domingo, 25 de julio de 2021

Reseña Literaria (Juan A. Herdi)



Loreta Minutilli

Helena de Esparta

Traducción de Ramón Buenaventura

Alianza Editorial, 2020


Durante siglos la mitología ha intentado dar una explicación a la existencia y al mundo. Sigue siendo en gran medida esa su función, porque todavía continúa presente entre nosotros, aun cuando compita hoy con otras disciplinas que intentan esclarecer la vida. Nos aporta un sentido de las cosas y de las vivencias, cierta coherencia y no poco conocimiento. Pero además, muchas veces, los mitos permiten que entendamos nuestra propia existencia, lo que somos, de allí que la psicología, el psicoanálisis o la psiquiatría hayan acudido a ellos, en nuestro ámbito cultural a los mitos griegos, para confrontarnos a los hechos y a nosotros mismos. 

También la literatura posee en buena medida tal función y no son pocos los escritores que han afirmado alguna que otra vez que la escritura les aporta la posibilidad de poner un cierto orden en las cosas y permite reorganizar una realidad que sin el gesto de escribir resultaría vacua, desesperante y angustiosa. Sin la literatura, al igual que sin los mitos, sin duda nos costaría mucho más asumir lo que nos envuelve y nuestra propia identidad. Hay en este sentido un campo compartido entre ambas disciplinas, la literatura y la mitología, y son muchos los autores que acuden a los mitos para desarrollar sus proyectos literarios, incluso entre los más jóvenes, como vimos hace bien poco con Irene Reyes Noguerol y su maravilloso libro de relatos «De Homero y otros dioses».

Loreta Minutilli, en este sentido, recoge el guante de este vínculo que une mitología y literatura para reflexionar sobre varios temas sempiternos a partir del mito de Helena de Esparta, la mujer sobre quien recae la culpa de la guerra de Troya. Es la propia Helena, la mujer más bella de la tierra, quien nos narra en esta novela su propia vida y nos va planteando cuestiones como la identidad, el dolor, la condición femenina, la necesidad de reconocimiento, las relaciones de poder, el paso del tiempo o la culpa. Cualquier lector se sentirá emplazado a meditar sobre tales cuestiones que la autora italiana introduce párrafo a párrafo, sin dejar a nadie indiferente ni ajeno y requiriéndosenos a que mantengamos la reflexión, pero esta vez en lo que a nosotros y nuestra propia vida se refiere, como si la novela fuera al fin un espejo donde reflejarnos.

La escritora no se aleja mucho del relato más ortodoxo del mito, no quita ni añade nada al mismo, ni siquiera hay un intento de modernización o adaptación a otros tiempos, la escritura de esta novela es del todo atemporal, como es en realidad cualquier ejercicio de introspección que se precie. Lo cual sin duda aporta mucho más interés a esta primera novela de Loreta Minutilli, que sabe aprovechar todos los elementos de la tradición para articular una propuesta literaria interesantísima. 

La introduce incluso dejando constancia de la importancia de contar, esto es, de la escritura, como fundamento de toda reflexión, como ejercicio fundamental de comprensión. Incluso de aclaración para quien narra En gran medida, esta autora nos vuelve a señalar el sentido de la buena literatura, que no es otro que el análisis, la introspección, la palabra como fundamento de nuestra propia emancipación. 

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