martes, 25 de enero de 2022

Capplannetta ¿outsider o loser? Cecilio Olivero Muñoz



Martín Scorsese ha dado en el clavo tantas veces que, como a mí, le gusta indagar entre esos personajes masculinos fuera de lo normal, al borde del abismo, y con mujeres fatales que dan a esos personajes cierto aire de superhombres. Por eso dirán tal vez las féminas que resulta misógino. Yo lo que creo es que enfoca en Taxi Driver y en Toro Salvaje un excelente trabajo de hombres acabados, en los cuales la capa de héroes se les queda pequeña. Basta ya de superhéroes. Travis, el personaje protagonista de Taxi Driver, parece que va a realizar un magnicidio y al final (no quiero hacer spoiler) todos sabemos en lo que acaba. Todo aquel que haya visto la película sabe que algo va a pasar, pero no se sabe cuando. Sobre todo lo sospechamos o lo empezamos a entrever cuando el hombre negro, también taxista, le dice: - Adiós, Matador. Se lo dice después de que los demás taxistas despotriquen verbalmente sobre el barrio de los Maumau (barrio de población afroamericana). 


Después tenemos el film Toro Salvaje, que no es precisamente un cuento de hadas, y en la película, basada ésta en el libro autobiográfico de Jack Lamotta. Jack, un personaje carismático a la vez que perdedor nato, lo meten en presidio por dejar a chicas menores entrar en su local de copas. Se golpea la cabeza contra la pared del calabozo diciéndose ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Hecho que da ternura a la vez que risa debido al absurdo en el que se halla inmerso. Jack Lamotta acaba en la decadencia más absoluta. A diferencia de Taxi Driver que se nos muestra desde el principio. En Jack vemos a un ganador resbalar desde la cúspide. 


Perdonen que haya sido un tanto spoiler. Pero estas películas unidas son a la vez el hombre que es, o que se convierte, el protagonista de Cibernética esperanza. Llamado Capplannetta es todo lo contrario a cómo se hace llamar. Aunque el nombre parezca un galimatías en catalán, en realidad el personaje de Capplannetta es charneguito. Cosa que lo lleva con gracia y socarronería. Pues bien. Capplannetta en sus monólogos habituales nos enseña la cara triste de un outsider. Un personaje que por cuestiones del destino se ve arrojado en una infernal inmersión desde el nadir de la psiquiatría hasta los devaneos con la decadencia más absoluta. No quiere decir esto que este sea un loser por prescripción médica, pero se mete él solo en unos vericuetos descomunales. Y sin hacer tampoco de spoiler vemos un hombre en toda su esencia de caída a los infiernos. Como Jack Lamotta cuando éste se golpea en la pared de su celda preguntándose por qué, Capplannetta entra en devaneos entre el absurdo y su torpeza habitual. 


Capplannetta no es Jack Lamotta ni tampoco el taxista Travis. Pero la derrota de los hombres que nos enseñan estas tres historias de derrotas y absurda tragedia postmoderna es que no hay ni un solo Travis, ni un Jack Lamotta, ni tampoco un Capplannetta, que se escape del absurdo de esta vida llena de recovecos y miserias decadentes. No se escapa nadie de la decadencia. Ni el más ganador, ni tampoco el más perdedor. Nadie.

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