LA BIBLIOTECA SE QUEMA CUANDO SE MUERE UNA ANCIANA
A diferencia de lo que ocurre en la película animada “Kirikou y la bruja” y en otros cuentos, la que me contaba historias por la noche, antes de quedarme dormida, al lado de una fogata era mi tía o mi mamá. En el caso de Anita y Melibea, eran sus abuelas, y quien quiera seguir investigando, descubrirá que en realidad las bibliotecas son más mujeres que hombres o que hay más bibliotecarias que bibliotecarios. Por lo tanto, cambiemos la cita “En África, cuando muere una anciana arde una biblioteca”.
Esto no tiene nada que ver con la lucha feminista por la igualdad en el lenguaje. Esto no tiene nada que ver con que se deba decir niñez en vez de niños. Mi mente todavía se preocupa por cosas más puntuales como la comida de mañana y la factura de ayer, todavía no alcanzo el escalón en el que se pelea por demostrar la contribución del lenguaje masculinizado a la misoginia.
Con esto no quiero decir que los ancianos-hombres no sean bibliotecas. Ellos instruyen a los muchachos para la caza, la guerra, la carpintería y otras habilidades; pero la biblioteca parlante que tenemos encima en todo momento se llama abuela, mamá o tía.
Los hombres instruyen desde la casa de la palabra, la casa de la palabra es el parlamento-recreativo de los hombres. Ahí no hay espacio para niños y mujeres, a no ser que hayan sido convocados por un caso concreto. La caza masculina y la pesca masculina son actividades medio solitarias.
En cambio, las mujeres andan siempre en grandes grupos acompañadas de niños (como usted habrá observado, no he dicho que las mujeres anden acompañadas de niños y niñas, con niños me basta. Esto no tiene nada que ver con alguna lucha, es sólo una aclaración), las mujeres se van al rio a lavar y charlar entre niños, las mujeres se van de pesca con las niñas, las mujeres trabajan en casa rodeadas de niños, las mujeres comen en la cocina con los niños. Las mujeres siempre están con los niños, por eso son ellas las bibliotecas. Cuando se muere una mujer, arde una biblioteca. María Angué era una biblioteca, ella contaba cuentos y escribió poemas y una novela.
Sinceramente, cuando quiera que usted visite un país africano; y si es africano, cuando quiera que visite su pueblo, si de verdad encuentra a un anciano varón rodeado de niños sentados alrededor de una fogata o bajo un árbol, si no es un ritual de buti o manganga, dese prisa en fotografiar el momento, podría ser lo más exótico que vea; más exótico que un elefante albino o un cerdo de cuatro patas de pie con una sola pata.
Era mi tía la que nos reunía después de comer y nos contaba las aventuras de “Beme y Ovulá” o la historia de la calavera parlante, era ella quien nos ayudaba a encontrar la moraleja en cada historia. Era mi tía la que me explicaba cómo hacer lo uno o lo otro, como resolver esto o aquello… En el caso de otros, la abuela fue quien le enseñó cómo lavar y cómo comportarse en público.
Esto no quiere decir que los abuelos varones no tengan nada que ver en la educación de los niños, falso. Hasta los hermanitos y los hijos tienen mucho que ver en la educación de uno. La más pequeña de mis hermanitos siempre hace preguntas retóricas para corregir o educar, con sólo tres años le preguntó a nuestra madre si a ella le gustaba mucho el sol al ver que mamá estaba trabajando bajo sol habiendo otros sitios con sombra.
Cualquiera que vea a otro haciendo algo mal puede corregirle o guiarle. Cuando alguien viene a nosotros buscando ayuda para hacer algo, si no sabemos hacerlo, por lo menos intentaremos ayudarle a averiguar cómo hacerlo. Pero quienes siempre están ahí contando historias, corrigiendo y comiéndonos la oreja son las mamás, las abuelas, las hermanas mayores, las tías, etc. Son las mujeres las que hablan mucho y son conocidas por ello.
Las mujeres son la sabiduría en la sombra, las que se encargan de educar a los niños varones que serán los ancianos varones que demostrarán sabiduría resolviendo conflictos en el abaha. Las mujeres son la inteligencia en la sombra que aconseja a los hombres por las noches para que ellos puedan tener ideas y argumentos al discutir con otros en el abaha. Las mujeres son las institutrices que preparan a las niñas para que sean futuras mujeres de provecho para la sociedad.
Ya existe una cita que dice que “Quien educa a un hombre educa a una persona, pero quien educa a una mujer educa a una nación”. Esta última cita es la más cierta, porque las mujeres son las mayores bibliotecas humanas que transmiten conocimiento hablando. Cuando se muere una anciana, arde una biblioteca, un museo, un patrimonio de todos.
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