viernes, 19 de mayo de 2023

Madrugadas Kafkianas-Cecilio Olivero Muñoz

 


Estoy viviendo una situación similar a la de El Proceso de Kafka. He entrado en una dinámica de ansiedades y sin sentidos que me hacen recordar al pobre Joseph K. El caso es que me están haciendo pasar por el ojo de una aguja en mis noches sin paz. Es algo que lleva a situaciones de absurda contradicción, por  un lado parece que conspiren contra mí, y al mismo tiempo, no me dejan tranquilo. Intentar alargar este “proceso” de manera obsesiva. Yo no quiero llevarlo de manera angustiosa, pero ya cansa tanto dime y direte. No voy a comulgar con rueda de molino y me voy a enfrentar a este grano en el culo molesto e incómodo. Me han tomado por el pito del sereno. A los usuarios de los centros de salud mental nadie les da credibilidad. Son situaciones absurdas, como hablar con la televisión o ahogarte en una celda de castigo. Resulta todo tan inverosímil y kafkiano que hace honor a Joseph K. y a todo el largo proceso de obsesión y pelmazos que te hacen dudar de tus sentidos. Es como si esperara y preguntara por la situación de mi “proceso personal”. La nieve me arde en las manos y el sol es frío. Me tomarían por loco o por ido totalmente de la olla. No tengo otra alternativa. No encuentro la punta a tanto alfiler. Estoy entrando en un estado de despersonalización. Es verdadera asfixia lenta y molesta. Una cosa es ser cabrón y otra muy distinta aguantar la cabronada. Dura poco la alegría en la casa del pobre y si la vida te ofrece cuatro o cinco motivos para desquiciarte es mejor pasar de todo y pasar página. Pero mi abuelo decía: —Más vale una vez colorado que un ciento amarillo. Sayonara baby. 


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