martes, 23 de marzo de 2021

Reflexiones de una ondjundju-La felicidad está en lo incondicional-Juliana Mbengono



LA FELICIDAD ESTÁ EN LO INCONDICIONAL


Yo no soy una artista de la palabra, ni mucho menos una pensadora profunda y elocuente; pero me atrevo a hablar porque siento que me hace feliz, me lean dos, tres o nadie. Y, precisamente por eso, sólo puedo contar lo que veo, siento, vivo y creo; ni estudios ni grandes reflexiones.

Veo que por todas partes hay alguien diciéndole a otros “sé la mejor versión de ti”, “aprende a venderte”, “querer es poder”, “eres tu mejor producto”, “puedes lograr todo lo que te propongas” y con esta última yo siempre salgo pitando, no quiero comprar ilusiones si el vendedor no es Sócrates.

Hace unas semanas, el primer ministro dijo ante cuatro mil personas que los ecuatoguineanos deberíamos pensar en ser barrenderos, lavar coches o dedicarnos a profesiones artesanales porque estamos perdiendo el tiempo licenciándonos y sacándonos doctorados en Derecho o Ciencias políticas. Política aparte, toca ser incondicional; estudiar porque sí, por mí, por hacer algo útil que me agrade con mi vida en vez de soportar una carrera esperando una recompensa o un reconocimiento. Sólo así, después de escuchar al ministro decir que el gobierno no valora ni valorará nuestros esfuerzos, no sufriremos una desilusión ni sentiremos que hemos perdido tiempo, dinero y fuerzas peleando por nada.

Siento que tanto esfuerzo por ser excelentes no hace más que mantener vivo y fuerte el sentimiento de fracaso o mediocridad. Salir a correr cada mañana para estar más delgada o delgado y no porque se disfruta del proceso, leer a Dale Carnegie para influir en la gente y hacer amigos. Así nos decimos constantemente que no somos delgados ni tenemos amigos. Lo peor es que incluso nos olvidamos de nosotros mismos, sacrificamos nuestros gustos y prioridades para amoldarnos a lo que creemos que le agradará a la gente.

Los motivadores nos invitan a ser competitivos “con nosotros mismos” y con eso no hacen más que empujarnos a crear un pozo sin fondo, porque así nunca nos sentiremos a gusto con nosotros. Siempre creeremos que podemos volar cuando nuestra anatomía no está diseñada para volar, nos olvidaremos de los valores cívicos y nos avergonzaremos de nuestros familiares porque no están a la altura de la imagen que queremos dar de nosotros como el “mejor producto”. 

Para la gente como yo, muy pocas cosas son tan placenteras como salir a correr o a pasear por las mañanas escuchando música; o tumbarse bajo un árbol de mango por las tardes observando como la luna, sin pelear, vuelve a brillar tras el paso de las nubes negras, ella es feliz así. No necesita llamar la atención de día y de noche, ni siquiera tiene luz propia, pero la observamos y nos extasiamos. Hacer las cosas porque nos hacen felices es una forma muy sencilla de vivir felices. Dar amor porque queremos compartirlo, como cuánto mimamos al gato de la casa después de pasarse todo el día en la casa del vecino.

Vivo rodeada de gente que podría decirte cómo ser el más exitoso porque se han leído todos los libros de motivación; sin embargo, todavía no han alcanzado el éxito. Personas que anuncian todos sus trabajos con tambores y nkú1. Lo único que admiro de esos “líderes sociales” es su esfuerzo por ser reconocidos, “por dejar una huella en la historia” aunque su existencia no sea real ni feliz.

Creo que la felicidad está en lo incondicional. Esperar reconocimiento, cambio, etc. no hará más que provocarnos ataques de tensión, infartos, depresión, y mucho más. Antes que ser la mejor versión de nosotros mismos o el mejor producto que tengamos, tendríamos que aprender a ser felices con nosotros mismos, rodearnos de personas que nos aman y, sin olvidarnos de cosas tan básicas como el respeto y la higiene, aceptarnos y aceptar a los demás. Creo que sólo así descubriremos en qué parte está nuestro brillo, en qué destacamos y quizás no tendríamos que explotarlo para impresionar a otros o demostrarles que son menos afortunados. No. Podemos ser excelentes y limitar nuestra excelencia a lo que nos hace felices, a nuestro círculo íntimo. Creo que eso hizo a Frida Kahlo ser Frida Kahlo.


1-  Nkú: instrumento de percusión. Consiste en un tronco ahuecado que, al ser golpeado con uno o dos palos, produce sonidos agudos que se escuchan a distancias muy, muy largas. 


No hay comentarios: