jueves, 29 de julio de 2021

Reflexiones de una ondjundju-Invisibles-Obra de Teatro-Juliana Mbengono



¿PORQUÉ “INVISIBLES” PRESENTA A LAS MUJERES EN EL RIO Y A LOS HOMBRES EN EL BAR? 


Una vez más, la compañía teatral Bocamandja está realizando una gira nacional con “Invisibles”. Una obra de sensibilización contra la “violencia machista”. Esta se desarrolla en dos espacios principales: el rio y el bar.

La elección de estos escenarios, según nos explicó Francisco, subdirector de la compañía Bocamandja, se debe a la necesidad de ambientar la obra en los lugares donde las mujeres y los hombres, respectivamente, se expresan con libertad.

Poner a las mujeres en el rio: lejos del pueblo o de la sociedad; y a los hombres en el bar: dentro de la ciudad, el barrio…; no es un invento de Bocamandja. Se trata de una reproducción de la realidad: el discurso de las mujeres no tiene espacio en la sociedad. A menos que “alguien” quiera usarlo para su campaña y a su favor.

El reparto de escenarios no habría sido más acertado para mostrar la profundidad de las raíces del machismo. Bocamandja podría haber colocado a las actrices en la cocina o detrás de ella, estos son dos espacios alejados del público y reservados para las mujeres. Pero, por encontrarse dentro del poblado, de la misma sociedad; también implican cierto grado de control y, desde luego, las mujeres no se expresan con total libertad en ellos como lo hacen en el rio.

Los hombres también podrían haber aparecido en el abaha o en el vigil; pero, además de que estos se consideran menos informales y cualquier persona no toma la palabra en ellos, presentarían a los protagonistas como gente muy mayor. El bar, en cambio, es el punto de encuentro de hombres de todas las edades, se encuentra dentro de la sociedad y es donde cualquiera pronuncia cualquier discurso con la seguridad de que recibirá más aprobaciones que correcciones.

Así, mientras las mujeres lloran sus penas en el rio haciendo congosá; los hombres reivindican sumisión y servicio en el bar.

A pesar de que la obra es más apta para un público adulto, Bocamandja la está llevando a las escuelas. Según Juan Michá, actor de Bocamandja, “si tenemos que hacer un buen fundamento, teneos que empezar desde la base. Nosotros pensamos que los niños, los jóvenes, nosotros somos la base y si queremos cambiar algunas cosas para el futuro tenemos que empezar por los más pequeños. Para que ellos vayan abriendo la mentalidad, para que tengan una forma de ver diferente”.




Dado que muchas veces los niños, que son “la base” de un futuro mejor, no captan el mensaje de Invisibles, la compañía Bocamandja siempre realiza una charla después de la actuación.

Desgraciadamente, en las dos últimas ocasiones, no se ha podido realizar la charla por falta de tiempo.

La última representación de Invisibles a la que acudimos fue el día 24 de julio en el poblado de Batoicopo, donde el público fue una treintena de niños menores de diez años, además de dos adultos y un par de adolescentes.


Para esta última representación, a pesar de que la lluvia, al final, no cayó después de haber obligado a los actores a retirar las sillas que habían colocado en el patio de la escuela donde iba a actuar, los chicos tuvieron que mojarse y salir en busca del público después de un par de horas esperando.

miércoles, 28 de julio de 2021

De paseo por la cinemateca-Cecilio Olivero Muñoz



-DE PASEO POR LA CINEMATECA-

SOBRE LA PELÍCULA «ALGUIEN VOLÓ 

SOBRE EL NIDO DEL CUCO»

 

Es una película de Miloš Forman, director que a menudo recurre al tema de la reclusión, basada en una novela de un escritor no muy conocido, Ken Kesey. La película se estrenó en el año 1976 en España. Pero la novela es de la década anterior. 


Jack Nicholson interpreta al protagonista, McMurphy. En una labor magistral, se recrea el estereotipo de un ser inadaptado. Es un outsider vicioso, mujeriego y pendenciero a quien trasladan desde la prisión donde se halla condenado a trabajos forzados al hospital psiquiátrico, con el sambenito de que no quiere trabajar. La película transcurre en un sanatorio, y, como en todos los hospitales, se vive ese ambiente tenso en cada rincón, tensión a la que te vas acostumbrando. 


Llevan a cabo una terapia de grupo donde se deja entrever cierto sesgo de temas civiles o raciales, comenzando con el propio personal a cargo de los enfermos psíquicos. Hasta que llega McMurphy y lo revoluciona todo. Como en cualquier hospital psiquiátrico, están aquellos con los que se puede hablar y los que son personas incapaces de comunicarse. Viven en su mundo y se diferencian del resto de enfermos.

 

Es necesario recalcar en el título de la película. Alguien voló sobre el nido del cuco. El cuco es un pájaro que se come los huevos de otros pájaros de su tamaño y los sustituye por los suyos, que son de un color pardusco, y aunque distintos al de otros pájaros, éstos no se percatan del cambiazo. 

 

El personaje de McMurphy sería el cuco, y ¿qué pájaro volaría tan alto como el nido del cuco? Estamos ante la posibilidad de considerarlo un pájaro de tamaño superior. 

 

La enfermera jefa, una mujer insensible y muy autoritaria, es la parte negativa frente a la manera de pensar del protagonista, un crápula en toda regla. La enfermera jefe es una mujer fría, soberbia y sin reparo en controlar a cada uno de los enfermos, lo que en el argot se denomina “observación”, y las enfermeras, dedicadas a dar la medicación de los pacientes y atender sus necesidades, coordinadas a los celadores, que son hombres de raza negra, custodian y vigilan a los enfermos. Hay personajes varios. Pero en el trasfondo se representa a la Norte América racial, ya que a pesar de que son de distintas razas y procedencias, el hospital acaba siendo un pequeño ghetto. El personaje nativo norteamericano es el protagonista opuesto al que interpreta Jack Nicholson.  Es Alto, fuerte y sordomudo. Al menos es lo que todos piensan. Al personaje nativo McMurphy lo denomina “el jefe indio”. Y tras involucrarse ambos en un altercado los envían a la sala de espera para aplicarles un electro shock. Debo recalcar que esta práctica aún se realiza en los hospitales psiquiátricos. 




 

 

Cuando el nativo, al que creíamos sordomudo, le habla al díscolo y pendenciero McMurphy, le confía el secreto de su sordomudez y se deduce que es debida al hecho de sobrevivir y excluirse de la sociedad “normal”, una sociedad que lo margina. Entonces en ese momento transcurre una pequeña charla entre ambos donde el indio le cuenta que su padre era un alcohólico y que no lo dejaban tranquilo. 

 

El perfil de cada enfermo puede resultarle familiar al espectador, dado que hay varios estereotipos entre ellos. Algunos se han recluido por decisión propia y otros están encerrados por algún delito u otros motivos. 

 

La pregunta que nos hacemos es: ¿es viable la intervención por electro shock en estos tiempos? Yo creo que no, aunque se sigue practicando. Incluso la de atar a enfermos a la cama. Y otra cuestión: ¿es McMurphy víctima o realmente para él nada parece importarle? Vean el film y cuestionen ustedes mismos cada personaje. Sin duda obtendrán una buena conclusión. 

 


domingo, 25 de julio de 2021

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)



Loreta Minutilli

Helena de Esparta

Traducción de Ramón Buenaventura

Alianza Editorial, 2020


Durante siglos la mitología ha intentado dar una explicación a la existencia y al mundo. Sigue siendo en gran medida esa su función, porque todavía continúa presente entre nosotros, aun cuando compita hoy con otras disciplinas que intentan esclarecer la vida. Nos aporta un sentido de las cosas y de las vivencias, cierta coherencia y no poco conocimiento. Pero además, muchas veces, los mitos permiten que entendamos nuestra propia existencia, lo que somos, de allí que la psicología, el psicoanálisis o la psiquiatría hayan acudido a ellos, en nuestro ámbito cultural a los mitos griegos, para confrontarnos a los hechos y a nosotros mismos. 

También la literatura posee en buena medida tal función y no son pocos los escritores que han afirmado alguna que otra vez que la escritura les aporta la posibilidad de poner un cierto orden en las cosas y permite reorganizar una realidad que sin el gesto de escribir resultaría vacua, desesperante y angustiosa. Sin la literatura, al igual que sin los mitos, sin duda nos costaría mucho más asumir lo que nos envuelve y nuestra propia identidad. Hay en este sentido un campo compartido entre ambas disciplinas, la literatura y la mitología, y son muchos los autores que acuden a los mitos para desarrollar sus proyectos literarios, incluso entre los más jóvenes, como vimos hace bien poco con Irene Reyes Noguerol y su maravilloso libro de relatos «De Homero y otros dioses».

Loreta Minutilli, en este sentido, recoge el guante de este vínculo que une mitología y literatura para reflexionar sobre varios temas sempiternos a partir del mito de Helena de Esparta, la mujer sobre quien recae la culpa de la guerra de Troya. Es la propia Helena, la mujer más bella de la tierra, quien nos narra en esta novela su propia vida y nos va planteando cuestiones como la identidad, el dolor, la condición femenina, la necesidad de reconocimiento, las relaciones de poder, el paso del tiempo o la culpa. Cualquier lector se sentirá emplazado a meditar sobre tales cuestiones que la autora italiana introduce párrafo a párrafo, sin dejar a nadie indiferente ni ajeno y requiriéndosenos a que mantengamos la reflexión, pero esta vez en lo que a nosotros y nuestra propia vida se refiere, como si la novela fuera al fin un espejo donde reflejarnos.

La escritora no se aleja mucho del relato más ortodoxo del mito, no quita ni añade nada al mismo, ni siquiera hay un intento de modernización o adaptación a otros tiempos, la escritura de esta novela es del todo atemporal, como es en realidad cualquier ejercicio de introspección que se precie. Lo cual sin duda aporta mucho más interés a esta primera novela de Loreta Minutilli, que sabe aprovechar todos los elementos de la tradición para articular una propuesta literaria interesantísima. 

La introduce incluso dejando constancia de la importancia de contar, esto es, de la escritura, como fundamento de toda reflexión, como ejercicio fundamental de comprensión. Incluso de aclaración para quien narra En gran medida, esta autora nos vuelve a señalar el sentido de la buena literatura, que no es otro que el análisis, la introspección, la palabra como fundamento de nuestra propia emancipación. 

martes, 20 de julio de 2021

El Santo, el escritor y el vocalista-Emma Crespo



El santo, el escritor y el vocalista


por Emma Crespo



Me brinda esta revista la oportunidad de oro de ocupar alguna de sus siempre exquisitas páginas, de aportar algunos textos en torno a la cultura en Euskal Herria, y no se me ocurre mejor modo de agradecerla que ponerme al lío.

Diría que sobran los prolegómenos, pero ¿qué sería del deleite de la lectura sin unos pocos de ellos? En todo caso, seré sucinta. Podemos definir la cultura como un conjunto de costumbres, conocimientos y desarrollo artístico que se da en una época o en un grupo social. Pues bien, algunas veces asistimos a un suceso que constituye una intersección entre varios de estos fundamentos del conjunto, como es el caso de este que me dispongo a desarrollar, valga como excusa su treinta y seis aniversario.


El verano de 1985 pasa a la historia de Euskal Herria por un hecho que hace confluir los hilos de las letras, el rock y quizá la festividad local más internacional de todas las que se celebran en tierras euskaldunes.

Es 7 de julio e Iruñea se prepara con el entusiasmo acostumbrado para abrazar un año más al aclamado San Fermín.

Esa mañana, la prisión de Martutene, en la capital guipuzcoana, se convierte en sede de una actuación del cantante Imanol Larzabal. Al término del espectáculo, a eso de las doce y veinte, dos furgonetas abandonan las instalaciones penitenciarias tras aprobar la inspección ocular de los funcionarios. Una de ellas va cargada con dos altavoces de gran tamaño que, aunque han sido descargados y llevados al interior, no se han utilizado durante el concierto. A las dos de la tarde, en el recuento general, se destapa la fuga: el escritor Joseba Sarrionaindia e Iñaki Pikabea, ambos presos militantes de ETA, han logrado escapar de las rejas donostiarras. El plan, ideado por el entonces crítico teatral Mikel Antza, quien había organizado el concierto, ha sido un éxito.

El día 8 de julio, el periódico Egin publicará las reacciones de alegría que se han producido en las calles de la capital navarra. Allí, la población que más eco se hace del profundo daño que la dictadura española ha supuesto para el pueblo vasco lanza al aire sus pañuelos rojos en un gesto que quedará inmortalizado para siempre en la letra de una conocidísima canción.

Así, los senderos de las fiestas patronales, la música y la literatura se encuentran en un histórico cruce de caminos.


Un mes después del día en cuestión, Fermín Muguruza, vocalista del grupo Kortatu, escribe —primero en castellano y después en euskera— un tema sobre la fuga de Martutene, sin saber que trascenderá fronteras sociales y temporales y llegará a convertirse, según el propio autor, en un auténtico «himno anticensura». Su alcance, en todo caso, va mucho más allá de lo que los medios por aquel entonces denominan rock radical vasco.

Posteriormente, la trayectoria de Fermín no solo se limitará al ámbito musical, a pesar de ser considerado una de las figuras más influyentes de la música vasca. Además de cantante, instrumentista y productor, este artista polifacético también llegará a director de cine, con obras como Zuloak (20212) o la más reciente Black is Beltza (2018).

En agosto del 85, sin embargo, Muguruza acaba de comenzar su carrera. No obstante, ya entonces Kortatu juega bien sus cartas. Sobre la canción reggae Chatty, Chatty (Frederick Toots Hibbert, 1980), el grupo añade un tono ska en su propia línea que, unido al mensaje que transmite, la convierte en un éxito inmediato, rotundo y duradero. En tres breves estrofas y un pegadizo estribillo, esta canción plasma la alegría que provoca la evasión de los dos presos en el entorno de la izquierda abertzale. Sarri, Sarri, cuyo título alude al apodo del escritor fugado, forma parte de Kortatu, el primer LP que el grupo publica en solitario, a finales de ese mismo año, con la discográfica Soñua.




 

Joseba Sarrionaindia, el hombre tras la canción, nace en Iurreta en 1958. Es licenciado en filología vasca y sociología por la Universidad de Deusto. Antes de su ingreso en prisión, es profesor de fonética en la UNED de Bergara y en la Universidad Vasca de Verano.

Sus primeras publicaciones aparecen en las revistas Zeruko Argia, Anaitasuna, Jakin o Pott. Esta última, que nace en 1978 y se disuelve dos años después, dará origen a lo que se conoce como «Pott banda», el grupo de escritores que más influye en la literatura vasca de los años 80, al que se adscriben el propio Sarrionaindia, Bernardo Atxaga, Ruper Ordorika, Jon Juaristi, Manu Ertzilla o Joxemari Iturralde.

En 1980, año de su encarcelamiento, Sarrionaindia gana tres premios literarios: dos por sendos cuentos y un tercero por el poemario Izuen gordelekuetan barrena (Donde se refugian los miedos). Pero los galardones no terminan ahí. Tras la fuga y posterior desaparición del escritor, en 1986, le otorgan el Premio de la Crítica de narrativa en euskera, por sus relatos Atabala eta euria (El atabal y la lluvia). En 1991 pasa a ser miembro de Euskaltzaindia y ya en 2001 publica su primera novela, Lagun izoztua (El amigo congelado), sobre un enfermero exiliado en Nicaragua. En 2011 su trabajo vuelve a ser reconocido con el Premio Euskadi de Literatura, modalidad ensayo en euskera, por la obra Moroak gara behelaino artean (¿Somos moros entre la niebla?). Como anécdota, el Gobierno Vasco le retiene el premio económico hasta que la Audiencia Nacional constata que no tiene causas pendientes con la justicia.

Desde el exilio sigue publicando libros, y músicos y artistas como Mikel Laboa, Ruper Ordorika o el ya mencionado Fermín Muguruza se inspiran en su poesía y su historia para sus trabajos.

Sin embargo, más allá de premios y menciones en las últimas décadas, lo que Sarrionaindía aporta a las letras vascas es un trabajo tan excelso y variado que difícilmente puede plasmarse en tan breve artículo. Baste decir que produce poesía, narrativa, ensayo, literatura juvenil y cómic, amén de traducir un buen número de obras y formar parte de antologías en inglés, francés y casi todas las lenguas oficiales del Estado.

En 2016 se hace público que reside en la Habana, en cuya universidad es profesor. Pero aún habrán de pasar varios años más hasta que Sarrionaindia pise de nuevo su tierra natal. El 22 de abril de este año, 2021, EITB publica la noticia de su regreso, prescritos ya todos sus cargos, para visitar a su familia. «El tiempo se come a muchas personas», afirma el escritor, que reconoce haber encontrado un pueblo diferente.

lunes, 19 de julio de 2021

Reflexiones de una ondjundju-Esta mierda no fue así-Juliana Mbengono



ESTA MIERDA NO FUE ASÍ

(Begase Na Fê Xîf)


Es difícil que una obra teatral comience con un vergonzoso fragmento de realidad malabeña y que no sea interesante o, como mínimo, divertida. Así arranca Begase Na fê Xîf, con la voz del presentador del programa “Vivencias” de la Televisión Nacional de Guinea Ecuatorial (TVGE) anunciando a una mujer a la que “… esto de la calle no le va bien…. Las andanzas nocturnas no la traen buena suerte.” El elocuente presentador reconoce que la mujer tiene la libertad de “andar y salir cuando quiera” y a los actores (audiencia) les sorprenden que el novio la haya golpeado “sin estar casados”. La voz del presentador no es un montaje para la obra, es un fragmento de las tantas veces que la mujer había sido grabada denunciado el maltratado.  

Cuando Santa María era un pedazo de selva con chabolas, los llantos de las mujeres llegaban con claridad a todas horas. Por un tiempo, creí que los hombres del barrio ya no eran violentos, hasta que llegó la selectividad y tenía que levantarme a las tres para estudiar: a estas horas se oye el llanto de las que viven en casas amuralladas y el de aquellas que duermen en el piso de un barracón. Los hombres no sólo golpean de noche, cuando SEGESA nos corta la luz por unos segundos, llevándose el ruido de los televisores y la música, deja al descubierto los insultos y el llanto de las vecinas.

Una de las características que conozco del teatro ecuatoguineano es que está muy comprometido con la sociedad. Bocamandja, Amea, y Biyeyema, por citar algunos de los tres grupos más antiguos y conocidos en las dos ciudades principales de Guinea Ecuatorial (Malabo y Bata), son grupos que, entre cantos, bailes y diálogo nos hacen ver y pensar en lo que vivimos en silencio.

Rizoma, que es definido por su director (Jorge Avante) como “un proyecto de teatro comunitario”, además de nuevo, es diferente y semejante a los anteriores. Diferente porque, sus funciones reúnen a ecuatoguineanos y europeos por igual, (aunque luego se queden separados en grupos de blancos y negros o, según Luna, en grupos de gente que se conoce entre sí); también es el único grupo en Guinea Ecuatorial que está dirigido por un joven casi punk de piel blanca y padres españoles (en realidad, Jorge no es español ni ha sido blanco o negro durante su estancia en Guinea Ecuatorial. Él no es un color. Sólo le ha faltado beber el agua del grifo como todos nosotros, lástima que le de diarrea); Rizoma tampoco ha incorporado el canto en sus representaciones que por ahora no superan la hora; esta brevedad siempre me ha dejado con la sensación de que falta una segunda parte.  

Rizoma es semejante a los otros grupos porque habla de los problemas de la sociedad ecuatoguineana (lo cual cabrea a muchos ecuatoguineanos que no ven con bueno ojos que un “blanco español sea quien nos venga a hablar de nuestros problemas cuando en su país los hay de sobra). Igual que la compañía Amea, Rizoma está compuesto en su mayoría por jóvenes annoboneses y en sus obras se añora tanto la isla de Annobón que, en las dos que conozco, se incluyen expresiones en fa d´ambo que nadie traduce o yo no me doy cuenta de cuando han sido traducidas.

Volviendo a Esta Mierda No Fue Así, me pregunto cómo es que la protagonista pude no estar segura de que vive un infierno, ¿acaso es la rana esa de la cazuela que se calienta lentamente? 

En la obra aparecen las jóvenes conocidas en Guinea como cucuyons y coyots: mujeres que se acuestan con cualquier hombre dispuesto a cubrir sus gastos. Estas son criticadas por la sociedad y, al mismo tiempo, son envidiadas por ser dueñas de sus vidas y sus cuerpos: no son prostitutas controladas por proxenetas y tienen la facilidad de echar a un hombre de su vida. También vemos a las cristianas que creen en el matrimonio, apagadas y ridículas, son esas que han encontrado el amor y el hambre en la misma persona, un hombre que no puede "ayudar a la familia".

A pesar de que la protagonista de la obra reconoce que su familia era un infierno con un padre ausente, exigente y maltratador; quiere creer que su caso es diferente. Ella no fue entregada en matrimonio como quizá habrá ocurrido con su madre, se casó con un chico del que se enamoró. Pero siente que está esclavizada y, aun así, quiere creer que ella decidió llevar esta vida por amor. 

 Nuestros problemas son como la red de redes: no tienen un punto central que se pueda atacar y ya. Están interconectados entre sí y forman una enorme red que se va regenerando mientras nos alejamos para desactivar otros nodos.

 “Una mujer debe permanecer en su casa porque ella es el pilar. El hombre puede irse, los hijos también, pero si se va ella la familia se acaba” canta un romántico en bubi. En una de las canciones del mejor artista ecuatoguineano del momento, el romántico Romy So Love, el chico le dice a su pareja que “cuando la pega, es el corazón de él el que sufre”. Romy So Love y el romántico bubi no son de la misma etnia ni de la misma generación, pero viven en el mismo país, los dos son artistas románticos, los dos normalizan la desigualdad de género y los dos tienen más seguidores que cualquier grupo teatral de Malabo.

Las mujeres seguirán acudiendo a la televisión para denuncian su maltrato, porque la policía no les hace caso y sin embargo quiere cobrar por cada denuncia. Y, como dicen los protagonistas de Esta mierda no fue así, “es fácil apagar la televisión”. Al apagar la tele, se queda el silencio y en ese silencio se perpetua la violencia.

La mixtura es el futuro-Cecilio Olivero Muñoz



El tropicalismo es originario de Brasil, pero las nuevas corrientes musicales en español lo han restaurado. Es indiscutible que el mestizaje es ahora parte y razón de ser en nuestro mundo que da vueltas y vueltas en su transcurso de 365 días. Logran el fruto de la mixtura. La mixtura es el futuro. Las civilizaciones no son las mismas, han cambiado en lo sustancial, aunque no en lo más profundo de cara a las viejas costumbres. Puedo nombrar estilos que forman parte del tropicalismo, y que han sabido desarrollar una música novedosa, siempre acentuando las raíces del hemisferio sur. Hablo de la bossa-nova, o la samba, en el cono sur existen géneros como el Neo-tango. En España encontramos el flamenco pop. También el flamenco chill out. Han sabido unir la música flamenca y el Tango a géneros que predominan en sí mismos por su calidez. 


Existen grupos en español que han llevado el tropicalismo a su quintaesencia, como por ejemplo, Gecko Turner y su tema famoso Toda mojadita, o por ejemplo, Mi swing es tropical que ha sido compuesta por Quantic & Nickodemus. También están en el tema Tempo, y The Candela allstars. Todos estos nombres vienen de Puerto Rico. También hay que poner énfasis en el mestizaje español en un disco de Raimundo Amador, a raíz del 60 Aniversario en el que nació, con un directo en casa. Tienen un tema llamado Plata o Plomo que cuenta con la participación del rapero y actor Langui; en el mismo álbum tiene un tema llamado A mi Ray, en referencia a Ray Heredia, compositor y cantante que murió de sobredosis, pero del que no hay que olvidar su talento.  Un talento merecedor de algún homenaje, que por desgracia se pueden contar con los dedos de una mano.





Hemos hecho un breve repaso por la música de aquende y allende los mares. También, siguiendo la inercia del mestizaje, mejor llamarlo mixtura. Se puede realizar una conclusión al respecto. La música es aquella parte de nosotros que esperábamos nos viniera a calmarnos el tedio con sonidos ya ancestrales, y otros de nuevo cuño. La música, ese lugar que empieza donde acaban las palabras. Es de agradecer la música que nos ate a la vida. Ya lo dijo Jim Morrison, que la música es tu amiga especial. Por eso debe ser que los músicos y “las músicas” son parte de nuestra banda sonora. Cuando un tema solamente te habla a ti quiere decir que eres un amigo especial. A cada cual le corresponde su sonido.

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martes, 6 de julio de 2021

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)



Cecilio Olivero

Cibernética esperanza

Ediciones Vitruvio, 2021

 

En 1985 el editor Enrique Murillo apuntaba el inicio de un cambio en el panorama literario español. Preveía la aparición de nuevos autores con historias que contar, narradores puros los denominaba, frente a los escritores que ilustran verdades preconcebidas mediante ejemplos y que constituyen, estos últimos, en gran medida, la tradición literaria española, tan dada al realismo. Estos nuevos autores, según Murillo, evitan en cierto modo la trascendencia en el relato y lo conciben como experiencia. Sin estar del todo de acuerdo con su apreciación, me parece que las categorías nunca son cerradas y ha habido de todo en todo momento en la literatura española, sí que es cierto que a partir de los ochenta se aposentan y surgen escritores que ya escriben de otra forma, los tiempos y la sociedad española son distintos, y hay nuevas influencias y vínculos con otras maneras de contar.

Pero además, en estos últimos lustros, desde poco antes del salto de siglo hasta ahora, creo que se están dando otra vez síntomas de renovación en la literatura. Hay que tener en cuenta el reto que supone la aparición de nuevos medios y hemos de asumir el predominio actual de lo audiovisual, reforzado por esas nuevas herramientas que parecen ya absolutamente dominantes en nuestra sociedad, y no sólo entre las generaciones más jóvenes. Desde luego, no creo que la literatura corra peligro de desaparecer, no lo estuvo con la eclosión del cine, no lo está hoy, pese a todo, y si lo está, será más por la excesiva comercialización editorial y por la no poca ramplonería desatada en nuestros días, con demasiados escritores más de pose que de esfuerzo.

La literatura actual ha de asumir en todo caso el reto que le permita seguir incidiendo, de ser algo importante, y esto pasa en mi modesta opinión otra vez por la experimentación y por el rigor, también por la necesidad imprescindible de ser penetrante y aguda. Como muy bien indica Enrique Murillo, y con ello estoy por completo de acuerdo, «todo relato que no produzca alguna forma de catarsis es un relato fallido».

Experimentación está habiendo bastante, es verdad. Aunque frente a ello haya una reacción de las editoriales a fórmulas en exceso convencionales, novelas y formatos que se repiten una y otra vez bajo una maquinaria de marketing que muchas veces es ajena a la literatura pausada y reflexiva. Imagino que toda época de cambio produce miedos a los saltos al vacío y tampoco las editoriales quieren perder oportunidades de negocio, pero esto es otro debate que no viene al caso, o tal vez sí, pero no tengo espacio suficiente para desparramarme al respecto. En todo caso, hay experimentación, algo que resulta imprescindible ahora mismo.

Claro que no siempre la experimentación sale bien. Pero creo que ahora mismo es de agradecer que se nos ofrezcan nuevos formatos, que se tantee con las palabras y los estilos, que se pruebe, aun cuando los resultados no siempre sean los esperados. En la literatura y sus procesos sí nos podemos permitir los experimentos; es más, son de agradecer.

Viene todo lo anterior a colación por este libro sobre el que pretendía escribir, que iba a ser una reseña, pero que al final me ha llevado por otros derroteros. Cibernética esperanza es ante todo uno de esos experimentos y tendrá sus claroscuros, quizá algunas rarezas, tal vez ciertas imprudencias, pero que apunta a una necesidad intensa de escribir con valentía, osadía y clamor. No es baladí recordar aquí que la escritura tiene mucho que ver con la vida. Es más, cada vez tengo más claro que no puede haber distingos entre literatura y vida, ni siquiera entre ficción y realidad. La verosimilitud forma parte de lo real, al fin y al cabo.

Una cuestión a solventar es cómo podemos catalogar este libro. Cecilio Olivero ha dicho alguna vez que se trata de una novela. Sin intención de impugnarle o de contradecirme a mí mismo, ya que vengo hablando tanto de experimentación, yo no lo creo. Combina prosa, introduce también poesía. Hay una narración temporal de hechos y unos personajes, más o menos reales o imaginados, si es que podemos apurar tanto en estos tiempos, y visto lo visto, los límites de la realidad y de lo ficticio. Pero me decanto más por el lado de la poesía. Aunque sólo sea porque me resulta muy evidente que Cecilio Olivero es un poeta, un animal poético, aunque a veces le dé por la prosa con resultados en mi opinión muy por detrás de su poesía. Pero ha experimentado con la prosa y el resultado le ayudará a sacar algunas conclusiones de su labor literaria, espero.

Aconsejo por tanto leer este libro como un ejercicio más poético que prosístico. Incluso la prosa es poética, aunque aquí he de reconocer que con resultados no siempre homogéneos.

Respecto al contenido, a todas luces no resulta fácil ni grato mantener el tipo ante lo que se cuenta. No es un libro amable que intente apaciguarnos ante la descripción de lo crudo que tiene vivir, del dolor y el desasosiego que entraña la existencia o incluso, cabe entenderlo así, la falta de heroicidad para el reto de luchar consigo mismo. No tranquiliza, sino que inquieta y algún que otro lector no quedará ajeno ante la figura del personaje o personajes.

Sin duda estamos ante un nuevo tipo de formato que nos invita a otros escenarios en esta sociedad del espectáculo global que estamos conociendo. Al menos es una oferta interesante.

 

sábado, 3 de julio de 2021

Reflexiones de una ondjundju-¿Un golpista investido como presidente? Se entiende-Juliana Mbengono



¿UN GOLPISTA INVESTIDO COMO PRESIDENTE? SE ENTIENDE


Pocos medios importantes se han mostrado indiferentes a la investidura del coronel Assimi Goïta como presidente de Mali (07/06/2021) después de dirigir dos golpes de estado en menos de diez meses. De lejos resulta horrible, triste y casi vergonzoso que en pleno siglo XXI se siga accediendo al gobierno de un país mediante la violencia; pero, casi igual que Begase Na Fê Xíf, yo también digo que esta mierda no fue así. Igual que el comunismo en China y Rusia, la democracia en Estados Unidos y Europa; probablemente la dictadura ya se deba aceptar como el sistema de gobierno que impera en África.

Mientras que todo el mundo condenó el escandaloso adiós de Donald Trump, en África hemos investido a un golpista con alegría y júbilo.  No me extraña, ni me sorprendería que esto se repitiera en otros países a lo largo y ancho de todo el continente.

Estados Unidos, por su "larga tradición democrática", pudo estar de acuerdo en condenar el intento de golpe de estado de Trump. Los americanos saben que cuando un presidente no da la talla, simplemente, deben esperar a las elecciones para echarle por más que intente aferrarse al bastón. En cambio, en África, donde nuestros presidentes son vitalicios y, una y otra vez, ganan las elecciones con mayorías aplastantes a pesar de que los ciudadanos no están contentos con sus gobiernos; un golpe de estado es el horror que muchos desean, pero nadie se atreve a implementarlo. 

Antes de llegar al golpe de Estado, se habrá intentado hacer las cosas por la vía democrática que predica occidente, pero este es un camino que garantiza un 99 % de fracaso cuando se trata de países africanos. Aunque no seamos un país, compartimos muchas desgracias, y la peor de todas es la dictadura. Seguimos necesitando apoyo y ayuda de países europeos y americanos cuando nuestros presidentes y sus familiares pueden contarse entre las personas más ricas del mundo, si las empresas que se encargan de hacer esas encuestas hicieran la vista gorda sobre el origen de los bienes.

 Yo, por ejemplo, vivo en un barrio donde falta agua constantemente, sí, nos apiñamos por las mañanas en el grifo público a esperar a que abran el agua que a veces cae en un chorro tan fino que tarda cinco minutos en llenar una botella de un litro; en ese mismo barrio, los lavados de coche nunca están cerrados por falta de agua. ¿Qué los lavados que no pueda hacer el gobierno para que en los barrios de Malabo haya agua todos los días?

Alguien dirá que los ciudadanos debemos hacer y no esperar todo del gobierno. Es cierto, pero pero teniendo en el gobierno a gente que cree que ha alcanzado la oportunidad de vivir en la gloria y hacer lo que pegue la gana, está claro que la carrera de los ciudadanos no llegará muy lejos o será bien complicada.

En un país donde la política sigue siendo un tema del que se debe hablar con candados en la lengua y miedo a quienes te escuchan, por que nunca se sabe hasta qué grade es la fidelidad de nuestro amigo a los grandes movimientos de masas de nuestros gobiernos; en este contexto, un golpe de estado, igual que una guerra, es repudiable y se debe condenar, pero si ya se ha dado y producido un cambio, tampoco se va a deshacer. Lo triste es que los golpista acaban mutandose con el tiempo en los mismos sapos egoístas a los que criticaron. Es como si todos los africanos fuesemos el protagonista de la novela "Me alegraría de otra muerte", de Chinua Achebe.