domingo, 28 de mayo de 2023

Tarareando una ilusión- Bertha Caridad

 


Tarareando una ilusión…

Me sentí sola en medio de la noche; anduve a oscuras por la casa, la luna era suficiente. A trasluz vi la loza de la cena reposando en el fregadero sin una mosca, todas duermen a esta hora.

Desde la sala me llega el llanto de un piano y pensé, ¿querrá compañía? Sentí pena por él y lo acompañé en su soledad, tarareando.

Amaneció; sin comprender cómo, me vi recostada a la mesa del comedor, recuerdo que canté toda la madrugada, ¡descubrí cómo todo relucía, menos yo!

sábado, 27 de mayo de 2023

Prosimetrap- Cecilio Olivero Muñoz

 


Prosimetrap es un poemario que parte desde la coherencia y tiene su trazo en  un estilo poético que está en desuso aquí en España. Pero tiene su semilla en la poesía italiana. PROSIMETRUM es el estilo poético utilizado. Y traducido del latín al castellano lo podríamos traducir como prosa poética, pero es más que eso. Es una manera de sentir. Se rima en serventesio, en décimas y también poesía en prosa. A modo de breve relato. O relato poético, mejor decir. Es poesía con una métrica sin ser métrica, sé que esto es contradictorio, pero es prosa, una prosa sin límite ni métrica de ningún tipo. La idea de Prosimetrap me viene de hace años. Empecé a usar el PROSIMETRUM de manera inocente. Sin conocer que era un estilo poético. Fue primer encuentro en un poemario llamado Rima-Pop, que es un cancionero. Escribí un poema en PROSIMETRUM no demasiado extenso y llamado España, país de picaresca. Y me dio buen resultado. Fue mucho tiempo después que manteniendo una correspondencia electrónica con un poeta amigo, Manuel Lacarta, me dijo que aquello que yo había escrito se llamaba PROSIMETRUM. Y de ahí y del Movimiento artístico multidisciplinar Aftertrap lo titulé de la manera que pueden ver. Es importante decir que la segunda parte es un poemario de versos blancos o no rimados, y prosa poética. Les invito a que lo lean y lo disfruten. Pronto será 23 de abril y si quieren regalar para Sant Jordi un libro inusual aquí en España acérquense a Prosimetrap. Es un libro completo. No les dejará indiferentes. Es un poemario trabajado con sumo cuidado, y es una nueva manera de hacer poesía en España con musicalidad definida y sentido de la elegancia en el lenguaje. Está dedicado  a niños mayores de edad. 


sábado, 20 de mayo de 2023

Los 48 del carpintero-Margarita Bokusu Mina

 




LOS 48 DEL CARPINTERO 


I


En poco más de un par de semanas me van a enviar el tema a tratar en este texto y tendré un par de días para presentarlo en un concurso. 

Ya lo he dicho en mi blog: quiero retirarme, después de una década, de este mundo de la literatura para dedicarme a leer más. Quiero decir que, en estos diez años, he publicado trece novelas, he vendido muy poco; he publicado artículos y relatos en catorce medios digitales donde puedo hacerlo siempre que quiera y sobre lo que desee; me han hecho algunas entrevistas, tanto por escrito como en la radio, en tres televisiones y en algunos directos de Instagram, pero como no he conseguido mucho, ya digo, vivir de mis textos, de mis libros, quiero parar de estar en las redes sociales, de intentar dar a conocer mis libros a través de ellas, aunque el tema de los concursos sea una tentación porque me los tomo como un ejercicio, como un seguir practicando la escritura por si cae la breva y, si no, dichos textos me sirven para publicarlos en los medios anteriormente mencionados. También he conseguido que un periódico de tirada nacional recomiende mis novelas y que una editorial publique uno de mis microrrelatos en una antología.

Una vez me presenté a un concurso y gané un premio de productos relacionados con el aceite, pero en realidad no fue por mi escrito sino porque daban un número al participar y me tocó. 

Estoy escribiendo esto en Semana Santa, relajada no solamente por ser vacaciones sino porque las paso en casa de mis padres y no tengo que preocuparme ni por cocinar ni por nada, pero dentro de dos semanas ya estaré cansada de nuevo por el trabajo y, por lo menos, parte de este texto lo quiero tener pulido.

Estos días he escrito un microrrelato sobre la luna, pero hasta octubre no me enteraré si ha sido premiado o seleccionado para otra antología, y otro de temática libre que he titulado "Quiero ganar". El resultado de este último es más pronto.

No ha habido mucho tiempo de playa así que me he quedado en mi dormitorio con mis perritos.

Hoy ha venido mi hermana a almorzar y me ha traído hojas de laurel de su campo y le he dado ropa que no me queda bien y un pequeño aguinaldo por su cumpleaños, siempre que nos vemos le regalo algo. Lo hacemos cada dos o tres meses. Mañana regreso a La Línea después de comer pescaíto frito con mis padres en un restaurante de por aquí cerca.

No se me puede olvidar decir que hace un mes estuve por aquí, algo excepcional porque en Cádiz no tenemos Semana Blanca como en Málaga, al menos anualmente. La Semana Blanca se celebra  en los centros educativos malacitanos para conmemorar el Día de Andalucía. 

Total, que vine cuatro días y fui, como llevo haciendo más de un lustro, a darle de comer a unos gatitos que viven en la calle: la madre tuvo una camada y sobrevivieron unos pocos y ahora quedan dos. Uno es como un osito panda y el otro gris, grandes, preciosos. Hace un mes, al que llamo "Osito Panda" no estaba y  estos días tampoco. Quise pensar en positivo diciéndome que era mejor creer que lo había adoptado alguien y hoy, cuando fui a llevarle comida al gris, lo vi alejarse, le llamé con una especie de besitos al aire, se me acercó y me alegré mucho de que siga vivo. En este barrio, durante años, hubo una gata que se refugiaba en un merendero (me gusta utilizar la palabra antigua para los que hoy son llamados "chiringuitos") y cuando creía que llegaban sus últimos días porque la vi perdiendo pelo se produjo el milagro y una familia de unos chalecitos adosados de por aquí cerca la adoptó, la cuidó, le salió su pelito y estaba muy rejuvenecida, lo que pasa es que ya no la he vuelto a ver y no sé si seguirá con esa familia o es una que apareció en unos carteles de este barrio a la que se le daba por perdida porque se asustó con unos petardos que hubo en la noche de San Juan. Le llamaba "Mamita" y también tengo una historia con ella porque parió y a uno de sus cachorros lo mató un perro y le sobrevivieron dos gatos negros hermosísimos…


II


No paré ahí hace dos semanas, me dio tiempo a escribir la historia de esos dos gatitos pero se borró y añadí una palabra, un nombre, el de mi tía Amapola. Estaba en el hospital y no la iba a ver por tener Covid, pensábamos que no se podía visitar. Hablé con ella el día siguiente de llegar a La Línea, el sábado, me dijo que no se encontraba muy bien y el domingo por la tarde me llamó mi padre para decirme que había fallecido.


III


Ahora sé que los del concurso dirán mañana el tema a tratar y una frase, a elegir entre dos, que hay que incluir.

Ayer desbloqueé un momento a mi hermana para llamarla y decir que sentía lo de su perra Cococha, tenía diez años y no sé cuántos llevaba sin poder moverse, le llegó su hora.

En menos de un día tengo que enviar este texto y ayer me enteré de que no hay un tema sobre el que escribir pero sí una frase a utilizar entre dos, la que elijo es la que dice: "48 clavos necesitó el carpintero". La relaciono con el ataúd de mi tía. En este sentido puedo contar un par de cosas bizarras que me han sucedido: una ha sido que recibí un mensaje de una desconocida, una tal Carmen, un día después de que Amapola falleciera, saludándome y diciendo que había hablado con ella, usó nuestros nombres, y que ya podíamos fijar fecha. Contesté contrariada, preguntando quién era y diciendo que no sabía de qué me estaba hablando. Mi respuesta la ha recibido quien sea pero no la ha leído. Al comentarselo a mi madre sospechó de unos primos, una broma pesada dijo, pero creo que se trata de un error,  tampoco vamos a pensar en nada paranormal. La otra cosa extraña fue un encargo de una hermana de Amapola, me pidió que diseñara la lápida y me quedé muerta, no sabía qué decir, se me vino a la cabeza los versos de una canción que la nombraban, pero creo que van a poner lo que piensan mis primas: "un espíritu libre" aunque no veo que fuese tan libre, como ninguna persona que tenga que trabajar toda su vida ganando poco. Eso sí, no se casó, tuvo algunos novios y antes de los cincuenta dejó de tenerlos no sé si debido a un accidente en coche, por el Paseo de los Curas, junto al puerto de la capital de la Costa del Sol, con uno de ellos, un novio, donde se dejó los dientes en el salpicadero. No consiguió tener casa propia, vivió en la que nació, fumó hasta poco antes de ingresar en el hospital. Hasta hace unos años nos visitaba por Navidad.

IV


Otra cosa que quiero plasmar aquí es una conversación que tuve con alguien con el que me relaciono por whatsapp desde noviembre. Usted, lector, lectora, usted oyente, ustedes oyentes, puede, pueden pensar que me lo invento, que nada de esto es real, que escribo por escribir, que, con razón no vendo. Piense, piensen lo que quieran, pero que lleguen hasta el final es todo un logro… 

Él escribe, tiene cinco años menos que yo, quiere venir a verme desde su Cataluña natal, pero como está entrampado no sé si podrá hacerlo en agosto o habrá que esperar más de un año. El caso es que cuando quería hacer una videoconferencia conmigo, hace unos días, me llamó un ex que vive desde hace dos décadas en París, un granadino, y es una persona que también tiene tratamiento psiquiátrico, como el catalán. La cuestión es que le fui comentando al charnego lo que mi ex me contaba por teléfono, para que viera el plan, menos mal que el teléfono lo tiene contratado de tal manera que a la hora se desconecta.

Que si Catherine le había mandado a los bomberos; que si su padre fue el fundador de los GAL; que si Catherine le pone películas "snuff"; que si su hermano está metido en los linchamientos a africanos de Almería; que llora por las calles; que Catherine vomita el esperma del tipo al que está obligada a adorar; que en todo el día había comido un café y un bollo; que a su abuela la mataron sus propias hijas, que la golpeaban; que su padre violó a un niño en el mirador de San Miguel y lo mató de una pedrada en la cabeza; que si el supremacismo blanco, que si la caza de brujas, que si el juramento hipocrático, que si los caníbales de Estados Unidos; que si su amigo Claude, un multimillonario, compartía putas con un actor famoso y luego las hacían desaparecer; que Claude quería mandar a su hijo a un internado suizo; que si veía porno y se masturbaba era para aguantar el tirón; que si los jueces franceses también están metidos en lo del caníbalismo con niños y que él ha sido testigo de eso; que si la embriaguez de Calígula y la sed de sangre de los vampiros borrachos de ella, que si el régimen de Vichy era así también y no se juzgó a nadie, como en España; que lo que le hace Catherine es lo que se hace en Guantánamo; que si sus padres son sibaritas; que había ido al barrio de San Michel y había hecho algo que no hace nadie, que es señalar a los burgueses; que ha sido testigo del terror: que estaba sentado en el suelo tomando el sol de la mañana y entró la policía en el barrio a intimidar, entonces se levantó y se tiró al cuello de uno que estaba dentro del coche y salieron pitando, asustados se fueron, que así lleva cinco años, que tres matones iban a darle una paliza y le pidió a una chica que llamara a la policía y como entre los que llegaron había una africana le ayudaron; que Charlotte Lacoste es una crítica que  escribe sobre la perversión de la élite, profesora de literatura, que detrás del genocidio de Ruanda estaban los políticos franceses y que esto lo sabe desde el año noventa y cuatro cuando estudiaba en la universidad, pertenecía a la CGT y a los jóvenes maoístas.

V

Un nuevo amor saca al viejo. Como un clavo a otro. Ya lo dijeron Aristóteles y Cicerón.

Este verano publicaré la que puede ser mi última novela epistolar por un tiempo: "El callejón de los suspiros. Aventuras y desventuras de Falote Nauseabundo" basada en las historietas de mi ex "francés". También intentaré probar suerte con otra editorial. 

Los clavos de olor, girofles, fueron moneda de cambio y, junto a la nuez moscada, su valor equivalía al oro. 

viernes, 19 de mayo de 2023

Madrugadas Kafkianas-Cecilio Olivero Muñoz

 


Estoy viviendo una situación similar a la de El Proceso de Kafka. He entrado en una dinámica de ansiedades y sin sentidos que me hacen recordar al pobre Joseph K. El caso es que me están haciendo pasar por el ojo de una aguja en mis noches sin paz. Es algo que lleva a situaciones de absurda contradicción, por  un lado parece que conspiren contra mí, y al mismo tiempo, no me dejan tranquilo. Intentar alargar este “proceso” de manera obsesiva. Yo no quiero llevarlo de manera angustiosa, pero ya cansa tanto dime y direte. No voy a comulgar con rueda de molino y me voy a enfrentar a este grano en el culo molesto e incómodo. Me han tomado por el pito del sereno. A los usuarios de los centros de salud mental nadie les da credibilidad. Son situaciones absurdas, como hablar con la televisión o ahogarte en una celda de castigo. Resulta todo tan inverosímil y kafkiano que hace honor a Joseph K. y a todo el largo proceso de obsesión y pelmazos que te hacen dudar de tus sentidos. Es como si esperara y preguntara por la situación de mi “proceso personal”. La nieve me arde en las manos y el sol es frío. Me tomarían por loco o por ido totalmente de la olla. No tengo otra alternativa. No encuentro la punta a tanto alfiler. Estoy entrando en un estado de despersonalización. Es verdadera asfixia lenta y molesta. Una cosa es ser cabrón y otra muy distinta aguantar la cabronada. Dura poco la alegría en la casa del pobre y si la vida te ofrece cuatro o cinco motivos para desquiciarte es mejor pasar de todo y pasar página. Pero mi abuelo decía: —Más vale una vez colorado que un ciento amarillo. Sayonara baby. 


viernes, 12 de mayo de 2023

Relatos de un ronquillero-La Transhumancia-Antonio Mi. Oliveros Quiroga

 




LA TRANSHUMANCIA

 

En esos tiempos los perros no se tenían como mascotas o animales de compañía, eran un miembro más de la familia, que tenían la obligación de aportar, con su trabajo el ganarse un lugar en el núcleo familiar, unos con la caza, otros cuidando el ganado, otros vigilando la casa y las pertenencias, pero siempre fiel a sus dueños, con un cariño incondicional, persuadiendo a los intrusos y defendiendo la propiedad. 

Recuerdo aquellos mastines grandes y fuertes, con su andar pausado pero imponente, con unos collares alrededor del cuello con púas afiladas, (carlingas) para enfrentarse y defender de los lobos o cualquier intruso en defensa del rebaño. 

Todos los años venían del norte y atravesaban el pueblo y estos perros tenían como misión su cuidado, con otros perros de menor talla, pero incansables en sus idas y venidas, de arriba abajo, dirigían la manada hacia donde les indicaba el pastor, parecía que les dieran cuerda, para tanta agitación, carreras y ladridos. 

Se empezaban a oír los balidos de las ovejas y el sonido de los cencerros, bastante antes de que entraran al pueblo por el “callejón de la justa” o las “cañadas” como le conocíamos por entonces al anteriormente “camino del trabuco” al pozo del Roero. 

Bajaban por la calle de “machaco” (actualmente Juan Ramón Jiménez y entonces Comandante Castejón desde el final de la guerra), pasaban por detrás de las antiguas escuelas, hacia la fuente buena, dirección la ribera de Huelva para pasar por el puente de los borbones, El Garrobo hasta llegar a las campiñas del Aljarafe. 

Este espectáculo extraordinario, se repetía todos los años al inicio del otoño y duraría una media hora más o menos, los niños seguíamos la manada y la caravana que llevaban detrás hasta trasponían más debajo de la huerta la Juana, pero los comentarios y el rastro que dejaban de cagarrutas con su olor característico, duraban varios días. 

Al inicio del buen tiempo volvían en sentido contrario, aunque algunos rebaños lo hacían por Castilblanco de los Arroyos, en dirección norte y no pasaban por nuestro pueblo. 

Detrás de la manada iba la caravana de carros con las provisiones, guiados por las mujeres o los hombres más viejos.

Para cazar aparte de una buena escopeta, eran muy importantes los perros ágiles y rápidos, galgos para el conejo o la liebre, otros más pequeños para sacar la presa de su madriguera. 

Las aves como las perdices, palomas etc. y caza mayor, ciervo o jabalí eran también habituales, aunque los dueños de las fincas y cotos, eran quienes los cazaban como diversión y si cogían a algún furtivo cazando para poder comer, la guardia civil se lo hacía pagar caro. 

Fueron unos años donde la opresión ejercida sobre los pobres obreros del campo era brutal, los caciques y terratenientes contrataban a los que le profesaban total pleitesía, abusando de ellos cuanto querían, muchas veces por la comida y un mísero salario. 

Muchas familias solo tenían como medio de vida la caza, que luego vendían por los bares, restaurantes y comercios del pueblo, para poder cubrir las necesidades de la casa, muchas veces en furtivas cacerías que organizaban, a la chita callando, otras con la colaboración, de algún empleado de las grandes fincas aisladas, pero siempre con el miedo de ser denunciado o descubiertos por la guardia civil, que de ser así se quedarían sin el arma, con la multa y muchas veces lo que era peor, la cárcel. 

La caza de conejos, liebres, perdices, palomas y caza mayor como, ciervo o jabalí eran recursos habituales, no eran de propiedad exclusiva, pero como libres que eran había que cazarlos y buscarlos, entrando en las fincas donde estaban, no era delito el hacerlo. 

Era delito el entrar sin permiso en los cotos o propiedades privadas y de eso se servían los terratenientes que ostentaban el poder, para oprimir, humillar y abusar del que pillaran, en sus tierras practicando, cualquier actividad de estas. 

A veces ocurría que los mismos empleados de las fincas, eran los denunciantes si no entregaban a ellos parte de lo obtenido en la caza.

 

Buscar espárragos, gurumelos o solo por saltar la pared se podrían encontrar, con la punta de la pica de un vaquero, o debajo del caballo del capataz de la finca, e incluso llevarse una paliza.

 

El que se negaba o no colaboraba en las denuncias a los posibles “rebeldes”, era víctima de amenazas contra sus familiares. 

 

viernes, 5 de mayo de 2023

Relatos de un ronquillero-Antonio Miguel Oliveros Quiroga-andanzas y correrías


 ***Verle llegar cada mañana a la escuela sonriente y alegre, era una motivación para sus compañeros, porque se sabía lo que le costaba llegar a la hora, después de la caminata que tenía, desde su casa en el campo a varios kilómetros. No le importaba si llovía o hacía frio, nunca faltaba a clase y cuando salía, marchaba corriendo porque tenía que recoger el ganado antes de que se hiciera de noche.                                                                                                                        Su madre tenía que cuidar de sus hermanos más pequeños y desde que su padre murió también debía trabajar para el sustento de la familia, pero nunca quiso que él dejara el colegio, como otras familias hacían cuando la necesidad se imponía.                                                                                                                               Antes de salir para la escuela soltaba las cabras, para que pastaran por la finca y le echaba de comer a los cerdos que tenían en el corral, desayunaba con su madre y se marchaba a la escuela, al regreso recogía las cabras, las ordeñaba y les ponía de comer en el cobertizo donde pasaban la noche, su madre preparaba la leche para hacer los quesos, que iba llevando al pueblo periódicamente.                                                                                                                         La vida en el campo era dura, nunca se terminaba el trabajo, no tenían días de fiesta y todo era necesario, cuando no había colegio se tenían que limpiar los establos, el corral de los cerdos, trabajar en el pequeño huerto o arreglar los desperfectos de la casa, el camino hasta la carretera principal y muchas otras tareas que antes las realiza su padre.                                                                                        Su madre hacía lo que podía, porque debía cuidar de los más pequeños y las labores de la casa, aunque realizaba otros trabajos que ayudaban a mantener la familia.                                                                                                                                      Era un chico incansable y como ya se ha hecho referencia, nunca perdía la sonrisa y la amabilidad, dispuesto a ayudar a todos los que lo necesitaba.                                                                                                                            Así transcurría la vida de este muchacho, hasta que llegó aquel hombre a la convivencia con su madre, era un vecino que les hacia algún trabajo esporádicos, a cambio de cobrar con algunos productos de los que disponían.                                                                                                                    (queso, verduras, o con algún animal, cabritos o cochinillos).                                          El chico empezó a preocuparse, no olvidaba a su padre y no entendía que su madre quisiera rehacer su vida y dar un padrastro a sus tres hijos, que aun siendo pequeños tenían muy presente a su padre, él era el mayor y se había hecho el cabeza de familia con doce años, pero sus hermanos aun no tenían edad, ni siquiera de ir a la escuela.                                                                                             No quería reprocharle a su madre, que se hubiese enamorado de nuevo porque era todavía muy joven, pero que lo metiera en su casa no lo aceptaba.                                                                                                                                Eso poco a poco le fue afectando y la tristeza se fue apoderando de él, hasta el punto de que muchos días no se presentara en la escuela y cuando lo hacía su comportamiento con sus compañeros era distinto a lo acostumbrado.                                                                                                        Muchos días salía con el ganado y no volvía hasta la noche, otros días se olvidaba de recogerlo y ordeñar, llegando a la casa de noche y se metía directamente en la cama, la relación con su madre era cada vez peor y nula con su nuevo compañero, así que la situación se convirtió en insoportable.                                                                                                                     Una mañana metió algo de ropa en una bolsa y se marchó sin despedirse de nadie, en el pueblo se subió a un autobús hacia la capital, con un poco de dinero que tenía ahorrado y nadie supo lo que fue de él, ni donde se dirigió cuando se bajó del autobús.

 

*** Cuando llegaron al pueblo se quedaron a vivir en la misma calle donde vivía él y enseguida hicieron amistad, sobre todo con uno de los hermanos que era de su misma edad y ella algo menor.                                                                         Iban y volvían juntos de la escuela, jugaban en la calle y la amistad entre las dos familias era antigua, pero habían estado fuera mucho tiempo.                                                                                                                                     Compartían penas y alegrías, cuando se necesitaban por cualquier motivo, el cuidado de los más pequeños estaba garantizado, aunque a veces las ausencias coincidían y los hijos mayores eran quienes se hacían cargo de los más pequeños                                                                                                                     La amistad y el tiempo que pasaban juntos, hacía que ella estuviese presente en la mayoría de los juegos, por lo que también participaba en ellos de una u otra forma.                                                                                                                           Pasan los años y la amistad infantil se va convirtiendo en algo más, los juegos ya no pueden ser los mismos, la edad en ella está haciendo cambios en su cuerpo y los roces inocentes ya no lo son tanto.                                                                Él empieza a notar sensaciones cuando se tocan y que antes no las había sentido, las miradas hacia el cuerpo de ella siempre van dirigidas a esos cambios que se están produciendo y que cada vez le llaman más la atención, cuando se bañan en el rio y el agua moja sus ropas, es cuando más se da cuenta que el cambio la está convirtiendo en una joven muy hermosa.                                                                                                                                    El pelo dorado que cae mojado sobre sus hombros y se dirigen por encima de la blusa pegada al cuerpo, hacia unos senos redondos y tersos por el agua fría, que da la hermosura de una diosa del paraíso.                                                                                                                                      La timidez y la juventud de él le impide expresar lo que siente por ella, la amistad no le impide que sus sentimientos se hayan convertido en algo más profundo.                                                                                                                                El destino los separa durante varios años sin que sea capaz de demostrarle sus sentimientos y cuando se vuelven a encontrar es demasiado tarde, ella es una bellísima mujer, comprometida con alguien que ha descubierto en ella lo que él no fue capaz de decirle, aunque sus sentimientos siguen siendo los mismos, no puede más que guardárselos en lo más hondo de su corazón y esperar a que un día en algún sitio se vuelvan a encontrar, para expresarle el amor que jamás debió ocultarle y que por su cobardía no supo demostrarle.

 

***Eran amigos desde niños y nunca se habían separados, se querían como hermanos, pero... con los años los cuerpos cambian y en los suyos, éstos se fueron produciendo prácticamente sin que se dieran cuenta.                                                                                        Aquel verano como otros, bajaron al rio con varios amigos a darse el primer baño en sus aguas, cuando él la vio en traje de baño, fue como si fuera otra persona a la que viera por primera vez, ¿dónde estaba su amiga, con la que pasaba tantas horas? era su cara pero... el cuerpo, las piernas, su figura y unos pechos en los que nunca había reparado... tal  rubor le subió a las mejillas y un cosquilleo por el estómago... que le hizo desviar la mirada para que ella no notara su sorpresa.                                                                                                Ella se le quedó mirando con una sonrisa alegre y picaresca, (que lo puso más alterado) mientras le invitaba a seguirla ofreciéndole la mano, para que le acompañara a meterse en el agua.                                                                          Desde ese día todo cambió, cada roce con ella, era el mismo hormigueo que sintió a orillas del rio, cada vez que la vía el corazón se le desbocaba, cuando ella no se daba cuenta él la miraba embelesado ¿o sí notaba ella su mirada? Porque desde hacía mucho más tiempo, ella sentía lo mismo por él, aunque lo disimulara mejor.                                                                                                                      Los juegos fueron cambiando, las miradas eran de otra manera y cuando estaban solos los pensamientos les hacía callar, porque no querían que las palabras rompieran la magia que sentían sus corazones.                                                                                                                            El amor fue creciendo al mismo ritmo que ellos lo habían hecho, no podían estar el uno sin el otro, todo a su alrededor giraba con ellos y eso les unía mucho más, de lo que nunca hubiesen imaginado.                                                                          Por eso cuando se tuvieron que separar, fue como quitarles la vida, como si les arrancaran el alma y los destrozaran por dentro... no podían evitarlo, las leyes no estaban pensadas para los enamorados y ellos eran menores de edad, tenían que obedecer los mandatos de sus mayores, que decidían sin tener en cuenta sus sentimientos.

 

***Habían ido a la escuela y crecido juntos, jugado en la calle hasta altas horas de la tarde y asistido a sus primeras fiestas.                                                          Nunca se habían separados, se querían como hermanos, pero... con los años los cuerpos cambian y en los suyos, éstos se fueron produciendo prácticamente sin que se dieran cuenta.                                                                               Aquel verano como otros, bajaron al rio con varios amigos a darse el primer baño en sus aguas, cuando él la vio en traje de baño, fue como si fuera otra persona a la que viera por primera vez, ¿dónde estaba su amiga, con la que pasaba tantas horas? era su cara, pero el cuerpo, las piernas, su figura y unos pechos en los que nunca había reparado... tal rubor le subió a las mejillas y un cosquilleo por el estómago... que le hizo desviar la mirada para que ella no notara su sorpresa.                                                                                                                   Ella se le quedó mirando con una sonrisa alegre y picaresca, (que aún lo puso más alterado) mientras le invitaba a seguirla ofreciéndole la mano, para que le acompañara a meterse en el agua.                                                                                Desde ese día todo cambió, cada roce con ella, era el mismo hormigueo que sintió a orillas del rio, cada vez que la vía el corazón se le desbocaba, cuando ella no se daba cuenta él la miraba embelesado ¿o sí notaba ella su mirada? Porque desde hacía mucho más tiempo, ella sentía lo mismo por él, aunque lo disimulara mejor.                                                                                                                           Los juegos fueron cambiando, las miradas eran de otra manera y cuando estaban solos los pensamientos les hacía callar, porque no querían que las palabras rompieran la magia que sentían sus corazones.                                                                   El amor fue creciendo al mismo ritmo que ellos lo habían hecho, no podían estar el uno sin el otro, todo a su alrededor giraba con ellos y eso les unía mucho más, de lo que nunca hubiesen imaginado.                                                                              Por eso cuando se tuvieron que separar, fue como quitarles la vida, como si les arrancaran el alma y los destrozaran por dentro... no podían evitarlo, las leyes no estaban pensadas para los enamorados y ellos eran menores de edad, tenían que obedecer los mandatos de sus mayores, que decidían sin tener en cuenta sus sentimientos.                                                                                                    El día que se despidieron, no pensó que sería la última vez que se vieran, el destino no permitiría su reencuentro y esa pena la llevaría siempre con él.

 

***Sentado en el porche de la casa podía ver toda la sierra donde se había criado, allí estaba aquella tarde que acababa de llegar y se le amontonaban los recuerdos de su vida antes de partir hacía muchos años.                                                                                                            Recordaba a sus padres trabajadores del campo, tenían una pequeña parcela (pegujal o piojal) donde criaban algunos animales para el consumo familiar, porque con los jornales tenían suficiente para mantener a una familia con varios hijos.                                                                    

Él era el más pequeño de los tres hermanos, pero recuerda como transcurrían los días en la vida familiar y luchar con las dificultades.                                                                     

 

 

***Fue una tarde de verano, el parque estaba muy concurrido, era domingo y la gente paseaba a la sombra de los árboles de la alameda, había una pequeña plazoleta de albero, donde jugaban los niños mientras sus madres o cuidadoras los vigilaban, sentadas en los bancos del rededor.                                                                                                                                 Ella lo vio cuando se acercaba con un grupo de amigos todos vestidos de militar, enseguida lo reconoció, pero no se atrevió a decirle nada, pues esperaba que él se dirigiera a ella, como sería lo correcto.                                                                                                            Él también la había reconocido, pero pasó de largo sin decir nada y solo la miro de soslayo. La chica pensó que no lo hizo por vergüenza, o por no quedar mal delante de sus amigos al saludar a una criada, pues ella iba con un uniforme que la delataba.                                                                                  Habían pasado diez minutos y ella seguía con sus pensamientos, eran del mismo pueblo y aunque no tenían mucha amistad si se conocían.                                                                              Estaba sentada cuando oyó su voz por detrás, se volvió y allí estaba otra vez, pero ahora iba solo, lo primero que hizo fue disculparse por su actitud anterior por no saludarle antes, pues según le dijo, no tenía demasiada amistad con los que paseaba y no quiso meterla en un compromiso.                                                                                                        Después de esto estuvieron conversando un largo rato, hasta que ella le dijo que tenía que regresar con el niño, que estaba cuidando en la casa donde prestaba servicio, quedaron en verse algún día más, pues él estaba haciendo el servicio militar en un cuartel cercano de la capital y aunque no podía salir todos los días, si lo hacía a menudo.                                                                                                                                      Tardaron en volver a verse más de dos semanas, pues según le dijo él, le habían destinado a intendencia y tenía que suministrar los víveres a los combatientes de los frentes de Córdoba y Málaga, así que en adelante no sabía el tiempo que pasaría en el cuartel, pero que siempre que pudiera y ella se lo permitiera seguirían viéndose.                                                                                                                                               Poco a poco fue a más la amistad y que se convirtió en noviazgo, durante todo el tiempo de la contienda estuvieron viéndose siempre que podían, luego una vez lo licenciaron terminada la guerra, él volvió al pueblo y ella siguió de criada en la capital, por lo que se veían cada cierto tiempo.                                                                                                               La época de posguerra fue dura para todos y la falta de todo estaba a la orden del día, la distancia a la capital desde el pueblo era considerable y los viajes costaban un dinero que muchas veces no se tenía, solo se realizaban cuando era algo muy necesario, así que los encuentros eran escasos y casi siempre era ella la que iba al pueblo, pues él era un hombre muy independiente, que no quería trabajar bajo las ordenes de nadie y eso en los años que corrían era difícil, teniendo que salir fuera a buscarlos o tratarlos por su cuenta.                                                                                                         Las largas ausencias y el tiempo que pasaban sin verse, causo algunos problemas en el noviazgo y las cosas que le contaban las amigas cuando ella iba al pueblo, aumentaban las dudas de la fidelidad de él, pero nada pudo con los sentimientos que se procesaban y al cabo de unos años se casaron. Fueron tiempos difíciles, pero como ella siempre decía.                                                      ¡Dios aprieta, pero no ahoga! y ¡haber quien lleva el gato al agua!                                

lunes, 1 de mayo de 2023

Magia paki- Cecilio Olivero Muñoz

 


Hace unos días fui a una peluquería de caballeros de peluqueros pakistanís. Eran cuatro, y casi todos los hombres de Can Rull van a esa peluquería. La verdad es que lo hacen muy bien y no es demasiado caro. El caso es que tenía una verruga detrás de la oreja. Y la verdad, crecía y crecía. Y el paki muy amable cogió un botecito pequeñuelo, y me echó un líquido que ni sentí escozor, ni era abrasivo, ni dolía. Al cabo de unos días la verruga empezó a menguar. No sé qué clase de potingue me echó pero el caso es que fue muy efectivo. Yo la atribuyó a magia, magia pakistaní. El paki no hablaba árabe. Hablaba un dialecto o una lengua para mí desconocida, pero que el que me cortó el pelo no paraba de hablar al barbero de al lado. El caso es que ahora hay una comunidad pakistaní y árabe muy interesante. Grandes comerciantes. Agradables. Y buenos profesionales. Estamos en un mundo globalizado e internacionalizado.