miércoles, 27 de septiembre de 2023

ESTO NO TIENE QUE VER CON PROUST-Cecilio Olivero Muñoz

 




Me gusta el tabaco mentolado

por dos razones. 

Una, porque durante la EGB,

en clase de literatura y lengua castellana,

mi profesor, Juan Luis Gómez,

fumaba Fortuna Mentolado.

Hoy ya ni existe.

La otra, porque me recuerda al Vick Vaporub 

que me daba mi madre

en los catarros. 

Esto no tiene que ver con Proust.

Ni la Magdalena, ni el té, ni el jardín 

de mi abuela.

Me gusta el tabaco mentolado 

porque es como una golosina. 

Como un caramelo de eucalipto.

Esto no tiene que ver con Proust. 


jueves, 7 de septiembre de 2023

Amor, amor, amor-Cecilio Olivero Muñoz

 Y yo que creía que el amor era más que un sentimiento, y no una ceguera atroz. Que era algo más que casarte cuando tiran  arroz. Yo, que jamás hice el intento, de amar sin sal, sin razón. ¡Me desnudé entre venenos e ingredientes tan inclementes…! Y yo que ya no creía en la canción repetida y pegadiza del transistor. Pues jamás quise la paliza del sufrimiento y del dolor condescendiente, la tentación, la gente. Yo que creía que dar amor era un invento de los curas que nada curan, con perdón. Y yo que creía en el negro fragmento del bolero de charol. Qué ingenuo, qué inocente pues me ahogué decentemente en el adeudo tan reciente que me quedé sin adiós. Yo que fui sentencia, maravilla de un asedio intermitente a prueba de la noche vacía de voz. Y yo que creí que estar encoñado era fruto del elixir y la sensación de perder acongojado hasta la camisa mientras otros cantaban misa, mientras ignoraban su propia religión. Mi religión es el libre pensamiento. El idioma circunspecto del burgués y la cuestión, que te tutea como un lamento libre ignorado por amor. Como un hombre en eterno movimiento pero con el ajetreo de un robot aspirador. Yo que creía que el amor era principio y también lección, yo que creía en gerundios y en participios desde que te ofrecí un sinsabor. Y yo que creí que el amor era la raya en medio, el pelo negro, tu aliento y un mandato del buen Dios. Y yo que creí en el firmamento y en el áspero segmento de quererte con pasión. Y yo que creí que el amor era ciego y resulta embustero, resentido y  con traición. Yo que envidié tu perdón que   nunca tuviera yo. 


sábado, 2 de septiembre de 2023

Mari Carmen Azkona-In Memoriam- Juan A. Herdi

 


Mari Carmen Azkona

 

«Navegar por los recuerdos/ atravesando en silencio / el espacio de la memoria»

Mari Carmen Azkona

 

Suele decirse que nadie es imprescindible. Pero no es verdad. Hay personas que lo son, que resultan esenciales en el día a día, que logran romper con la rutina cotidiana, que nos retan a ser mejores. De pronto nos topamos con su ausencia y nos damos cuenta del silencio y del vacío que se imponen sin remedio, y surge así ese sentimiento de culpa por no haber conseguido tal vez que la persona en cuestión, la que nos falta, se sintiera como la sentimos ahora, imprescindible.

El pasado 25 de agosto moría Mari Carmen Azkona. Aun cuando intuida o esperada, la noticia no dejaba de ser para muchos tremenda, hiriente, y nos descorazonaba en este final de verano en el que albergábamos tantas esperanzas por hacer tantas cosas juntos. Cumpliremos con muchos de nuestros propósitos, sí, pero ya no será lo mismo.

Estos días hemos conversado mucho sobre su cercanía, sobre la amistad. Aquí nos hemos de circunscribir, no obstante, al pasado de Mari Carmen Azkona en su doble faceta de escritora y de activista cultural. Ambas fueron las dos caras de una misma moneda. O de una misma personalidad, la de una Mari Carmen Azkona comprometida con la literatura, con la cultura en general más allá de su propia particularidad. Aunque la cultura que ella defendía nada tenía que ver con una lista de renombres ni con las famas vanidosas a la que, por desgracia, nos estamos habituando, sino con una actividad colectiva, comunitaria y social, además de personal. Quizá sea algo que por desgracia esté cambiando en esta sociedad del espectáculo donde lo cultural cada vez parece tener menos importancia. Pero así lo entendía ella y lo trasladó a su vida, a nuestra vida. 

Escribía sin duda por esa necesidad de entenderse a sí misma y asumir la realidad envolvente, no siempre comprensible, a menudo doliente. Pero no se limitaba a esa intimidad de la escritura, necesitaba además socializar su interés por lo literario y por el arte, pero también por la naturaleza o por la historia, encontrando siempre la relación con la poesía, eje central de todo su quehacer. Portugalete devino así el escenario de numerosas presentaciones literarias, recorridos culturales y poéticos, conferencias, jornadas, fotografías, incluso una feria de libros que la pandemia primero y después la enfermedad impidió continuar. Sus lazos se extendieron también más allá de lo local.

Su activismo cultural puso en contacto a muchas personas, la convirtió a ella misma en una cartógrafa de un amplio mapa de vínculos y de afectos que ha ido más allá de un interés común, la literatura, sin duda porque la Cultura, así, en mayúscula, no es sólo algo trascendente, no debiera quedarse en eso, sino sobre todo es la argamasa para construir lazos de amistad, respeto y diálogo. Para crear comunidad, en definitiva, algo importante cuando todo parece estar en nuestro mundo patas arriba y las cosas cambian tan deprisa, no estamos muy seguros de si a mejor o sólo, en el mejor de los casos, hacia algo diferente. 

Nos deja sus escritos, Patchwork, Enredados El silencio de los puntos suspendidos, numerosos poemas y relatos, algunos premiados, otros reunidos en libros colectivos. Y la demostración que toda obra, al final, forma parte de la propia vida, es la vida misma. Por eso quien así lo ha entendido se vuelve, de un modo absoluto, imprescindible, alguien esencial que no se va a quedar en un rincón de nuestro pasado, sino que pervivirá en nuestro día a día. 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Relatos de verano:1-Margarita Bokusu Mina

 


Ya mismo me voy a comer, pero quería contarte algo,  bueno, quiero contarte por lo menos dos cosas. Una es ya muy repetida, de lo que me gustaría que nos pasara, la otra es la siguiente, una anécdota: el otro día el Borjamari de Orujo y Cantimpalo me falló y encontré casualmente a Pitita de Lux. Le regañé por lo de la última vez ¿Te acuerdas? Aún me queda algo medio fundido con el plástico que lo envolvía. Menuda mierda de lomo en manteca, le dije. Total, que me llevó al casoplón donde es interna: limpia y cocina sin contrato a cambio de alojamiento, comida y dinero de bolsillo y no quería que me fuera, quería que la oyera y se enrolló muy bien con lo que me dio, me vendió, que aquí, ya tú sabes "miamolll", nadie da "na", compensó en todo caso. Está esperando que le envíen una carta para entrar en el talego, 7 años le echan por culpa de un chivato, así me lo contó y porque tiene una basura de abogado ya que no puede pagar (vendiendo lomo en manteca casero, por muy exquisito que esté, si no has pasado el cursillo de manipulación de alimentos es a lo que te arriesgas, ya les vale. Una cosa que a otros hace ricos y a los de abajo, como Pitita, ni les da para subsistir). Le conté que antes de encontrarla estuve con una amiga común que atiende un salón de té, una chavala que más canija, más consumida no puede estar. Su novio, alto y bien parecido, más joven, estaba borracho y le exigía que le sirviera, ella lo miraba con malos ojos, él se metió en la barra y la empujó, no se desnucó de milagro, pero se golpeó la cabeza y las costillas, sangraba. Imagina la vergüenza que le estaba haciendo pasar, el daño, delante de las señoronas que humedecían las pastitas y con aparente calma se las llevaban a la boca después de haber sacudido con servilletas impolutas las migas que sus esposos dejaban en las suyas mientras miraban de reojo lo que estaba sucediendo y se mantenían como si no ocurriera nada. Cuando salí del salón de té a ella le tomaban declaración y a él se lo llevaban esposado. Luego le conté a Pitita que tú me habías amenazado con un cuchillo y un hierro y me habías golpeado la cabeza con un tronco y Pitita de Lux ya no pudo más, olvidando sus clases en el Liceo, de vela y squash (adonde tiene que llevar a los hijos de los señoritos), su vermut a medio terminar y llorando se levantó de un salto y se plantó en medio del hall y casi gritándome y señalándose la entrepierna con las dos manos, te la puedes imaginar: "¿Sabes lo que les pasa? ¿SABES LO QUE LES PASA? QUE NOSOTRAS TENEMOS 3 PARES DE COJONES, ¡3 PARES DE COJONES! ¡3 PARES DE COJONES! Y ¿CUÁNTOS TIENEN ELLOS? ¿DIME? ¿TÚ SABES LO QUE TIENEN ELLOS?" Y contesté: "Un par y a veces ni eso." Y se calmó y se tiró en el diván ¿o era un chaise longue? abrazándome y llorando. 

 

Para reír recordamos a Rober, que lo tiene en grande en "su" pequeña habitación, en el ala derecha de la mansión, y ella venga decir: "El ijoputa este ¿Te acuerdas cuando...? Y ja, ja, ja. En fin. 

 

Pero que mis novelas molan más, sepan ustedes, y como en ellas digo para curarme de espanto: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ya que ella, la realidad, ya saben, supera a la ficción.