EL INDOMABLE
Su padre era zapatero remendón y con una minusvalía que le impedía tener un trabajo mejor remunerado, tenía varios hermanos y él era el mayor, su madre hacía lo que podía para darles de comer cada día. prácticamente creció en las calles y el campo, apenas asistía a la escuela, se pasaba el día deambulando de un sitio a otro desde que se levantaba, para no ayudar a su padre que le mandaba a llevar los arreglos o enseñarle el oficio. Cuando tenía hambre no le importaba entrar en alguna tienda, o meterse en cualquier huerto y coger lo que fuera para comer. Por unas “perras” hacia cualquier recado si alguien se lo requería, tampoco despreciaba aceptar alguna cosa a cambio de un pequeño trabajo (echar de comer a las gallinas y recoger los huevos, llevar a beber o herrar a alguna bestia, regar las plantas de algún pequeño patio…Nunca nada de grandes esfuerzos o responsabilidad. Pero lo que más le gustaba era meterse en las fincas de los alrededores, con su tirachinas (inseparables) a cazar pájaros que luego vendía en los bares o llevarlos a su casa para comérselos. Apenas llegó a aprender a leer o escribir, era incorregible y las pocas veces que aparecía por la escuela difícilmente terminaba la jornada, pues el maestro lo tenía que echar porque no dejaba de molestar a los demás. Decían de él no era mala persona y que lo que tenía no le importaba tener que darlo a quien lo necesitara, pero no se le podía pedir responsabilidad porque nunca la tuvo. Quiso vivir en libertad, sin que nadie se metiera en ella y nunca aceptó imposiciones, como tampoco quiso barreras ni le impidieran hacer lo que quería y eso en aquella época pocos se lo consentían. Un día se metió en una finca donde pastaban toros bravos propiedad de un torero famoso. (que por allí conocían bien su mal carácter) Acompañado de su inseparable tirachinas para cazar pájaros, tuvo la mala intención de dispararle a un grupo de toros que descansaban debajo de unas encinas, la piedra impactó en uno y este se levantó con tanto ímpetu que espantó al resto, que salieron corriendo en estampida, pero en dirección contraria a donde estaba él, lo peor fue que desde un montículo lo estaban observando el torero y su mayoral montados a caballo. Al ver la escena, arrearon al galope tras él, éste al verlos salió corriendo entre las encinas y maleza hasta llegar a las alambradas de la linde para escapar, cuando ya se creía a salvo sintió un gran golpe por detrás que lo tiró al suelo y los cascos de un caballo pateándole la espalda, cuando intentó levantarse oía como alguien le gritaba… ¡Se te van a acabar las ganas de volver a entrar en la finca a molestar a los toros! y le golpeaban con una fusta. Luego un silencio sin más…cuando se despertó le dolía todo el cuerpo, ensangrentado y las ropas destrozadas, arrastrándose entre las zarzas y a gatas, pudo salir hasta el camino desde el barranco donde lo habían dejado. Al día siguiente alguien lo encontró casi muerto y lo llevó al pueblo, que al verlo el médico no daba crédito cómo había resistido con vida. Tardó varios meses en recuperarse, pero no cambió su condición de indomable y volvió a las andadas, ahora se aseguraba de que no lo viesen meterse a la finca del torero, pero de vez en cuando se provocaban estampidas de los toros, que luego los vaqueros tardaban varias horas en reagruparlos de nuevo.
Todo tiene un precio y hay que pagarlo… La libertad y la irresponsabilidad no iba a ser menos.
Cuando se está acostumbrado a una forma de vivir y no se quiere cambiar, (o no se puede) tenemos que cuidar lo que hacemos si no queremos tener problemas. Este muchacho era indomable y no sabía de otras formas de vivir, que no fuera hacerlo como él quería, la educación fue escasa y sus padres bastante tenían con poder alimentarlos o llevarlos al médico cuando enfermaban, así que él salía de su casa por la mañana y lo más probable era que no volviera hasta la noche. Durante esas horas podía ir o estar el cualquier lugar solo o acompañado, pero sin estar condicionado ni obligado por nadie. No tenía miedo de nada, lo mismo atravesaba una manada de vacas y toros bravos, que atravesaba el rio sin temor a las corrientes, su astucia no era seguida muchas veces por quien hubiese querido acompañarlo y eso no lo frenaba, pero tampoco obligaba a nadie a que le siguiera. Aquel día iba acompañado por un amigo a cazar y buscar nidos de tórtolas o palomas y cuando llegaron a la entrada de una boca mina abandonada y entre las maderas y las zarzas, salía una pequeña corriente de agua, donde quisieron refrescarse un poco antes de seguir adelante. Una vez despejada la entrada de la mina, invitó al amigo a entrar juntos y comprobar si había algún pájaro, pero éste se negó así que decidió meterse en la mina solo, comenzó a andar con pasos lentos mientras el compañero lo observaba desde fuera, hasta que se perdió en la oscuridad. Al cabo de un rato el amigo se puso nervioso y comenzó a llamarle, pocos segundos después aún se asustó más, al ver salir volando varios murciélagos a toda prisa, detrás de ellos salía él calmándolo y diciendo que no gritara tanto, porque el eco se oía en toda la galería y los murciélagos estuvieron a punto de chocar en su cabeza. Ese día no pasó de ahí la aventura en la mina, pero fue el principio de lo que con el tiempo tenía que llegar. Las visitas a aquel lugar se harían habituales cuando andaba cerca, solo o acompañado siempre se detenía para descasar y refrescarse durante el verano. Pasaron varios meses y un día el muchacho no regresó a su casa por la noche, sus padres empezaron a preocuparse y a la mañana siguiente dieron parte a la guardia civil y las autoridades, como tampoco ese día apareció comenzaron a buscarlo por los alrededores del pueblo… fincas, cortijos casas de campo, arroyos y lugares que sabían él frecuentaba. Nadie reparó en la mina por estar en un sitio apartado e inhóspito, iban pasando los días la noticia se había corrido por toda la región, pero las esperanzas eran cada vez más preocupantes, pero el amigo que fue con él la primera vez a la mina, por miedo a sus padres no les había dicho nada, hasta que por fin decidió comentárselo a su madre. Ésta no conocía a la familia del muchacho desaparecido, así que se personó en el ayuntamiento para saber si habían mirado dentro de la mina que el hijo le dijo había estado una vez con él. Dieron aviso a la guardia civil y mandaron una dotación de búsqueda, cuando llegaron allí no vieron nada anormal, solo que la entrada estaba despejada y rastro de haber sido hecho a propósito, pero la oscuridad no dejaba ver mucho del interior y no pasaron de la entrada. Como el chico no aparecía el juez autorizó a un equipo de especialistas a que volvieran a la mina y entraran con todas las garantías, la galería de la mina tenía varias curvas y por eso de tanta oscuridad, al pasar por la primera enfocaron hacía el fondo, lo que vieron fue un montón de tierra y piedras que taponaban el túnel, al llegar allí se dieron cuenta de lo peor… un brazo y una mano agarrando un tirachinas sobresalía del escombro.
¡UN TRISTE FINAL PARA QUIEN QUISO SER LIBRE!