miércoles, 27 de septiembre de 2023

ESTO NO TIENE QUE VER CON PROUST-Cecilio Olivero Muñoz

 




Me gusta el tabaco mentolado

por dos razones. 

Una, porque durante la EGB,

en clase de literatura y lengua castellana,

mi profesor, Juan Luis Gómez,

fumaba Fortuna Mentolado.

Hoy ya ni existe.

La otra, porque me recuerda al Vick Vaporub 

que me daba mi madre

en los catarros. 

Esto no tiene que ver con Proust.

Ni la Magdalena, ni el té, ni el jardín 

de mi abuela.

Me gusta el tabaco mentolado 

porque es como una golosina. 

Como un caramelo de eucalipto.

Esto no tiene que ver con Proust. 


jueves, 7 de septiembre de 2023

Amor, amor, amor-Cecilio Olivero Muñoz

 Y yo que creía que el amor era más que un sentimiento, y no una ceguera atroz. Que era algo más que casarte cuando tiran  arroz. Yo, que jamás hice el intento, de amar sin sal, sin razón. ¡Me desnudé entre venenos e ingredientes tan inclementes…! Y yo que ya no creía en la canción repetida y pegadiza del transistor. Pues jamás quise la paliza del sufrimiento y del dolor condescendiente, la tentación, la gente. Yo que creía que dar amor era un invento de los curas que nada curan, con perdón. Y yo que creía en el negro fragmento del bolero de charol. Qué ingenuo, qué inocente pues me ahogué decentemente en el adeudo tan reciente que me quedé sin adiós. Yo que fui sentencia, maravilla de un asedio intermitente a prueba de la noche vacía de voz. Y yo que creí que estar encoñado era fruto del elixir y la sensación de perder acongojado hasta la camisa mientras otros cantaban misa, mientras ignoraban su propia religión. Mi religión es el libre pensamiento. El idioma circunspecto del burgués y la cuestión, que te tutea como un lamento libre ignorado por amor. Como un hombre en eterno movimiento pero con el ajetreo de un robot aspirador. Yo que creía que el amor era principio y también lección, yo que creía en gerundios y en participios desde que te ofrecí un sinsabor. Y yo que creí que el amor era la raya en medio, el pelo negro, tu aliento y un mandato del buen Dios. Y yo que creí en el firmamento y en el áspero segmento de quererte con pasión. Y yo que creí que el amor era ciego y resulta embustero, resentido y  con traición. Yo que envidié tu perdón que   nunca tuviera yo. 


sábado, 2 de septiembre de 2023

Mari Carmen Azkona-In Memoriam- Juan A. Herdi

 


Mari Carmen Azkona

 

«Navegar por los recuerdos/ atravesando en silencio / el espacio de la memoria»

Mari Carmen Azkona

 

Suele decirse que nadie es imprescindible. Pero no es verdad. Hay personas que lo son, que resultan esenciales en el día a día, que logran romper con la rutina cotidiana, que nos retan a ser mejores. De pronto nos topamos con su ausencia y nos damos cuenta del silencio y del vacío que se imponen sin remedio, y surge así ese sentimiento de culpa por no haber conseguido tal vez que la persona en cuestión, la que nos falta, se sintiera como la sentimos ahora, imprescindible.

El pasado 25 de agosto moría Mari Carmen Azkona. Aun cuando intuida o esperada, la noticia no dejaba de ser para muchos tremenda, hiriente, y nos descorazonaba en este final de verano en el que albergábamos tantas esperanzas por hacer tantas cosas juntos. Cumpliremos con muchos de nuestros propósitos, sí, pero ya no será lo mismo.

Estos días hemos conversado mucho sobre su cercanía, sobre la amistad. Aquí nos hemos de circunscribir, no obstante, al pasado de Mari Carmen Azkona en su doble faceta de escritora y de activista cultural. Ambas fueron las dos caras de una misma moneda. O de una misma personalidad, la de una Mari Carmen Azkona comprometida con la literatura, con la cultura en general más allá de su propia particularidad. Aunque la cultura que ella defendía nada tenía que ver con una lista de renombres ni con las famas vanidosas a la que, por desgracia, nos estamos habituando, sino con una actividad colectiva, comunitaria y social, además de personal. Quizá sea algo que por desgracia esté cambiando en esta sociedad del espectáculo donde lo cultural cada vez parece tener menos importancia. Pero así lo entendía ella y lo trasladó a su vida, a nuestra vida. 

Escribía sin duda por esa necesidad de entenderse a sí misma y asumir la realidad envolvente, no siempre comprensible, a menudo doliente. Pero no se limitaba a esa intimidad de la escritura, necesitaba además socializar su interés por lo literario y por el arte, pero también por la naturaleza o por la historia, encontrando siempre la relación con la poesía, eje central de todo su quehacer. Portugalete devino así el escenario de numerosas presentaciones literarias, recorridos culturales y poéticos, conferencias, jornadas, fotografías, incluso una feria de libros que la pandemia primero y después la enfermedad impidió continuar. Sus lazos se extendieron también más allá de lo local.

Su activismo cultural puso en contacto a muchas personas, la convirtió a ella misma en una cartógrafa de un amplio mapa de vínculos y de afectos que ha ido más allá de un interés común, la literatura, sin duda porque la Cultura, así, en mayúscula, no es sólo algo trascendente, no debiera quedarse en eso, sino sobre todo es la argamasa para construir lazos de amistad, respeto y diálogo. Para crear comunidad, en definitiva, algo importante cuando todo parece estar en nuestro mundo patas arriba y las cosas cambian tan deprisa, no estamos muy seguros de si a mejor o sólo, en el mejor de los casos, hacia algo diferente. 

Nos deja sus escritos, Patchwork, Enredados El silencio de los puntos suspendidos, numerosos poemas y relatos, algunos premiados, otros reunidos en libros colectivos. Y la demostración que toda obra, al final, forma parte de la propia vida, es la vida misma. Por eso quien así lo ha entendido se vuelve, de un modo absoluto, imprescindible, alguien esencial que no se va a quedar en un rincón de nuestro pasado, sino que pervivirá en nuestro día a día. 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Relatos de verano:1-Margarita Bokusu Mina

 


Ya mismo me voy a comer, pero quería contarte algo,  bueno, quiero contarte por lo menos dos cosas. Una es ya muy repetida, de lo que me gustaría que nos pasara, la otra es la siguiente, una anécdota: el otro día el Borjamari de Orujo y Cantimpalo me falló y encontré casualmente a Pitita de Lux. Le regañé por lo de la última vez ¿Te acuerdas? Aún me queda algo medio fundido con el plástico que lo envolvía. Menuda mierda de lomo en manteca, le dije. Total, que me llevó al casoplón donde es interna: limpia y cocina sin contrato a cambio de alojamiento, comida y dinero de bolsillo y no quería que me fuera, quería que la oyera y se enrolló muy bien con lo que me dio, me vendió, que aquí, ya tú sabes "miamolll", nadie da "na", compensó en todo caso. Está esperando que le envíen una carta para entrar en el talego, 7 años le echan por culpa de un chivato, así me lo contó y porque tiene una basura de abogado ya que no puede pagar (vendiendo lomo en manteca casero, por muy exquisito que esté, si no has pasado el cursillo de manipulación de alimentos es a lo que te arriesgas, ya les vale. Una cosa que a otros hace ricos y a los de abajo, como Pitita, ni les da para subsistir). Le conté que antes de encontrarla estuve con una amiga común que atiende un salón de té, una chavala que más canija, más consumida no puede estar. Su novio, alto y bien parecido, más joven, estaba borracho y le exigía que le sirviera, ella lo miraba con malos ojos, él se metió en la barra y la empujó, no se desnucó de milagro, pero se golpeó la cabeza y las costillas, sangraba. Imagina la vergüenza que le estaba haciendo pasar, el daño, delante de las señoronas que humedecían las pastitas y con aparente calma se las llevaban a la boca después de haber sacudido con servilletas impolutas las migas que sus esposos dejaban en las suyas mientras miraban de reojo lo que estaba sucediendo y se mantenían como si no ocurriera nada. Cuando salí del salón de té a ella le tomaban declaración y a él se lo llevaban esposado. Luego le conté a Pitita que tú me habías amenazado con un cuchillo y un hierro y me habías golpeado la cabeza con un tronco y Pitita de Lux ya no pudo más, olvidando sus clases en el Liceo, de vela y squash (adonde tiene que llevar a los hijos de los señoritos), su vermut a medio terminar y llorando se levantó de un salto y se plantó en medio del hall y casi gritándome y señalándose la entrepierna con las dos manos, te la puedes imaginar: "¿Sabes lo que les pasa? ¿SABES LO QUE LES PASA? QUE NOSOTRAS TENEMOS 3 PARES DE COJONES, ¡3 PARES DE COJONES! ¡3 PARES DE COJONES! Y ¿CUÁNTOS TIENEN ELLOS? ¿DIME? ¿TÚ SABES LO QUE TIENEN ELLOS?" Y contesté: "Un par y a veces ni eso." Y se calmó y se tiró en el diván ¿o era un chaise longue? abrazándome y llorando. 

 

Para reír recordamos a Rober, que lo tiene en grande en "su" pequeña habitación, en el ala derecha de la mansión, y ella venga decir: "El ijoputa este ¿Te acuerdas cuando...? Y ja, ja, ja. En fin. 

 

Pero que mis novelas molan más, sepan ustedes, y como en ellas digo para curarme de espanto: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ya que ella, la realidad, ya saben, supera a la ficción. 

viernes, 25 de agosto de 2023

Anatomía del Prosimetrap-Por Cecilio Olivero Muñoz

 


El poema rimado es como una plegaria musical con o sin consuelo. Un poema que no quita, no borra, no rectifica, no corrige, no cambia, no es un buen poema rimado. Lo primero que tienes que evitar en un poema rimado es la cacofonía. Es contraproducente. Yo escribo o me expreso en Prosimetrum, y no trato de innovar. Es una corriente que tiene sus comienzos en la poesía Al-Andalusí escrita por el cordobés Ibn Hazm en el siglo XI. Su obra se titula El collar de la Paloma. También Seneca ha escrito Prosimetrum, y hay toda una tradición en la literatura latina. Se cree que los primeros Prosimetrum aparecieron entre el siglo XI y XII d. C. Con esto quiero decir que no lo he inventado yo. Esto me surgió por casualidad. Rimando un poema en Prosimetrum en un texto breve que tenía cierta ironía. Más bien sátira. De esa fuente bebo de El Satiricón de Petronius  Arbite. Quiero decir con esto que es algo más antiguo que Las Décimas e incluso el Soneto. El Soneto hace su aparición en el Siglo XIII y Las Décimas a finales del Siglo XVI, creadas por el poeta Vicente Espinel y son diez versos octosílabos consonantes. 

Yo hago Prosimetrum con estructura de soneto, de serventesio o de décimas espinelas. Por eso digo que no estoy inventando nada nuevo. Simplemente me uno a una tradición de poetas olvidados que han creado verdaderas maravillas. Por ejemplo, Décimas pueden ser para la lírica o la épica. Y en el serventesio su nombre proviene del provenzal, ya que en la lírica trovadoresca se denominaba “serventés” en rima consonante. Y riman A-B-A-B. Es importante dejar esto claro si quieren leer Prosimetrap tanto en ebook como en papel impreso. Espero les aclare algo importante sobre Prosimetrap.


miércoles, 16 de agosto de 2023

Relatos de un ronquillero- El Indomable- Antonio Miguel Oliveros Quiroga





EL INDOMABLE


Su padre era zapatero remendón y con una minusvalía que le impedía tener un trabajo mejor remunerado, tenía varios hermanos y él era el mayor, su madre hacía lo que podía para darles de comer cada día.                                                                                                                                  prácticamente creció en las calles y el campo, apenas asistía a la escuela, se pasaba el día deambulando de un sitio a otro desde que se levantaba, para no ayudar a su padre que le mandaba a llevar los arreglos o enseñarle el oficio.                                                                                                                         Cuando tenía hambre no le importaba entrar en alguna tienda, o meterse en cualquier huerto y coger lo que fuera para comer.                                                                                                                         Por unas “perras” hacia cualquier recado si alguien se lo requería, tampoco despreciaba aceptar alguna cosa a cambio de un pequeño trabajo (echar de comer a las gallinas y recoger los huevos, llevar a beber o herrar a alguna bestia, regar las plantas de algún pequeño patio…Nunca nada de grandes esfuerzos o responsabilidad.                                                                                                  Pero lo que más le gustaba era meterse en las fincas de los alrededores, con su tirachinas (inseparables) a cazar pájaros que luego vendía en los bares o llevarlos a su casa para comérselos.                                                                                                                                                       Apenas llegó a aprender a leer o escribir, era incorregible y las pocas veces que aparecía por la escuela difícilmente terminaba la jornada, pues el maestro lo tenía que echar porque no dejaba de molestar a los demás.                                                                                                                           Decían de él no era mala persona y que lo que tenía no le importaba tener que darlo a quien lo necesitara, pero no se le podía pedir responsabilidad porque nunca la tuvo.                                                                                                                            Quiso vivir en libertad, sin que nadie se metiera en ella y nunca aceptó imposiciones, como tampoco quiso barreras ni le impidieran hacer lo que quería y eso en aquella época pocos se lo consentían.                                                                                                                                                              Un día se metió en una finca donde pastaban toros bravos propiedad de un torero famoso. (que por allí conocían bien su mal carácter)                                                                                                     Acompañado de su inseparable tirachinas para cazar pájaros, tuvo la mala intención de dispararle a un grupo de toros que descansaban debajo de unas encinas, la piedra impactó en uno y este se levantó con tanto ímpetu que espantó al resto, que salieron corriendo en estampida, pero en dirección contraria a donde estaba él, lo peor fue que desde un montículo lo estaban observando el torero y su mayoral montados a caballo.                                                                                                               Al ver la escena, arrearon al galope tras él, éste al verlos salió corriendo entre las encinas y maleza hasta llegar a las alambradas de la linde para escapar, cuando ya se creía a salvo sintió un gran golpe por detrás que lo tiró al suelo y los cascos de un caballo pateándole la espalda, cuando intentó levantarse oía como alguien le gritaba… ¡Se te van a acabar las ganas de volver a entrar en la finca a molestar a los toros! y le golpeaban con una fusta.                                                                                                       Luego un silencio sin más…cuando se despertó le dolía todo el cuerpo, ensangrentado y las ropas destrozadas, arrastrándose entre las zarzas y a gatas, pudo salir hasta el camino desde el barranco donde lo habían dejado.                                                                                                                      Al día siguiente alguien lo encontró casi muerto y lo llevó al pueblo, que al verlo el médico no daba crédito cómo había resistido con vida.                                                                                                            Tardó varios meses en recuperarse, pero no cambió su condición de indomable y volvió a las andadas, ahora se aseguraba de que no lo viesen meterse a la finca del torero, pero de vez en cuando se provocaban estampidas de los toros, que luego los vaqueros tardaban varias horas en reagruparlos de nuevo.  

Todo tiene un precio y hay que pagarlo… La libertad y la irresponsabilidad no iba a ser menos.

Cuando se está acostumbrado a una forma de vivir y no se quiere cambiar, (o no se puede) tenemos que cuidar lo que hacemos si no queremos tener problemas.                                                                                                                                    Este muchacho era indomable y no sabía de otras formas de vivir, que no fuera hacerlo como él quería, la educación fue escasa y sus padres bastante tenían con poder alimentarlos o llevarlos al médico cuando enfermaban, así que él salía de su casa por la mañana y lo más probable era que no volviera hasta la noche.                                                                                                                    Durante esas horas podía ir o estar el cualquier lugar solo o acompañado, pero sin estar condicionado ni obligado por nadie.                                                                                                                    No tenía miedo de nada, lo mismo atravesaba una manada de vacas y toros bravos, que atravesaba el rio sin temor a las corrientes, su astucia no era seguida muchas veces por quien hubiese querido acompañarlo y eso no lo frenaba, pero tampoco obligaba a nadie a que le siguiera.                                                                                                                                                                  Aquel día iba acompañado por un amigo a cazar y buscar nidos de tórtolas o palomas y cuando llegaron a la entrada de una boca mina abandonada y entre las maderas y las zarzas, salía una pequeña corriente de agua, donde quisieron refrescarse un poco antes de seguir adelante.                                                                       Una vez despejada la entrada de la mina, invitó al amigo a entrar juntos y comprobar si había algún pájaro, pero éste se negó así que decidió meterse en la mina solo, comenzó a andar con pasos lentos mientras el compañero lo observaba desde fuera, hasta que se perdió en la oscuridad.                                             Al cabo de un rato el amigo se puso nervioso y comenzó a llamarle, pocos segundos después aún se asustó más, al ver salir volando varios murciélagos a toda prisa, detrás de ellos salía él calmándolo y diciendo que no gritara tanto, porque el eco se oía en toda la galería y los murciélagos estuvieron a punto de chocar en su cabeza.                                                                                                                     Ese día no pasó de ahí la aventura en la mina, pero fue el principio de lo que con el tiempo tenía que llegar.                                                                                                           Las visitas a aquel lugar se harían habituales cuando andaba cerca, solo o acompañado siempre se detenía para descasar y refrescarse durante el verano.                                                                                                                                  Pasaron varios meses y un día el muchacho no regresó a su casa por la noche, sus padres empezaron a preocuparse y a la mañana siguiente dieron parte a la guardia civil y las autoridades, como tampoco ese día apareció comenzaron a buscarlo por los alrededores del pueblo… fincas, cortijos casas de campo, arroyos y lugares que sabían él frecuentaba.                                                                                       Nadie reparó en la mina por estar en un sitio apartado e inhóspito, iban pasando los días la noticia se había corrido por toda la región, pero las esperanzas eran cada vez más preocupantes, pero el amigo que fue con él la primera vez a la mina, por miedo a sus padres no les había dicho nada, hasta que por fin decidió comentárselo a su madre.                                                              Ésta no conocía a la familia del muchacho desaparecido, así que se personó en el ayuntamiento para saber si habían mirado dentro de la mina que el hijo le dijo había estado una vez con él.                                                                                                                                                    Dieron aviso a la guardia civil y mandaron una dotación de búsqueda, cuando llegaron allí no vieron nada anormal, solo que la entrada estaba despejada y rastro de haber sido hecho a propósito, pero la oscuridad no dejaba ver mucho del interior y no pasaron de la entrada.                                                                          Como el chico no aparecía el juez autorizó a un equipo de especialistas a que volvieran a la mina y entraran con todas las garantías, la galería de la mina tenía varias curvas y por eso de tanta oscuridad, al pasar por la primera enfocaron hacía el fondo, lo que vieron fue un montón de tierra y piedras que taponaban el túnel, al llegar allí se dieron cuenta de lo peor… un brazo y una mano agarrando un tirachinas sobresalía del escombro.                                                                                                       

           ¡UN TRISTE FINAL PARA QUIEN QUISO SER LIBRE!

domingo, 30 de julio de 2023

Relatos de un ronquillero-Dolores “la Cortona” y Cecilio Oliveros Holgado-Antonio Miguel Oliveros Quiroga





DOLORES HOLGADO RETAMINO -MI ABUELA (1885-1964) “La cortona”. 

El apodo de “cortona” a mi abuela Dolores fue heredado de su padre, que le llamaban el “cortón” por su cometido como enfermero en las minas de Rio Tinto, pues era el encargado de amputar en los accidentes de los mineros y atender los partos de sus mujeres. 

Ser comadrona en los pueblos sin tener título era normal, como se había hecho toda la vida, mi abuela estuvo de “cortona” como se le conocía en el pueblo, desde muy joven, hasta que enfermó a los 78 años. 

La falta de medios y la escasa economía en aquella época, hacía que la mayoría de las mujeres no pudiesen ser atendidas por el médico en los partos o hacerlo en el hospital, así que era ella quien las ayudaba en la casa en el nacimiento de sus hijos. 

Esto lo hacía mi abuela sin pedir dinero alguno, a veces se volvía a su casa con una taza de café en el cuerpo, para mantenerse despejada después de pasar la noche con el parto, otras veces con algún conejo o gallina como pago. 

¿Cuántos ronquilleros vinimos al mundo de la mano de Dolores Holgado “La Cortona”?... Ni que decir que fuimos muchos. 

En el pueblo son numerosos los parientes por parte de mi abuela Dolores Holgado Retamino, pero ella siempre salió adelante por sus propios medios, era una mujer culta y muy religiosa, que se preocupó de la educación de sus dos hijos ella sola, al quedarse viuda cuando eran muy pequeños. 

A parte de comadrona también ayudaba a alguna familia pudiente en la educación y cuidado de sus hijos pequeños, hasta que tenían edad para ir al colegio y sin embargo a los suyos tuvo que ponerlos a trabajar desde muy niños y hacerlos ir a la escuela por las noches. 

En aquellos años no todas las mujeres pensaban como ella, porque a la mayoría en aquellos tiempos lo primero que les enseñaban a las niñas eran las labores de la casa, no importaba si sabían leer o escribir, con los niños era distinto y en el momento que hacía falta los ponían a trabajar. 

Ella siempre vivió de alquiler, aunque yo solo recuerdo cuando vivía en una casa que estaba justo frente de la Iglesia, a cambio de cuidar la casa y arreglarle la ropa del dueño que le llamaban “Chanco”. 

Estaba mal visto que una mujer viuda viviera en casa que un hombre soltero sin ser familia y aunque este hombre tan sólo iba al pueblo de vez en cuando, decidieron que mi hermana y el hijo de una sobrina se quedaran con ella.  También fue quien me cuidó cuando enfermé de sarampión, porque mi madre no se dio cuenta cuando me levantó para llevarme con ella, que se percató al verme llegar y me acostó en su cama hasta que me visitó D. Pasto (el médico). 

En la casa del Chanco vivieron hasta que mi abuela sufrió un derrame cerebral en 1963 y se la llevaron con nosotros al roero, para cuidarla mi hermana con la ayuda de mi madre. 

A los catorce meses le repitió y falleció el 27 de agosto del 1964.





MI PADRE... Cecilio Olivero Holgado. Nació el dos de febrero del año mil novecientos quince. 

(Nunca supe nada de mi abuelo paterno, Fermín Olivero García, a que se dedicó o de que murió, ni mi abuela, Dolores Holgado Retamino ni mi padre, me hablaron nunca de él, la razón se fue con ellos). 

Los padres de mi abuela se llamaban…Miguel Holgado Guerra y Cecilia Retamino Gordo. 

Él no contó nunca nada sobre su padre, mi abuela tampoco lo hizo, la razón se fue con ellos, aunque según algún comentario la bebida pudo ser la causa de su muerte muy joven. 

 Se quedaron sin padre cuando él tenía siete años y su hermano Fermín dos más, por lo que los recuerdos de su padre eran escasos. 

Su madre al quedar viuda  y sin medios económicos, puso a los dos niños a repartir mercancías con un burro por los pueblos de los alrededores, con eso y lo que ella sacaba de comadrona salieron adelante. 

Los dos niños después de estar todo el día trabajando, por la noche tenían que ir a la escuela, porque según les decía su madre, para hacerse hombres de bien tenían que saber leer y escribir. 

Los hermanos eran muy parecidos, la rigidez de su madre en la educación no podía evitar que esos niños se habituaran a visitar lugares que por su edad no deberían conocer. 

La niñez no fue para ellos como la de cualquier niño, los juegos fueron entre pueblo y pueblo montados en un burro, para vender la mercancía que transportaban. 

El trato con los mayores les hizo ser hombres antes de tiempo, las ventas y tratos se realizaban en tabernas y posadas, por lo que el alterne fue una cosa natural y rutinario para ellos desde siempre. 

Tratando con todo tipo de personas que al verlos unos críos intentaban engañarlos, aunque también otros les enseñaron a defenderse de los primeros, lo que contribuyó a hacerlos más cautos y mayores sin apenas vivir la infancia, pero en aquella época los tratos y negocios, se hacían en posadas y tabernas, que eran para ellos los sitios más frecuentes para buscar trabajo. 

 Mi padre fue reclutado para el ejército en 1936, recién empezada la guerra civil, había cumplido los 21 años en febrero y se incorporó a últimos de julio. (su hermano ya estaba en el ejército cuando empezó la guerra).  

Él nunca luchó en el frente de batalla durante la guerra, estuvo en caballería y lo destinaron a intendencia, por lo que se pasó la contienda, llevando víveres y provisiones a los soldados que estaban luchando en el frente de Córdoba, o Málaga sin tener que dar ni un solo tiro.(Según él decía lo mejor que le pudo pasar, porque nunca le gustaron las armas). 

La incorporación en el ejército le hizo coincidir con mi madre en Sevilla, fue entonces cuando se hicieron novios, aunque se conocían del pueblo. 

Una vez acabada la contienda, él volvió al pueblo y ella siguió en Sevilla algunos años más, hasta mediados de los cuarenta, que decidieron casarse y  dejó el trabajo de niñera. 

Distinta suerte tuvo su hermano Fermín, que lo hirieron gravemente, quedando mutilado de un brazo y lo licenciaron antes de declarase el fin de la guerra, volvió después de estar más de un año en un hospital, curándose de las gravísimas heridas y de las que nunca pudo recuperarse

Lo recuerdo caminando por la calle nueva, erguido y orgulloso con el pitillo entre los labios y saludando a todos con simpatía a todos con quien se cruzaba, con la manga vacía metida en el bolsillo de la chaqueta y la boina al lado, tapando las señales de una guerra que nunca debería haberse producido. 

Yo era muy pequeño, pero lo tengo en mi recuerdo siempre... ¡Niño!… ¿Qué haces por aquí solo tan lejos del roero? ¡Anda tira pa-riba, que tu madre te estará buscando! 

Esas palabras no se me olvidan, dichas por otra persona quizás me hubiesen afectados, pero por él con su forma de decirla eran como si de mi padre vinieran y el cariño que de ellas desprendía. 

El día que sonaron las campanas anunciando su muerte, comprendí con mucha pena lo que es la pérdida de un ser querido, yo tenía seis o siete años, pero en mi mente está como entonces. 

viernes, 21 de julio de 2023

Gaviotas, nubes, espuma-Bertha Caridad

Sube espuma sube
fúndete en las nubes
cual paloma
mensajera,
abraza las olas,
vuelve suspiros
las letras, susurros
de amor en la piel,
y huyen…
las gaviotas, las cazan,
se pueden ver,
voraces gaviotas tras la miel,
¡se alimentan y se van!

martes, 11 de julio de 2023

Relatos de un ronquillero-El niño ya hombre-Antonio Miguel Oliveros Quiroga


 

***El niño no tenía prisa por ir a su casa cuando salía del colegio, sabía que posiblemente no hubiese nadie, así que se quedaba por los alrededores hasta última hora, esperando que para entonces hubiese llegado su madre y poder comer.                                                                                                                                                   Otras veces evitaba ir por miedo a encontrarse lo que más temía, escuchar las discusiones de sus padres, que por un motivo o por otro eran muy frecuentes y nunca acababan bien, pues los problemas cada vez eran mayores, siendo los económicos los más graves.                                                                                                                            Sentía que les importaba poco, que el cariño que demostraron años antes por él, cada vez era menor y pasaban los días sin que le preguntaran por cómo estaba o iba en el colegio, ni recibir un beso de buenas noches.                                                                                                                  La situación empeoraba por días, el padre se pasaba semanas fuera de casa, su madre tenía que salir a trabajar en lo que le salía, para poder salir de la situación que estaban y las deudas iban en aumento, sin tener medios para ir pagándolas.                                                                                                                           Las discusiones de los padres, se volvieron en peleas y agresiones, por eso el niño prefería no estar en la casa cuando se producían, así que pasaba la mayor parte del tiempo jugando en la calle, solo acudía a casa para comer y dormir, salía por la mañana para la escuela, a veces sin saber dónde estaba su madre, buscaba algo de comida y no volvía en todo el día.                                                                                                                                  Pasaron los años y al cumplir los catorce, después de escuchar desde su habitación una pelea de sus padres, tomó la decisión de marcharse de casa sin decir nada para no volver.                                                                                                En una mochila metió algo de ropa y se dirigió a la estación de trenes, se escondió en un vagón de mercancías y esperó que lo llevara a cualquier parte, no tenía previsto ningún destino ni prisa por llegar.                                                                                                 Han pasado varios años, no sabe si sus padres le buscaron o echaron de menos y si aún continúan juntos, pero él no tiene intención de volver con ellos, después de irse de casa y trabajar en multitud de empleos de diferentes ciudades, para salir adelante sin más ayuda que él mismo, prefiere hacer su vida sin ellos y no les guarda rencor, pero el cariño que alguna vez les tuvo había desaparecido.    

 

***Salen los niños de la escuela … corriendo y alborotando, menos uno que sale el último con la cabeza baja, triste y el caminar muy lento. Le acaban de decir que su madre no está en casa, que se la han llevado a la capital al médico de urgencia, no sabe lo que le pasa, ni que tiene por dentro, pero sospecha que es, lo que llena su alma de sufrimiento.                                                                                          Otra vez solo, otra vez sin su aliento, ¿dónde estará su madre, donde su sustento? ¿Quién le tapara de noche? ¿quién le contará un cuento, hasta que se quede durmiendo?                                                                                                          ¡Qué alegría cuando la ve por la cuesta subiendo!                                                  ¿Dónde estabas madre? ...No sabes cuánto te echaba de menos.                                                                                                       Mientras se abrazan, ella muere por dentro y no quiere que sepa el mal de su sufrimiento, porque poco a poco se le escapa la vida, sin poder poner remedio.                                                                                                                       Tiene tanto que contarle... le duele tanto dejarlo... que solo quiere tenerlo entre sus brazos, besarlos y acariciarlo, como hace cada noche antes de acostarlo.                                                                                                                      ¡Que injusta es la vida! primero se fue su padre a un largo viaje, según le contó su madre... ahora ella también le deja y a él se le rompe el corazón viendo cómo se aleja, sin poder hacer nada para retenerla. ¡Maldita enfermedad! que se lleva a personas indefensas jóvenes o viejas.                                                                                                                                Solo y triste se queda el niño, ¿Porque se quedó sin padre y ahora también sin su madre?... ¿que será él? nadie le querrá nunca como ella.                                                                      ¡Cuánto quiere una madre!... ella da la vida por su hijo, noches enteras sin dormir o duermevela, vigilando para darle calor y protección cuando lo necesitan…                                                                                                                        Todo le parece poco y su cariño está por encima de todo, de su lucha y su entrega solo nos damos cuenta, cuando no la tenemos nuestro a lado.

 

***No podía saber por su corta edad que tenía, jamás olvidaría el día que salió de su casa cogido de la mano de su madre, camino de la dehesa donde ella tenía que trabajar, limpiando maleza y monte bajo con un grupo de hombres y mujeres de diferentes edades.                                                                                                                                      No podía quedarse solo en casa y no había colegio, por lo que su madre decidió llevarlo con ella, no era mucha la distancia desde el pueblo y tenían que hacerlo a pie, aunque algunos llevaban algún animal de carga para transportar las herramientas.                                                                                     En el grupo iban varios chicos y algunas chicas, una de ellas iba montada en un caballo, con solo una manta por encima del lomo, al cabo de un rato se acercó a la madre del niño y le dijo que si quería podía montarlo con ella, pues aún faltaba un buen trecho para llegar al tajo, acepto la mujer el ofrecimiento y le ayudo a subir detrás de la chica.                                                                                                                                       Parecía que ella no era muy diestra con el manejo del animal y este se iba para donde quería o se paraba a comer por la orilla del camino, por lo que siempre marchaba detrás del grupo.                                                                                                      Ella iba montada a horcajadas, de manera que llevaba una pierna a cada lado y muy cerca de las patas delanteras del animal, por lo que el movimiento de ellas al caminar, subían y bajaban a un ritmo regular que frotaba la entrepierna de la muchacha, ella cada vez iba más excitada y tensa.                                                                                                                                    El niño la cogía por la cintura para sujetarse y ella le cogía las manos llevándolas a su bajo vientre, mientras suspiraba y lo apretaba contra ella.                                                                                                                                        El resto del trayecto fue así y al llegar donde tenían el trabajo, la muchacha se alejó rápidamente del grupo diciendo que tenía que hacer sus necesidades, se dirigió a unos matorrales donde desapareció durante un rato.                                                                                                                           Mientras tanto las miradas de los más jóvenes del grupo riéndose las dirigían hacía el niño, preguntándole que le había ocurrido a su compañera de viaje.                                                                                                                                   El niño no entendía nada y no sabía que le había ocurrido, pues su corta edad y su inocencia no podía interpretar la actitud de la muchacha y mucho menos su comportamiento encima del caballo, hasta pasados los años, la propia experiencia al montar él mismo a pelo los burros y caballos, comprendió lo que pudo sentir aquella chica.

                                                                                                                                                                    ***¿por qué hay tantas casas cerradas en nuestra calle?                                                                                                                                      – Porque se han marchado a vivir a otro sitio, pero quizás algún día vuelvan, pues aquí no tenían trabajo para mantener sus familias.                                                                                                                                 –Entonces… ¿volverán otra vez mis amigos y compañeros del cole? ahora cada vez somos menos en clase.                                                                                                        – Tú no te preocupes, que nosotros estaremos aquí cuando vuelvan.                                                         Esa conversación con su madre nunca la olvidará, porque a los pocos meses ellos, tuvieron que hacer las maletas y marcharse del pueblo.                                                                                                                             Aquella mañana cuando su madre le despertó aún no había amanecido…                                            

 --Anda vístete que es tarde y el autobús está a punto salir, tenemos un largo viaje y no podemos perder el tren.                                                                                      --¿Es que vamos a montar en tren? ¡Qué alegría madre, será la primera vez! ¿dónde vamos?...                                                                                                             La madre se lo quedó mirando con los ojos llenos de lágrimas y le cogiéndole de la mano le dijo… anda vamos que tu padre nos espera.                                                                                                                    Salieron a la calle y la madre cerró la puerta de la casa, él nunca la había visto cerrada, esa fue la primera y la última vez que la vio, luego cogieron calle abajo tropezando con las piedras por la poca iluminación existente.                                                                                                                                      El viaje era una novedad para el niño, todo le parecía extraño pero su curiosidad lo mantenía con ilusión.                                                                                                     Después del largo viaje llegaron a una tierra extraña, no conocían a nadie y todo el entorno era distinto a lo que estaban acostumbrados.                                                                         Sin amigos y en un colegio con normas distintas, el idioma era lo de menos, pero las expresiones y forma de hablar, no todos lo hacían igual, porque en el colegio eran niños de todos los rincones de España.                                                                                          Pasan los meses y el niño no se olvida de sus antiguos amigos, de sus juegos, su libertad ni de su pueblo, cada día le preguntaba a su madre por su vuelta, como ella le dijo que harían sus amigos, cuando se marcharon…                                       Ella intentaba consolarle como podía, pero en su interior sabía que el regreso sería muy difícil y que quizás nunca se produciría, se le rompía el corazón porque veía al niño triste sin olvidarse del pueblo.                                                                                              Los planes no salieron como habían previsto y el regreso no llegaba nunca, unas veces, por un motivo y otras por otro.                                                                               Han pasado los años y es el único reproche que tiene hacia su madre es por no haber cumplido su promesa, de que algún día volverían a su tierra, ella ya no está para cumplirlo, aunque él sabe que ella hizo lo que estuvo en sus manos para cumplir su promesa.                                                                                                                     El banco te quita la casa si no pagas la hipoteca y no acepta explicaciones, pero hasta el director te recibe si debes muchos millones.

¡¡Lo que de balde te dan...caro te saldrá…o en cara te lo echaran! ***Un momento memorable era la navidad, la víspera de noche buena las mujeres se pasaban el día haciendo pestiños, rosquillas, piñonates y otros dulces, junto con los mantecados y el anís, acompañaban los villancicos de la noche buena, reuniendo a toda la familia, después de haber hecho una cena con las mejores carnes (pavo o pollo principalmente) junto con los embutidos curados de la última matanza.                                                                                                                                                     ¡Qué recuerdos más entrañables! La vida siempre alrededor de la familia, el interés por todo lo referente a ella, para lo bueno y lo malo, compartiendo las penas y alegrías, todos como una piña, las disputas (que también las había) duraban mientras duraba la discusión, al rato todo volvía a ser como si nada hubiese ocurrido.                                                                                                                         Con los ojos cerrados estaba pensando todo esto, cuando oyó una voz que conocía muy bien a su espalda, era su mujer que venía acompañada de su hija, con las que pensaba pasar una temporada en aquel lugar, mientras acondicionaban la casa donde vivieron sus padres y que él había heredado, por haber renunciado sus hermanos a las partes y no querer invertir en algo que no tenía interés para ellos.                                                                                                                                                    ¿Cómo se puede renunciar a algo que formó parte de nuestras vidas?                              ¿Dónde quedan nuestras raíces y el esfuerzo de nuestros padres para darnos lo que somos? y ¿Por qué se desintegran las familias y nos olvidamos de dónde vinimos?                                                                                                                                Estas preguntas son las que se hace con lágrimas en los ojos pesando en que ya será imposible recuperar aquello que se perdió, pero que él está dispuesto a no renunciar y es lo que toda su vida había tenido presente con su mujer y su hija… amar a la familia lo primero, las raíces y la gratitud a los mayores por ser todo lo que somos.