miércoles, 16 de noviembre de 2022

¿ESTAMOS LOCOS O QUÉ? (Cecilio Olivero Muñoz)

 


¿ESTAMOS LOCOS O QUÉ?


Los locos no tenemos un Dios anciano,

los locos no tenemos voz, ni conmiseración,

ni consuelo, ni empatizamos con nadie.

Los locos terminamos de morir hace tiempo.

Se reían de Baldomero, sí, se reían descaradamente.

Los locos solamente tenemos lamentos,

gritos babeantes y mucho, pero mucho estigma.

Perdimos la credibilidad con el diagnóstico.

Perdimos la inocencia entre desprecios.

Un loco es un hombre solo,

tres locos son un trío de Rey, caballo y sota de bastos.

La baraja tiene la culpa de nuestra locura,

la hojalata, el llavero entre el terciopelo,

el agua del grifo, la sosegada argucia.

la taquicardia de mamá, los nervios de papá,

el desprestigio que supone dejarte a la deriva

como un haragán que se emborracha de injusticia.

La locura de Nietzsche, la de Don Quijote,

la de tantos y tantos que merecemos soledad.

La risa de los cuerdos,

el apellido olvidado tras los electroshocks,

el veneno que mezclamos con agua para tragarlo.

La locura de Paul Celan, la de John Nash,

es la locura de la que todo el mundo habla.

La locura que tanto temen las muchachas,

la alegría efervescente disipada y sin burbujas.

Estoy desnudo ante los ojos que ríen malvadamente,

estoy sujetado por un vademécum asfixiante 

y ya no creo en los silencios con charla distendida.

Suben y bajan las dosis,

cambian las pautas. 

Te aborrecen en los secretos que se abren

como un paraguas en plena lluvia.

Es un “no parar” continuo.

Un sentimiento de culpa te toca el timbre

y se va corriendo como una broma para más psicosis.

Nadie tiene la culpa,

sin embargo amamos vivir todavía.

¿Qué hay tras las paredes que golpean los chacales?

No debe haber nadie tras una mirada perdida,

pero el latido es una sensación extraña.

Me extrañan seres queridos. 


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