martes, 20 de julio de 2021

El Santo, el escritor y el vocalista-Emma Crespo



El santo, el escritor y el vocalista


por Emma Crespo



Me brinda esta revista la oportunidad de oro de ocupar alguna de sus siempre exquisitas páginas, de aportar algunos textos en torno a la cultura en Euskal Herria, y no se me ocurre mejor modo de agradecerla que ponerme al lío.

Diría que sobran los prolegómenos, pero ¿qué sería del deleite de la lectura sin unos pocos de ellos? En todo caso, seré sucinta. Podemos definir la cultura como un conjunto de costumbres, conocimientos y desarrollo artístico que se da en una época o en un grupo social. Pues bien, algunas veces asistimos a un suceso que constituye una intersección entre varios de estos fundamentos del conjunto, como es el caso de este que me dispongo a desarrollar, valga como excusa su treinta y seis aniversario.


El verano de 1985 pasa a la historia de Euskal Herria por un hecho que hace confluir los hilos de las letras, el rock y quizá la festividad local más internacional de todas las que se celebran en tierras euskaldunes.

Es 7 de julio e Iruñea se prepara con el entusiasmo acostumbrado para abrazar un año más al aclamado San Fermín.

Esa mañana, la prisión de Martutene, en la capital guipuzcoana, se convierte en sede de una actuación del cantante Imanol Larzabal. Al término del espectáculo, a eso de las doce y veinte, dos furgonetas abandonan las instalaciones penitenciarias tras aprobar la inspección ocular de los funcionarios. Una de ellas va cargada con dos altavoces de gran tamaño que, aunque han sido descargados y llevados al interior, no se han utilizado durante el concierto. A las dos de la tarde, en el recuento general, se destapa la fuga: el escritor Joseba Sarrionaindia e Iñaki Pikabea, ambos presos militantes de ETA, han logrado escapar de las rejas donostiarras. El plan, ideado por el entonces crítico teatral Mikel Antza, quien había organizado el concierto, ha sido un éxito.

El día 8 de julio, el periódico Egin publicará las reacciones de alegría que se han producido en las calles de la capital navarra. Allí, la población que más eco se hace del profundo daño que la dictadura española ha supuesto para el pueblo vasco lanza al aire sus pañuelos rojos en un gesto que quedará inmortalizado para siempre en la letra de una conocidísima canción.

Así, los senderos de las fiestas patronales, la música y la literatura se encuentran en un histórico cruce de caminos.


Un mes después del día en cuestión, Fermín Muguruza, vocalista del grupo Kortatu, escribe —primero en castellano y después en euskera— un tema sobre la fuga de Martutene, sin saber que trascenderá fronteras sociales y temporales y llegará a convertirse, según el propio autor, en un auténtico «himno anticensura». Su alcance, en todo caso, va mucho más allá de lo que los medios por aquel entonces denominan rock radical vasco.

Posteriormente, la trayectoria de Fermín no solo se limitará al ámbito musical, a pesar de ser considerado una de las figuras más influyentes de la música vasca. Además de cantante, instrumentista y productor, este artista polifacético también llegará a director de cine, con obras como Zuloak (20212) o la más reciente Black is Beltza (2018).

En agosto del 85, sin embargo, Muguruza acaba de comenzar su carrera. No obstante, ya entonces Kortatu juega bien sus cartas. Sobre la canción reggae Chatty, Chatty (Frederick Toots Hibbert, 1980), el grupo añade un tono ska en su propia línea que, unido al mensaje que transmite, la convierte en un éxito inmediato, rotundo y duradero. En tres breves estrofas y un pegadizo estribillo, esta canción plasma la alegría que provoca la evasión de los dos presos en el entorno de la izquierda abertzale. Sarri, Sarri, cuyo título alude al apodo del escritor fugado, forma parte de Kortatu, el primer LP que el grupo publica en solitario, a finales de ese mismo año, con la discográfica Soñua.




 

Joseba Sarrionaindia, el hombre tras la canción, nace en Iurreta en 1958. Es licenciado en filología vasca y sociología por la Universidad de Deusto. Antes de su ingreso en prisión, es profesor de fonética en la UNED de Bergara y en la Universidad Vasca de Verano.

Sus primeras publicaciones aparecen en las revistas Zeruko Argia, Anaitasuna, Jakin o Pott. Esta última, que nace en 1978 y se disuelve dos años después, dará origen a lo que se conoce como «Pott banda», el grupo de escritores que más influye en la literatura vasca de los años 80, al que se adscriben el propio Sarrionaindia, Bernardo Atxaga, Ruper Ordorika, Jon Juaristi, Manu Ertzilla o Joxemari Iturralde.

En 1980, año de su encarcelamiento, Sarrionaindia gana tres premios literarios: dos por sendos cuentos y un tercero por el poemario Izuen gordelekuetan barrena (Donde se refugian los miedos). Pero los galardones no terminan ahí. Tras la fuga y posterior desaparición del escritor, en 1986, le otorgan el Premio de la Crítica de narrativa en euskera, por sus relatos Atabala eta euria (El atabal y la lluvia). En 1991 pasa a ser miembro de Euskaltzaindia y ya en 2001 publica su primera novela, Lagun izoztua (El amigo congelado), sobre un enfermero exiliado en Nicaragua. En 2011 su trabajo vuelve a ser reconocido con el Premio Euskadi de Literatura, modalidad ensayo en euskera, por la obra Moroak gara behelaino artean (¿Somos moros entre la niebla?). Como anécdota, el Gobierno Vasco le retiene el premio económico hasta que la Audiencia Nacional constata que no tiene causas pendientes con la justicia.

Desde el exilio sigue publicando libros, y músicos y artistas como Mikel Laboa, Ruper Ordorika o el ya mencionado Fermín Muguruza se inspiran en su poesía y su historia para sus trabajos.

Sin embargo, más allá de premios y menciones en las últimas décadas, lo que Sarrionaindía aporta a las letras vascas es un trabajo tan excelso y variado que difícilmente puede plasmarse en tan breve artículo. Baste decir que produce poesía, narrativa, ensayo, literatura juvenil y cómic, amén de traducir un buen número de obras y formar parte de antologías en inglés, francés y casi todas las lenguas oficiales del Estado.

En 2016 se hace público que reside en la Habana, en cuya universidad es profesor. Pero aún habrán de pasar varios años más hasta que Sarrionaindia pise de nuevo su tierra natal. El 22 de abril de este año, 2021, EITB publica la noticia de su regreso, prescritos ya todos sus cargos, para visitar a su familia. «El tiempo se come a muchas personas», afirma el escritor, que reconoce haber encontrado un pueblo diferente.

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