tanto esfuerzo en preservar la naturaleza? ¿En mantener en armonía a los pueblos? Qué mundo tan placentero nos había quedado y ahora ZAS! Como el que no quiere la cosa está tan vacío, tan ordenado que aún no creemos en el caos que hemos engendrado, no, no es alarmismo, es Justica Poética y nada más que eso, ¿cuánto tiempo más nos queda esperar paz? ¿Cuánto? 

miércoles, 25 de marzo de 2020

Nevando en la Guinea #yomequedoencasa

Existen muchas vicisitudes alarmantes en el mundo, todas apuntan al temor de la gente, ahora que estamos en una situación crucial para el día a día de todos los hombres y mujeres del planeta, esperamos que todas las desgracias unieran a tanta gente como al parecer está uniendo el coronavirus. Muchos de nosotros estamos afrontando un miedo al que ninguno de nosotros estaba acostumbrado, quizá sí a la reclusión, aunque no a la alarma global del COVID-19, muchos factores han influido en nuestro temor, por ejemplo, la gente que por desgracia fallece. Pero luego está el tema de la psicosis colectiva que puede crear un fenómeno como el coronavirus (COVID-19), es algo, que como todos hemos podido comprobar, tiene una profunda sensación de desamparo (aunque tengamos las autoridades pendientes) debido a que se paraliza todo un sistema de maquinaria enormemente fuerte y es como parar un gigante (o un coloso) con la dificultad que todo ello representa. En el caso de China han unido sus fuerzas, aquí en España se está ejecutando todo un protocolo de unión, ya no sólo en las altas esferas, sino en las autoridades, esto implica a todo el conglomerado de fuerzas de seguridad del estado y las autoridades sanitarias, también lo civil está involucrado en tal empeño, debemos ser cívicos, y actuar de manera responsable, ya que, todo aquel que se salte las advertencias y consejos de los expertos estará actuando de manera temeraria y es una responsabilidad de todos. Estamos en situación de pandemia global, y todo acto que podamos ejercer, no sólo como ciudadano, sino como adultos que tienen cautela en su integridad física y la de todos. Felicitamos desde aquí a algunas editoriales (grandes y pequeñas) que han puesto su grano de arena para hacernos el confinamiento más llevadero, damos un enorme mensaje de gratitud a las fuerzas de seguridad del estado, a los responsables sanitarios y a los trabajadores de la alimentación y a los que han tenido que trabajar por nuestro bienestar y que nos abastecen y luchan para que no nos falten las necesidades básicas. Les invitamos a leer los números de Nevando en la Guinea, e intentamos desde nuestra modesta actitud literaria informarles que pueden descargarse todos nuestros números en PDF, en las webs www.nevandoenlaguinea.com www.nevandoenlaguinea.org Gracias y esperamos que pronto, por el bien de todos, salgamos de esta pandemia, también queremos trasladar nuestra solidaridad con los afectados por el COVID-19. 

viernes, 6 de marzo de 2020

sobre el single de René Pérez Joglar (residente) Cecilio Olivero Muñoz

El Hip Hop es un movimiento que abarca muchos estilos musicales, a parte del rap, y distintas disciplinas artísticas dentro de un núcleo al que llamamos Hip Hop. La canción de René Pérez Joglar Residente está escrita con el corazón, y como tal, es la verdadera gracia plena dada a las artes; todos los géneros artísticos tienen como impronta en profundidad que están hechos desde ese lugar de donde vienen los buenos sentimientos, y el atractivo buen hacer para que se trasmitan hacia el público, y es el corazón. Todo aquello que lleva el ingrediente brotado del corazón es algo sagrado, es un aliciente esencial para todo (repito), las cosas tienen su deleite cuando se hacen con este músculo misterioso, donde se bombea la sangre a medida que vamos moviéndonos. Es, sin duda, el verdadero motor de nuestra existencia, por eso cuando se lleva a cabo un trabajo con   el buen hacer de nuestro arte, en las artes si le pones talento un 37% y un 63% de corazón, seguro que será un fruto de éxito, el corazón que le ha puesto René (el residente) a su single le ha introducido en su contenido lo que es un verdadero fruto con la quinta esencia de los suspiros verdaderos, es un hit con alma, y todas las cosas que se hagan desde ahí, mezclándolas con talento están predestinadas al éxito absoluto. La canción comienza con reminiscencias infantiles, que son la patria del ser humano, dicen los poetas, después hace hincapié en la adolescencia, después, como colofón, se entrega bien en la sinceridad y los reproches vistos desde una justicia verídica que la hace atractiva, el chaval quiere volver a la sencillez de su infancia y nos enamora a todos, y todo incorporado desde la caja de sentimientos que es su single, de momento, en su primer lanzamiento está tomando una buena aceptación por el público, ya que su público lo sigue haga lo que haga. Yo lo simplificaría con la palabra pureza, PUREZA con mayúsculas, esa es la verdadera sintonía que nos une y nos conmueve, nos emociona, y esas lágrimas corriendo por su cara visibles en el vídeo son verdaderas. De modo que René es un verdadero artista del cual muchos debieran aprender, en fin, disfrútenlo, tiene talento. 

miércoles, 4 de marzo de 2020

Ernesto Cardenal (Juan A. Herdi)

El pasado primero de marzo moría en Nicaragua Ernesto Cardenal. Conocí su poesía hace mucho tiempo ya, casi mientras comenzaba a interesarme por estas cosas de la literatura, en un momento en que los autores latinoamericanos nos brindaron el regalo de su lenguaje ágil y libre, frente a una lengua que en España estaba no poco anquilosada, pero que parecía liberarse gracias al español de América. Pude descubrir de este modo una poesía rebelde, un tanto traviesa, con maravillosos juegos sonoros y elocuentes que nada tenía que ver con lo leído hasta entonces, en un idioma que nos resultaba suave, poético por sí mismo, gracias a ese acento que tanto difería con la hosquedad del castellano ibérico.
Pero Ernesto Cardenal no sólo fue el poeta encomiable del país de Rubén Darío. Para quienes de pronto lo descubrimos entre los muchos nombres que nos llegaban del otro lado del mar, era sobre todo un poeta indómito y libre que no dudó en comprometerse con la sociedad hasta intervenir abiertamente en los conflictos reales de su país. Nicaragua se convirtió en uno de los faros de la necesaria revolución, una revolución que deseábamos diferente y, por de pronto, esperábamos que no mostrara los tics de otras revoluciones que olvidaron muy pronto que el objetivo era cambiar la realidad y emancipar a las personas, no construir otras tiranías. 
También era teólogo y católico, y de este modo nos dimos de bruces con otra Iglesia, otras iglesias, ajena a los oropeles y a la grandilocuencia a la que estábamos por desgracia acostumbrados por aquí y con la que en nada nos identificábamos, de ahí la lejanía. Muchos éramos además orgánicamente ajenos a la Iglesia (con mayúscula hierática), a ese Vaticano orgulloso y aristocrático, pero también a las Iglesias-Institución, frente a las cuales se levantaba la Comunidad de Solentiname, inevitable no sentir simpatías hacia esa teología que optaba por otro modo de ver el mundo, de organizarlo y de vivirlo. 
Es difícil discernir cuál de las tres facetas de Ernesto Cardenal –la poética, la teológica o la revolucionaria– es la más importante, tal vez sea imposible, están vinculadas entre sí y no se puede dividirlas, encerrarlas en cápsulas separadas: escribía como escribía porque era un teólogo revolucionario, y al mismo tiempo su visión de la realidad y su acción en el día a día estaban imbuidos de poesía.
Tuvo un papel importante en la gobernanza de Nicaragua durante el periodo revolucionario, en aquel primer gobierno sandinista que surgió en 1979 y culminó diez años después y que nada tuvo que ver con la evolución posterior del sandinismo, hasta hoy. Inolvidable fue la bronca del Papa Juan Pablo II a su llegada a Managua, la foto corrió por todo el mundo y es algo que no se ha olvidado. Pero la anécdota no ensombreció al hombre, al teólogo ni sobre todo al poeta.  
Tuvo en José María Valverde, profesor de estética y también poeta, su mayor admirador en España, compartían el amor por la literatura pero también una visión del mundo muy parecida. Tierra de poetas, denominó Valverde a aquel país con el que tanto se identificó en aquel momento, Gioconda Belli o Claribel Alegría lo demostraban entre tanto otros. Viajó a España en varias ocasiones, compartiendo con la gente, impresionados todos por su cercanía y una no poca socarronería elegante.
Sin duda ha influido a generaciones de poetas y escritores en español, se le recordará a pesar de la ignominia y el oscurantismo de estos malos tiempos.

De estos cines, Claudia, de estas fiestas
de estas carreras de caballos,
no quedará nada para la posteridad
sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia
                      (si acaso)